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Amor con amor se paga

Represa del tominé

Hace unos días fui a almacenes Éxito por la noche a recoger el mercado que había comprado en línea. Me estacioné en el lugar indicado para este servicio, que queda precisamente al lado de una de las cajas del parqueadero. Me había estacionado un poco retirada del timbre, aunque baje todo el vidrio del carro no alcanzaba, así que la señora celadora que estaba a cargo de la caja, me ayudó inmediatamente. 

Me llamó la atención la amabilidad, de esas personas que sonrien con los ojos y que se les nota la alegría en la mirada. Me saludó y me dijo que no me preocupara que ella presionaría el timbre por mi y que ya bajaban a entregarme mi mercado. Volvió a su caseta a validar un par de tarjetas de parqueadero de unas personas que estaban llegando.  Pasaron unos minutos y baja una señora, se acerca a la caja a validar su tarjeta y le dice a la señora celadora: -¿Quiere pizza?-  y le muestra la caja de pizza y continúa. -Lo que pasa es que estoy sola, quería comer pizza pero no imaginé que la pizza fuera tan grande-  La celadora, sonríe con los ojos y le dice -¿De verdad?- como incrédula… La señora muy delicada en sus palabras, imagino que para no hacerla sentir mal, le aclara que la pizza está intacta, que ella solo sacó sus dos pedazos y cerró la caja. La señora celadora se emociona y sale rápidamente de su caseta a recibir la pizza, le agradece, le dice que Dios se lo multiplique y la señora se va y se monta en su camioneta que estaba diagonal a mi carro y arranca.

La señora celadora toda feliz con su caja de pizza, me mira y me dice -Huele más rico!-. Le dije que qué delicia de sorpresa y que por qué no se la comía de una vez para que no se le enfríe. Me dijo que no podía comer ahí, pero que en media hora salía. Faltaba un cuarto para las ocho de la noche.  Me dijo que cuando saliera, antes de coger el bus se la comería, me dijo que vivía en Soacha y que eran como dos horas de camino.   Ahí llegó mi mercado, me despedí y arranque. 

Cuando me fui quedé con esa sensación de alegría de haber visto esa escena donde dos personas desconocidas se cruzan y una sorprende gratamente a otra.  Fue una sorpresa, además me encantó la manera en que la señora regaló la pizza, esa intención de compartir.   

Y es que a veces la vida nos pone a personas que nos sorprenden. Esta semana mi perrito Copito estaba malito con gripa y está tomando antibiótico. Por recomendación de su veterinario, cómo es un perrito adulto es necesario tener más cuidados con el clima al momento de sacarlo. Estos días que han sido de mucha lluvia, por fin una tarde dejó de llover y aproveché para salir con copito y darle una vuelta.  Cuando íbamos varias cuadras lejos de casa, comenzó a llover. Me metí en una frutería y le conté a la señora que estaba en la caja que mi perrito no se podía mojar porque estaba malito, así que íbamos a escampar ahí mientras tanto. La señora inmediatamente sacó bolsas y comenzó de la nada a confeccionarle un impermeable a Copito, le puso una bolsa en la cabeza, le acomodo las orejas, le puso otra como una capita en el cuerpo, haciéndole un moñito en el cuello.  Yo la miraba totalmente sorprendida de ver esa capacidad de ayuda hacia otro ser.  Yo no le pedí ayuda, a ella misma le nació ayudar. 

Una de mis hermanas veía constantemente a una pareja de venezolanos que vendían aguacates y estaban con una niña y decidió llevarle unas bolsas de ropa que tenía en buen estado. Cuando se los entregó, el señor supremamente agradecido le dijo a mi hermana que por favor recibiera unos aguacates hass en agradecimiento. Mi hermana le dijo que no era necesario, pero el señor insistió y mientras le preparaba la bolsa con sus mejores aguacates le dijo “Es que Amor con amor se paga”. y le entregó la bolsa. 

La vida siempre nos pone momentos donde podemos ayudar y sorprender a las personas que nos cruzamos en la vida, las conozcamos o no. Y a veces la sorpresa es para ambas, dar es tan importante como recibir.  

En el libro Burlar al diablo de Napoleón Hill, escrito en 1938, dice “Aprende esta lección: Solo encontrarás la felicidad, si ayudas a otros a encontrarla”. Los pequeños detalles no son otra cosa que felicidad momentánea… y finalmente de eso se trata la vida.  

Después del verbo AMAR, el verbo AYUDAR es el más hermoso. 

 

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