Por: María Alejandra Vega Triana
En el ecofeminismo las mujeres son consideradas las cuidadoras naturales del planeta y víctimas de la degradación ambiental debido a la existencia de un modelo de desarrollo que atenta contra la sobrevivencia de la naturaleza y la población femenina. Las mujeres son el agente de cambio y liberación que hará posible restaurar una relación sana, armoniosa y desde abajo entre ambiente y sociedad.
En resumidas cuentas, el ecofeminismo busca ligar a las mujeres con el medio ambiente en tanto ambos son usados como métodos de dominio para buscar determinado fin; más puntualmente, el ecofeminismo une el medio ambiente a las mujeres rurales. No es de extrañar que estos métodos estén ligados a las formas de propagación de poder en el conflicto armado colombiano, en donde se busca tanto poseer las tierras como los cuerpos de las mujeres que habitan en ellas.
El problema consiste en que mientras hayan fines socioeconómicos que legitimen la tenencia de tierras que están ubicadas geográficamente de manera estratégica, se usarán formas violentas para acceder a estas, viendo así a las mujeres como una forma para la propagación del miedo por medio de la violencia sexual, pues el cuerpo de las mujeres tiene una connotación profunda dentro del conflicto armado. En este escenario no solo se busca el acto sexual por sí mismo, sino que se busca hacer explicito el control del territorio, en donde las mujeres son un botín de guerra que intenta demostrarle a los hombres de las comunidades que no son capaces de protegerlas. Sin embargo, el trauma queda en la pérdida de dignidad de las mujeres, un trauma de donde es muy difícil de salir por la carencia de medios tanto físicos, como no tangibles (lo que sería una carencia de manejo de los espacios geográfico que “son propios del hombre”: lo social, público y político).
Por la constancia de sucesos como estos me pregunto de manera más general ¿cuál es el significado que históricamente se le ha dado a las mujeres y a la tierra en Colombia? Es un significado que se puede evidenciar desde la mirada capitalista y patriarcal, en tanto existe una simbiosis que busca que estos dos se legitimen para perdurar en el tiempo. Esto ocurre porque en Colombia existe una alta importancia por relegar el medio ambiente al extractivismo, al monocultivo, a la ganadería extensiva y más puntualmente a la industrialización.
A su vez, se busca relegar la mujer al hombre y a los fines del mismo, donde en el ámbito rural se puede ver que pese a que las mujeres trabajen la tierra, muchas veces no se logran percibir como las dueñas de la tierra pues se les ha enseñado
que aquel que tiene dominio sobre la propiedad de la tierra es su pareja. De igual manera, está el caso en el que no se auto perciben como las protagonistas de sus vidas como mujeres y como posibles agentes de transformación, sino como la madre que atiende el hogar o la esposa que cumple con satisfacer sexualmente a su marido, enseñanza que es transmitida de manera generacional. Aunque esto último no es necesariamente un aspecto rural, el ser vistas como bienes de alguien más es algo que hasta hace relativamente poco era muy normalizado por las mujeres colombianas.
Estas situaciones traen de fondo no solo violencia directa de los medios per se, sino una violencia híbrida en la sociedad colombiana (la combinación entre violencia directa, cultural, estructural y simbólica), en tanto la “tierra solo es para producirla” y “las mujeres solo son para la casa”. Aquí me gustaría llamar la atención sobre medios de comunicación, en especial los televisivos, que influyen mucho en esta visión y reproducen la lectura de “quien tiene mujeres y tiene tierras, es quien tiene poder”; porque reproducen la cultura en la que hemos crecido, en la que vivimos y en la que naturalizamos estos hechos de degradación de seres vivientes. En ellos se alaban a los grandes hacendados que con dinero puede acceder a lo que quieran y hacer y deshacer sobre las propiedades que tienen o aquellas películas (de hecho casi todas) donde los hombres son aquellos que tienen un propósito, donde viven su vida como quieran, y son admirados por ello y las mujeres son solo su complemento; donde su única función es mostrarse semidesnuda durante toda la filmación y ser la compañera de los hombres protagonistas.
Esta es la visión del mundo que se le ha dado a las mujeres y al medio ambiente. Si bien ambos han tomado mayor importancia recientemente debido a acciones feministas y ambientalistas, aún hay mucho por hacer, no es posible cambiar la cultura de toda una sociedad tan marcada en tan poco tiempo, pero es bueno que progresivamente se vaya reconociendo este daño que está dentro de lo que ha sido el conflicto armado y de la sociedad colombiana. No se puede seguir viendo a los seres vivientes como mero recurso para determinado fin. Cada acción es importante, cada victoria que se consiga a favor de las mujeres y la preservación del medio ambiente muestra que hay personas que están inconformes con cómo se muestra y cómo se actúa sobre los mismos.
Por ende, son muy importantes las acciones del nuevo gobierno que marcan un punto a favor de las tierras y de las mujeres. Con la nueva propuesta de reforma agraria del gobierno vigente y la creación del ministerio de la igualdad y la equidad están sacando a relucir a aquellos grupos que han sido invisibilizados históricamente y los están sacando del ámbito privado al ámbito público, dándoles la importancia que se merecen. Solo el tiempo dirá si estas acciones son efectivas y dan un giro importante en la dirección que las ecofeministas buscamos.