Los puertos de montaña tienen su carácter, hay unos amables, otros rudos y otros sencillamente espectaculares. Por ello, la alegría que experimentamos al conquistarlos tiene matices. Unos nos brindan éxtasis, orgullo, amor propio y algunos nos colman de un regocijo inexplicable.
Bogotá, 15 de febrero de 2021. Eso fue lo que vivimos en esta nueva visita al Sumapaz, el ‘Gigante escondido’, el páramo más grande del mundo, ubicado a 3740 metros sobre el nivel mar y a unos cuántos kilómetros del perímetro urbano de Bogotá.
Escalar cada una de las curvas de esos 27 kilómetros que conectan a la antigua población de Usme con el Parque Nacional Natural, es una renovación energética, por no decir que una purificación, pues este coloso es más que un destino ciclístico.
La imponencia de los campos, las montañas filosas, el aire fresco, la niebla, el frío y los frailejones hacen de esta ruta un verdadero santuario y conexión con la vida.
La unión hizo la fuerza
En nuestro tercer ascenso al Sumapaz contamos con la participación de varios ciclistas que se dieron cita en la Av. Boyacá con Avenida Primero de Mayo, el domingo 14 de febrero. El deseo de llegar a casi cuatro mil metros de altura en apenas 100 kilómetros había producido una gran motivación en los asistentes.
Guiados por el conocimiento de la ruta por parte de la Sinfonía del Pedal, los pedalistas iniciaron la marcha pasadas las 7:00 a.m. Como una serpiente con mil patas, el grupo avanzó por la avenida Boyacá, hasta conectar con la población original de la localidad de Usme.
Pero esa alegría que compactaba al pelotón se vio estropeada por un cierre arbitrario de la policía de la localidad, que un arrebato desmedido decidió prohibir el paso únicamente a los ciclistas. Por el contario, los vehículos de toda índole, motocicletas y transeúntes podían seguir sin problemas.
Según los uniformados, el cierre lo había ordenado la comandante de la policía del sector, porque en algunas ocasiones habían visto a ciclistas indisciplinados tomando trago en el camino. Además de ese absurdo, afirmaron que los campesinos se habían quejado, porque los ciclistas le llevan el covid.
La obstrucción provocó una gran aglomeración de ciclistas procedentes de distinto lugares. De esta manera quedó bloqueada la única y estrecha vía que conduce a la localidad de Sumapaz por casi una hora.
Los apasionados de las bielas exigieron una explicación contundente, pues no existía ningún decreto o norma que impidiera el paso por una vía pública a personas que se transportaban en bicicleta.
El cuento de los supuestos ciclistas indisciplinados planteaba un escenario inquisidor o moralista, mientras el señalamiento, según el cual, los ciclistas eran portadores del Covid, no era más que la aplicación de una restricción que había caducado en Bogotá.
Afortunadamente, la unión y la presión permitió que abrieran el paso. Eso sí, a lo largo del camino aparecieron grupos de motociclistas, grupos que avanzaban a pie, vehículos de enseñanza de conducción y festejos en algunas tiendas.
Es necesario recordar que la localidad de Usme termina, donde acaba la vía pavimentada. De ahí en adelante, empieza la localidad rural de Sumapaz, la cual también cuenta con una vía pública, por donde transitan vehículos. ¿Por qué los ciclistas no podemos ir? ¿Por qué hay minería en otros páramos y no pasa nada?
La ruta de la paz

«… Llegar hasta ese prodigioso lugar, a puro pedal, fue alucinante. 30 kilómetros de ascenso colmados de verde y azul en todas sus tonalidades, con un toque especial de neblina en los últimos km (los más duros) y un espectáculo visual a cargo de los reyes del páramo: los frailejones, que desplegados por el valle dan paso a lagunas como la de Chisacá, donde nace el río Tunjuelito. Gracias a La Sinfonía del Pedal por la impecable organización y el acompañamiento, este rutón valió cada maldito segundo que esperamos para que nos dejaran subir jajajajaja”, Lorena Rivera.

“Una ruta poco popular para hacer en bici de ruta a 3750 sobre el nivel del mar, pero vale toda la pena hacerla, 30 km de ascenso por un camino lleno de árboles, frailejones y lagunas. Gracias a La Sinfonía del Pedal por permitirme conocer este maravilloso lugar y por tan buena organización. Regrese a casa con el corazón desbordando felicidad y agradecimiento”. Paola Fuentes.

“Gracias a la Sinfonía del Pedal por tan increíble salida, excelente evento, amé esta ruta”, Natalia Castro.

“Es tu fuerza de voluntad que te guía en el camino para que puedas cumplir los retos que te llevan a sobrepasar tus propios límites. Un ascenso magnifico a 3740 metros sobre el nivel del mar para llegar al Páramo de Sumapaz. Infinitas gracias a La Sinfonía del Pedal por remolcarme en esta travesía”, Diana Morales.

“Salida con el parche de vecinos organizada por la Sinfonía del Pedal. Cómo siempre el páramo es generoso con nosotros y nos regala sus magníficos paisajes. Gracias a medidas absurdas de La policía Nacional perdimos una valiosa hora en el recorrido. Afortunadamente logramos realizarlo”, Giovanni González.

“Un gigante que tenemos muy cerca de nuestra querida localidad de Usme, un verdadero paraíso al que se llega sin pagar un solo peaje y se disfruta del ecosistema del exuberante páramo, el más grande del mundo. De las mejores rutas al sur de Bogotá. Ruta segura, con unos paisajes únicos. Gracias a La Sinfonía del Pedal por la excelente logística”, Javier Sánchez.

“Tal vez hasta ahora esta es la mejor rodada que he hecho. Gracias al equipo de La Sinfonía del Pedal por darme la oportunidad de conocer y disfrutar rodando el páramo más grande del planeta”, René Velásquez.

“No hay mayor felicidad que conocer nuevas rutas en bici, esta vez, hacia el Parque Nacional Natural Sumapaz, el páramo más grande del mundo, un paraíso lleno de paisajes cambiantes, climas variables y con una elevación hasta llegar a los 3700msnm. Una experiencia inolvidable y que definitivamente realizaré varias veces más. Gracias a La Sinfonía del Pedal por tan grata invitación”, Samuel Parra.

“No solo fue mi mayor reto en este bello medio de transporte, también fue mi primera protesta por prohibirnos el paso al páramo, pero la unión hizo la fuerza y aquellos tres policías no tuvieron más remedio que decirnos “Siga usted”. Muchas gracias a la Sinfonía del Pedal por esta tremenda y ‘dolorosa’ experiencia”, Santiago Suárez.

“Llegar a la cima, como respirando por un pitillo, es una de las sensaciones más comunes de los ciclistas que subimos al Sumapaz. No es fácil recorrer más de 100km y llegar a los cerca de 3800 msnm… ¡¡¡Pero con orgullo de ciclista aficionado y deportista de muy bajo rendimiento puedo decir que coroné!!! Gracias a la Sinfonía del Pedal”, Carlos Vargas.
Agradecimientos:
Tatiana Nossa (fotografía y guía de la logística), Jaime Bautista (conductor y coordinador logística), Fabio Penagos (motociclista acompañante) y David Triana (guía ciclista).
Escrito por: César Augusto Penagos Collazos
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