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Franklin Hernández Lucumí: músico, docente y gestor cultural de San Basilio de Palenque

Franklin Hernández habló en conversatorio virtual sobre su trayectoria, su escuela de música y los ritmos tradicionales en San Basilio de Palenque. Además, hizo demostraciones de bullerengue con marímbula y tambor.

El espacio fue gestionado por Bienestar Institucional de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas (de Bogotá).

Franklin Hernández Lucumí es tamborero, percusionista, docente y gestor cultural de San Basilio de Palenque. Es integrante de grupos representativos de Palenque como Oriki Tabalá, Son Palenquero y Las Estrellas del Caribe.

Luego de haber viajado por todo Colombia y otros países como Estados Unidos, Zambia y Marruecos desarrollando su carrera artística, Franklin decidió volver a San Basilio de Palenque para fundar la Escuela de música Famía rí tabalá, donde enseña música palenquera, sin ánimo de lucro, a niños y niñas del pueblo.

La vida en San Basilio de Palenque

“En Palenque todos somos músicos por naturaleza, todos bailamos, cantamos y tocamos algún instrumento”, dice Franklin con una sonrisa en su rostro; tiene el cabello ensortijado, una camisa naranja con flores amarillas y un collar de madera con un dije de un tambor.

Franklin habla desde San Basilio de Palenque, un corregimiento de Mahates, Bolívar, declarado Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad por ser el primer pueblo libre de la América colonial; un lugar fundado por esclavos que se fugaban de Cartagena en el siglo XVI tras ser liberados por Benkos Biohó.

Los esclavos africanos fugados se establecieron para vivir en libertad y con autonomía en San Basilio de Palenque, donde hoy en día se conservan algunas tradiciones como el lenguaje, la comida, el baile y cultura propia de los africanos.

“Palenque es un pueblo rico en cultura, nosotros somos descendientes de africanos, de personas traídas en calidad de esclavos cuyo refugio fue Palenque, aquí ellos lograron la libertad”, cuenta Franklin al pie de un árbol desde el patio de su casa.

En San Basilio de Palenque se conserva el palenquero, una lengua que tiene su base léxica en el castellano, pero que integra bantú africano, portugués y francés.

Durante la entrevista, Franklin Hernández y Laura Benavides, desde Bogotá, hablaron en palenquero y compartieron detalles sobre esta lengua con los asistentes, quienes aprendieron, por ejemplo, que “¿cómo cu sa tá?” quiere decir “¿cómo está usted?”.

Su trayectoria artística

Franklin Hernández creció en el sector de Chopacho, “a unas tres casas de donde vivía Graciela Salgado”, reconocida cantadora de bullerengue y voz principal de la agrupación Las Alegres Ambulancias de Palenque, también conocidos como los Batata.

“Desde muy niño escuchaba todo el tiempo el sonido del tambor, mi oído se fue desarrollando, fui practicando por mi cuenta lo que veía y escuchaba con las ollas de mi casa, con los tanques para llenar el agua, esos eran nuestros tambores”, comenta Franklin, quien reconoce la influencia que tuvo la familia Batata en su formación.

-En algún momento tendí a parecerme mucho a los Batata porque me gustaban y practicaba mucho sus repiques, entonces los fui interiorizando y los hacía sin querer, era algo que ya estaba dentro de mí. Pero luego fui buscando mi estilo.

El primer grupo donde estuvo fue uno de danza llamado Oriki Tabalá, del profesor Sebastián Salgado, donde empezó a tocar sus primeros pininos, tambores y a interpretar danzas como el Mapalé, Puya y Son de negros.

Después se inclinó por el bullerengue: “yo comencé a tocar en los velorios cuando era un niño. No era bien visto un niño tocando un tambor en Palenque, porque el tambor del bullerengue siempre ha sido para mayores.

Ya en esta época los jóvenes nos hemos apropiado de esto, pero en ese entonces no. Yo comencé a tocar con Graciela Salgado y Dolores Salinas en los velorios”.

-En Palenque cuando se muere una persona, se canta, se toca, se baila y se llora; no es fiesta, es un ritual, es la forma de despedir un muerto, nuestra forma de expresar el dolor -explica Franklin.

Como integrante de Oriki Tabalá, uno de los grupos referentes de San Basilio de Palenque, empezó a viajar y asistir a festivales de bullerengue y eventos culturales, principalmente en Cartagena de Indias, donde tiempo después estudió música en el Instituto de Bellas Artes.

Durante sus años como universitario, fundó el grupo de bullerengue “Manos Prietas”, que se volvió muy popular y fue invitado a distintos festivales de bullerengue.

Franklin comenzó a viajar a nivel internacional tocando con distintos grupos. Ha hecho presentaciones en Estados Unidos y Zambia. En 2013 estuvo en Marruecos con el grupo Tambores del Cabildo, presentando una adaptación musical de Changó, el gran putas, novela de Manuel Zapata Olivella adaptada musicalmente por el director Rafael Ramos.

-Después me fui a vivir a Bogotá con la gran ilusión de que la gente conociera mi talento y estar en un buen grupo. Allá toqué con diferentes grupos folclóricos, pero las cosas no se dieron. Luego me fui a vivir a Barranquilla, donde trabajé mientras estudiaba licenciatura en música en la noche.

Cuando se graduó, un amigo de Necoclí le dijo que estaban buscando un profesor de tambor para enseñarle a un grupo de niños en una escuela. Franklin viajó y comenzó a trabajar a principios de 2018.

-En Necoclí, Antioquia, que es un pueblo referente en bullerengue, se hace un festival en el mes de octubre. Cuando yo presenté el resultado de mi proceso, la gente preguntaba que de dónde eran esos niños, pues nunca habían visto a sus propios niños transmitir esa conexión.

“Yo comencé a enseñar porque me di cuenta de que nosotros somos muy ricos en cultura en San Basilio de Palenque, somos referentes tocando los tambores. Muchos niños no tocaban el tambor, entonces yo me puse la tarea de enseñar lo que yo aprendí y que nunca me pudieron enseñar”, agrega Franklin.

Escuela de música Famía rí tabalá

Cuando se le venció el contrato en Necoclí, Franklin decidió volver a Palenque a fundar su propia escuela de música. “Yo comencé a ensayar con mi tambor y veía que los niños se iban acercando, hasta que un día que no aguanté más, les pregunté si querían aprender tambor y al día siguiente comenzamos”.

-La llamé escuela de música y no escuela de tambor o percusión porque nosotros realmente necesitamos que nos capaciten en música. Además de aprender a tocar el tambor, que es nuestro principal instrumento, necesitamos aprender otros instrumentos como la gaita, el saxofón, un bajo, un piano. Nosotros somos músicos, tenemos la capacidad y podemos hacerlo.

Famía rí tabalá quiere decir Familia del tambor. La escuela inició con pocos tambores, tenían que completar con tarros y tanques con agua. Franklin dice que le recordaba sus inicios: “yo también dañé muchas ollas en mi casa, yo me volaba del colegio cuando escuchaba un tambor”.

Hoy en día, la escuela tiene alrededor de 30 niños y niñas. “Es muy satisfactorio que los niños y jóvenes se sigan apoderando de la cultura del tambor, que es lo que realmente nos identifica como palenqueros”, agrega Franklin.

-Mi objetivo es primero que los niños reconozcan las partes del tambor, que se den cuenta que es de la naturaleza, que sientan el respeto que hay que tenerle al instrumento. Yo les digo que el instrumento todavía está vivo, entonces cuando lo vas a tocar tienes que ponerle sentimiento y ganas.

Luego les enseña los referentes de la historia del tambor, del bullerengue y sus máximos exponentes tanto en Palenque como la costa Caribe. Después aprenden los golpes básicos del tambor, comenzando con la cumbia o el bullerengue para que los niños se sientan más identificados.

-Así hago con todos los instrumentos, desde el tambor hasta la marímbula y las maracas. Hacemos reconocimiento, vemos historia, practicamos golpes y ritmos hasta que empezamos a montar canciones.

En vista de que la Escuela Famía rí tabalá sigue creciendo y cada vez llegan más niños, Franklin ha lanzado una campaña para recolectar ya sea instrumentos directamente o dinero para comprarlos.

“Las personas que nos quieran ayudar serán todas bienvenidas, porque la idea es fortalecer este hermoso proceso y hacerlo con amor por la cultura. A mí me encanta trabajar con los niños y niñas porque eso es lo que les va a quedar para toda la vida”

“A mí nadie me paga, no me gusta cobrarles a los niños porque mi intención no es hacer plata sino mantener los niños ocupados en algo para alejarlos de malos caminos, y qué mejor que sea aprendiendo el tambor, aprendiendo música”, agrega Franklin.

Para contactar a Franklin, pueden hacerlo a través de sus números 3013793327 0 3166363169, o través del Facebook de Famía rí tabalá. Para donaciones, ha dispuesto la cuenta de ahorros de Bancolombia # 86700023097.

“Ya hay gente que nos ha apoyado. Desde Europa nos apoyaron por medio de un amigo, Juan Loayza, gracias a un crowdfunding nos van a llegar ocho tambores y dos tamboras.

Un amigo de Cumbias Percusión se unió también y nos regaló una hermosa tambora desde la ciudad de Bogotá”, cuenta Franklin y extiende la invitación para quien quiera apoyar su proyecto de fortalecer la cultura musical en San Basilio de Palenque.

Por Juan David Morales, jefe de redacción de la plataforma de comunicaciones de Color de Colombia.

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** Franklin Hernández participó en el conversatorio virtual “Experiencias musicales en San Basilio de Palenque” (27 de julio), organizado por Bienestar Institucional de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, de Bogotá. Daniel Ramírez y Jenny León condujeron la conversación.

*Trazador misional de esta publicación de Fundación Color de Colombia: Línea estratégica 4: Cultura, identidad y comunicaciones. Iniciativa 1: Periodismo cultural. Proyecto: Bullerengue nacional.

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