Por: Diana Valentina Hortúa Hortúa

Si en su buscador escribe la frase “joya escondida” seguro le mostrará millones de resultados de recomendaciones de restaurantes y lugares para conocer, y claro, es la frase perfecta cuando uno encuentra un producto tan bueno y tan poco conocido.

En una búsqueda maravillosa que arrojó un resultado mejor, llegó a mí una joya escondida, el cortometraje “Matronas” realizado por el director Víctor Alexander Palacios, un apasionado por la comunicación comunitaria en Cali y en distintas ciudades y municipios de Colombia. Por su labor ha recibido importantes reconocimientos como la Mención Especial a Mejor Medio Comunitario en el Premio de Periodismo Semana Petrobras en el año 2007 y con su primer largometraje documental “Matachínde” ganó en la categoría de mejor documental en el Festival de Cine y Video de la Comuna 13 en la edición del año 2014.

En el 2019, en colaboración con Señal Colombia y en conmemoración del día de la mujer lanzaron “Matronas”, un producto audiovisual que involucró una sinergia entre el equipo de producción y el Consejo Comunitario del Río de Yurumanguí, mediante la co-construcción de conocimientos que dio como resultado una obra audiovisual sin precedentes que narra algunas de las tradiciones de la Semana Santa de esta comunidad.

La historia tiene como personajes principales a Damaris Aramburo, Benita Canga y Esmeralda Aramburo, 3 mujeres de la comunidad del Río Yurumanguí que desempeñan un rol fundamental en la comunidad: la conservación y transmisión de saberes ancestrales que aportan a la paz del territorio. Los saberes de los cuales ellas gozan son fruto de un proceso generacional, una herencia de saberes a través de relatos orales de sus madres y abuelas que narraban temas como la medicina ancestral, la espiritualidad, la música, las fiestas patronales y recetas del pacífico.

El cortometraje recibe el nombre Matronas, concepto asociado con la guía durante el proceso de gestación, la constancia, el cuidado y el saber de una mujer para contribuir al nacimiento de un nuevo miembro de la comunidad. Esto me lleva a pensar que las matronas en el contexto del conflicto armado del territorio son la brújula para la comunidad a lo largo de este proceso de construcción de paz y transmisión de conocimientos de manera oral que contribuyen a esa esperanza de vida.

Sus saberes son parte esencial de su cultura e identidad, las cuales están presentes en sus acciones diarias y con el cortometraje se logra resaltar una de las habilidades de la comunidad: su potencial comunicativo. Mediante cantos como el alabao se logra construir un espacio de conocimiento y cultura para que sus hijas, nietas y próximas generaciones puedan apropiarse de las tradiciones desde una temprana edad, así como en su momento lo hicieron Damaris, Benita y Esmeralda.

“Matronas” es una reivindicación al territorio, pues tan solo llegar a la primera vereda del río conlleva un viaje en lancha de tres horas desde el puerto de Buenaventura. Además, realizar una producción que comprende la necesidad de involucrar a las y los habitantes del Río de Yurumanguí y al Consejo Comunitario en la realización del cortometraje demuestra que mediante la interacción y el diálogo (el cual se pensaría como improbable) se logran procesos de co-creación y co-construcción sobre los caminos de la paz.

Por otro lado, destaca a la mujer como un referente para salvaguardar y compartir generosamente estas tradiciones que permiten sembrar paz en tierras que se mostraban áridas debido al alto grado de violencia que ha sido un factor constante en la historia de la comunidad. De acuerdo con el Centro Nacional de Memoria Histórica en el informe publicado en el año 2015 “Buenaventura: un puerto sin comunidad”, entre el año 2000 y 2003 se registraron 475 personas desaparecidas y 26 masacres. Una de las más conocidas: la masacre de El Naya perpetrada por El Bloque Calima de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) en el 2001 durante la Semana Santa. Según la Comisión Colombiana de Juristas (CCJ), en esta masacre las mujeres fueron las principales víctimas de torturas, agresiones sexuales, vejámenes y mutilaciones.

En ese sentido, el cortometraje recalca la importancia y el rol de la mujer dentro de su comunidad, al ser matronas de la paz que han guiado y contribuido a los procesos comunitarios mediante la transmisión de saberes ancestrales que han pasado de generación en generación. Es así como la riqueza cultural de esta comunidad, su potencial comunicativo, sus maravillosos ecosistemas y manglares llegan a la pantalla grande para resaltar todas las potencialidades del territorio y dejar en la pantalla chica, aquella historia de violencia de la cual fueron víctimas.

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