Por: Angie Lisseth Lora Salazar
El cambio climático ocupa la agenda pública a nivel global. El Foro Económico Mundial en su informe número diecisiete, The Global Risks Report 2022, analiza el top diez de riesgos y los clasifica en función del nivel de impacto y su grado de incertidumbre. Cinco de ellos son riesgos de naturaleza medioambiental y los efectos del cambio climático ocupan el primer puesto como se muestra a continuación:
Figura 1: Los diez riesgos más severos a nivel global para los próximos diez años
Fuente: Foro Económico Mundial (The Global Risks Report 2022)
El informe también evaluó el horizonte de los riesgos globales y cuestiona cuándo se convertirán los riesgos en una amenaza crítica para el mundo. Entre el periodo de 0-2 años, el cambio climático ocupa el primer puesto; en el periodo de 2-5 años se encuentra el fracaso de las acciones frente al cambio climático ocupando el primer puesto y finalmente, entre el periodo de 5-10 años, cinco riesgos de carácter ambiental ocupan los primeros puestos: los efectos del cambio climático, la meteorología extrema, la pérdida de biodiversidad, las crisis de recursos naturales y los daños humanos al medioambiente.
En el año 2015, 192 países más la Unión Europea firmaron el Acuerdo de París, en el que se reconoció el Cambio climático como un problema para toda la humanidad y se pactaron compromisos para enfrentarlo. La crisis económica creada por la Pandemia por COVID-19 retrasó los esfuerzos y acciones frente a este, pues los países tuvieron que darle prioridad a las medidas de corto plazo para restaurar su crecimiento económico. En 2021 por ejemplo, la deforestación en el Amazonas se aceleró luego de la recesión inducida por la pandemia y las tensiones geopolíticas y posturas de los países en desarrollo alto, que son grandes emisores, complicó las acciones frente al clima.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio climático, COP27, que se celebra en noviembre de este año, tiene como principal patrocinador a la compañía Coca- Cola, uno de los grandes productores de plástico con un modelo de negocio basado en combustibles fósiles, quién admitió en el 2019 que usaba más de tres millones de toneladas de envases de plástico al año. De ahí que se entienda la desidia e inacción frente al cambio climático.
Ahora bien, a pesar de que existe plena evidencia científica sobre el aumento de la temperatura en la tierra “Calentamiento Global”, potenciado a su vez por la tala indiscriminada de árboles, la contaminación de los ecosistemas y las emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente Dióxido de Carbono, como resultado de la producción desmedida de energía y fabricación de otros materiales a partir de combustibles fósiles (petróleo, gas natural, carbón), los escépticos del cambio climático rechazan categóricamente las explicaciones científicas, debido a intereses particulares motivados por los Estados en desarrollo alto, que subsidian modelos extractivistas y manejan discursos manipuladores en la era de la “Posverdad”, es decir, los “hechos objetivos” quedan opacados por la “verdad subjetiva” que muestran los medios digitales a favor del poder político. En ese sentido, los individuos hiperconectados no se preocupan por indagar sobre los hechos y quedan subordinados a esa “verdad subjetiva” que les muestran.
El sociólogo Guiddens, menciona en su paradoja que, con relación a la amenaza del cambio climático, la sociedad no afrontará seriamente los riesgos debido a que no perciben los peligros como tangibles por lo que actúan pasivamente para enfrentarlos. Por otro lado, cuando las consecuencias se hagan visibles, siendo necesaria la movilización de la sociedad a nivel global, será demasiado tarde. Guiddens, tiene razón y permite dar algunas explicaciones respecto al accionar de la humanidad. Los medios de comunicación han saturado tanto a las personas con escenarios catastróficos y “distopías”, que esto ha disminuido su capacidad para preocuparse y han perdido el miedo.
En el año 2017 Climate Tracker, realizó una publicación sobre cómo las personas procesan la información que llega a través de sus sentidos, donde la psicología y las emociones cumplen un rol fundamental y, en consecuencia, obligan o no, a actuar ante el cambio climático o continuar, negándolo.
El Cambio climático no es evitable pero sí podemos mitigarlo, incluso en un mundo globalizado donde la vida moderna y sus privilegios resultan tan atractivos que olvidamos las consecuencias de esta amenaza. El calentamiento global y el impacto negativo al medio ambiente son fenómenos que afectan a todos los países y Colombia lo sufre de manera especial. Somos uno de los países más megadiversos del planeta y la posición geográfica con costas en el Pacífico y Atlántico aumenta su vulnerabilidad.
Toma de acción
La Agenda 2030 plantea en los objetivos de Desarrollo Sostenible, específicamente el número 13 la adopción de medidas perentorias para combatir el cambio climático. Así las cosas, se debe realizar en los territorios una adecuada planificación a través de los diferentes instrumentos como políticas, estrategias y planes.
En 2015, Colombia se comprometió en el Acuerdo de Paris, en reducir en un 20% sus emisiones de gases de efecto invernadero, respecto al nivel proyectado para el año 2030. Se formuló además la Ley 1931 de 2018 que establece las directrices para la gestión del cambio climático y a nivel territorial la formulación de instrumentos como los Planes Integrales de Gestión del Cambio climático Territoriales (PIGCCT) que deben estar articulados a los Planes de Desarrollo. Adicionalmente, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS) de Colombia expidió la Resolución 0849 del 5 de agosto de 2022, «Por medio de la cual se establece la Guía para la formulación e implementación de los Planes Integrales de Gestión del Cambio climático Territoriales – PIGCCT», sin embargo, a la fecha se cuenta con veinticuatro documentos PIGCCT elaborados de carácter departamental y otros están en fase de formulación.
Se requiere en los territorios el trabajo mancomunado de todos los actores sociales, entidades públicas con capacidad institucional que adopten medidas que propicien la reducción de emisiones, la transición y sustitución de combustibles fósiles (energías renovables) y fortalecimiento de las zonas rurales a través del desarrollo local endógeno y comunitario en los territorios, para hacerlos más resilientes frente a los efectos del cambio climático (estrategias de adaptación, mejores prácticas de producción, conservación de fuentes hídricas, conservación de biodiversidad a través de la conservación de ecosistemas) y la inclusión de los riesgos en los diferentes instrumentos de planificación territorial.