Hace unas semanas tuve un sueño extraño de esos que uno amanece angustiado pero no sabe bien por qué. En el sueño vi a una amiga y a su esposo, pero nada claro, sin embargo me dio temor y tan pronto desperté le escribí a mi amiga, para preguntarle cómo estaba.  Me respondió que estaba bien, sin novedad en el frente.  

Con mi amiga es de esas amistades que hablamos de todo sin filtro, hemos hablado muchísimas veces acerca del tema de la muerte, de si algo pasara… Pues en muchas ocasiones en estos 7 años escribiendo en estas páginas de El Espectador he tocado el tema de las voluntades anticipadas, de hablar sobre la muerte con nuestros seres queridos. No solamente el tema médico de que si quedamos en estado vegetativo o tuviéramos una enfermedad terminal, qué estamos dispuestos a permitir y qué no. También en el tema de que con nuestros seres queridos tengamos claridad sobre las cosas materiales de la pareja o cuando se depende económicamente o tienen hijos, entre otras cosas.  

He recibido muchísimos mensajes a lo largo de estos años, de lectores de mi blog que al morir algún ser querido no han podido hacer el duelo bien, por las preocupaciones que generan las cosas materiales, si la casa era propia, si no, si había cuentas bancarias, claves, si había pólizas, si se tiene empresas, cómo está organizado todo, etc.  

Viendo que quedé un poco angustiada por el sueño, le pregunté a mi amiga: Oye, si algo le pasara a tu esposo, ¿tienes conocimiento de todas las cosas de las empresas, negocios, pólizas, ya han hablado de la muerte etc?

Y se molestó, me respondió que no le quitara la tranquilidad con esas preguntas. Señas de que no ha tenido esa conversación con su esposo.  Y pues no es de mi incumbencia, simplemente le preguntaba porque había quedado preocupada por mi sueño.  

Les confieso que quedé un poco sorprendida con la respuesta, pues con ella hemos tenido muchas conversaciones sobre el tema, contándonos casos de personas conocidas.  Esas conversaciones, aunque sabemos que son de vital importancia, muchas veces las posponemos.  Me disculpo públicamente con mi amiga por la imprudencia de mi pregunta, (se que me está leyendo).   

Le tengo pánico a las muertes así de repente. Tal vez por mi temor personal, es que esos temas me parecen supremamente importantes y no me parece que sean temas para posponer con nuestra familia.  Ninguno de nosotros sabe a ciencia cierta cuándo es la fecha de caducidad, ni cómo será ese momento nuestro o el de nuestros seres queridos, pero hay que hablarlo.

Así como somos responsables al pagar los servicios, responsables con nuestras finanzas, con nuestro día a día, es parte de la responsabilidad personal no dejarle problemas a nuestra familia por no darle espacio en las conversaciones a estos temas. 

¿Si usted faltara, sus hijos están asegurados? ¿Podrían continuar con sus estudios?  ¿Si usted y su pareja faltaran, quién podría hacerse cargo de sus hijos? Si usted tiene personas a su cargo y usted faltara, ¿saben qué hacer con las cosas? ¿Tiene pensión? ¿hay seguro de vida?  ¿Tiene seguro funerario? Son muchas cosas que hay que hablar.  Y no solo para las familias que conviven juntas, también para quienes vivimos solos, es importante hablar del tema, hasta de quién se quedaría con el perrito, quién lo cuidaría, etc. Y claro, no se pueden dejar de lado los temas después de, si uno quisiera que lo cremaran o no, qué hacer con las cenizas, etc. 

Actualmente hay seguros de vida con muy buenas opciones de cubrimiento en salud y en enfermedades específicas, hasta transporte para ir a  tratamientos entre muchas cosas más que uno no contempla hasta que se encuentra en una situación así. Yo por ejemplo dependo de mi trabajo y así como muchas personas, si algo pasara en salud que me impidiera trabajar, ¿qué haríamos?  Hay que ser precavidos. Así como puede que no ocurra nada, si da un parte de tranquilidad en el porvenir el hecho de estar cubiertos. 

Esas conversaciones son importantes no solo porque generan tranquilidad en el futuro sino también porque son un polo a tierra. Muchas veces entre el diario vivir, el ajetreo diario, las preocupaciones, el trabajo, las noticias, el estudio, etc, comenzamos a poner las ocupaciones encima de las personas… Y recordar que somos seres finitos nos hace equilibrar las cosas y valorar a quienes tenemos y queremos. 

Al pensar en que llegará el día que esas personas no estén con nosotros o nosotros no estemos con ellos, por el fortuito cambiar de los tiempos, nos hace resetear el corazón, para caer en cuenta de lo importante en la vida. Y de verdad dedicar tiempo a lo que realmente tiene verdadero valor.   

La  vida cambia en un segundo, lo que das por hecho hoy tal vez mañana no esté.  

Andrea Villate

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