Esta misma semana mi amigo y gran artista Edgar Alvarez, publicó en su blog del Espectador el robo de el que había sido víctima, y reflexionaba posteriormente en una tira sobre el tema de dar papaya.
https://blogs.elespectador.com/ealvarez/2013/10/28/las-tristes-aventuras-del-senor-papaya/
Pude ver en su facebook todo el proceso de indignación que sufrió porque envió unas cajas desde California a Colombia y le llegaron saqueadas, algunas personas le decían, » pero hermano, ¿Para qué da papaya?» y a raíz de eso él decide contar toda la historia y la histeria de sentirse violado, según sus propias palabras, de sentir esa impotencia, y ese dolor por confiar y al mismo tiempo ser tildado como pendejo.
Esa es la idiosincrasia contra la que tenemos que luchar, no dar por sentado que: «Es que eso en Colombia es normal, ¿ A quién se le ocurre enviar una cámara de video por vía postal?»
Bien por Edgar y por contar su historia, le pasa a mucha gente y les toca resignarse, porque ya ni derecho a pataleo tenemos, hay que seguir haciendo publico estos hechos a costa de «hacer quedar mal al país» el silencio es sólo el cómplice de estos delincuentes. Y como esta nota de Edgar suceden muchas más a diario: «Me desvalijaron el carro, pero ¿ A quién se le ocurre dejarlo ahí?» “Me robaron en el Transmilenio ¿Pero a quién se le ocurre llevar la mochila en la espalda?” …
Existe un mundo donde eso es lo normal, se envían objetos por correo y llegan, se deja el carro parqueado toda la noche en la calle y amanece con el radio y los limpiaparabrisas y las mochilas se llevan en la espalda, y nadie se le ocurre cuestionar si es que el dueño es imbécil por hacerlo.
Ahora imagínese usted lo que puede sentir una mujer cuando ha sido víctima de violación y el policía de turno le dice: ¿Pero a quién se le ocurre ir con esa minifalda por la calle?.