La música clásica siempre ha gozado de buena reputación, pues mejora la concentración y la creatividad, según numerosos estudios. En esta ocasión, me aventuro a agregar una nueva bondad: su impacto en la actividad física-deportiva.
La música clásica siempre ha gozado de buena reputación, pues mejora la concentración y la creatividad, según numerosos estudios. En esta ocasión, me aventuro a agregar una nueva bondad: su impacto en la actividad física-deportiva.
“Nuestra paciencia logrará más que nuestra fuerza.” Edmund Burke
Bogotá , 06 de junio de 2025. Hablar de música clásica puede producir repulsión en estos tiempos donde prevalecen los relatos breves. Un concierto tradicional de una orquesta profesional suele extenderse dos horas. Una sinfonía con sus acostumbrados cuatro movimientos puede durar entre 40 y 50 minutos.
Dicho de otra manera, una sinfonía vendría siendo como una media maratón en el campo de la música comercial, donde prevalecen canciones cada vez más cortas. Tanto una sinfonía como una media maratón contienen distancias mentales y físicas colosales para alguien no entrenado.
No son pocas las ocasiones en las que las obras de un concierto de música clásica carecen de una melodía definida a la cual aferrarse, un lugar conocido y predecible, como suele sucedernos con los coros de las canciones comunes.
No, en ocasiones la interpretación puede navegar una sonoridad que desarrolla temas dentro de otros temas sin regreso y sin aparente conexión; un viaje intrincado lleno de desconciertos. Así como cuando uno va en bici y le dicen “en la próxima curva termina la subida”.
También suele suceder que las partituras llevan a la audiencia por los caminos del silencio, esos momentos supremamente delicados en los que apenas se percibe la vibración de una cuerda de violín o el tímido canto del oboe. Solemos interpretar lo estruendoso como lo bueno.
Esos ambientes – la delicadeza y el silencio – son los más difíciles, porque exigen del público algo excesivamente caro de conseguir, que es la paz interior, una condición que podemos traducirla como aquella tranquilidad mínima que nos permite estar en el momento presente, alejados de esos afanes que suelen arruinarnos el disfrute.
El entrenamiento de la paciencia en la música clásica
Durante los más de 10 años que llevo asistiendo a conciertos de la Orquesta Filarmónica de Bogotá he aprendido que crear el hábito es la base del goce posterior. Si bien, en un principio las sonoridades de la música clásica parecen distantes a nuestro mundo, es la continua exposición a este género la que va abriendo la grieta de la sensibilidad.
Es muy similar al atleta principiante al que le pesa y le duele absolutamente todo en sus primeros intentos por tratar de instaurar una rutina. Pero con el paso de los meses, por qué no decir que, con el paso de los años, empieza a forjarse un acople dichoso entre cuerpo y mente que lo hace todo más fácil.
“Tener paciencia. Todas las cosas son difíciles antes de que se vuelvan fáciles.” Saadi
Sentarse en el auditorio a escuchar una orquesta termina siendo, nada más y nada menos, que la ardua labor de controlar el alboroto de nuestra mente, como quien contiene una cascada.
Con el mundo entero detenido, insertado en el tiempo presente, es posible escuchar el diálogo maravilloso orquestal, descubrir lógicas sonoras de los compositores y empezar a deleitarse por este u otro instrumento y sentir una transformación del ánimo al final de un concierto.
La aplicación de la paciencia en el deporte
Si bien no soy un ejemplo para demostrar que escuchar música clásica lo hace a uno más fuerte físicamente, sí puedo confirmar que es posible transferir esa paciencia y concentración ganada alrededor del arte al deporte.
Sobre una bicicleta, nadando o trotando pasa algo similar: hay que tener paciencia. El dolor o la incomodidad producida por el esfuerzo físico deben ser enfrentados y superados.
“La paciencia no se puede adquirir durante la noche. Es igual que la construcción de un músculo. Todos los días hay que trabajar en él”. (Eknath Easwaran)
Para lograrlo hay que entrenar la mente en el manejo de los tiempos y las distancias, que pasa necesariamente por una actitud paciente. Lo contrario es la desesperación que agrava todo y suele conllevar a la derrota.
Es en el ejercicio de la paciencia y habitando el momento presente en el que podemos vigilar el cuerpo y la mente. Es la capacidad de poder entender qué es lo que nos empuja a la renuncia ¿las piernas? ¿el pecho? Una vez detectado, es imprescindible empezar una especie de administración de esa fatiga, hasta dominarla.
Aunque tal vez no sea nada físico, sino cierto nivel descontrolado de impaciencia por terminar ya. Descubrir esos aspectos y sobrevivirlos, es sin duda un valor agregado para el mejoramiento deportivo.
Fortaleza mental
En los pasados Juegos Olímpicos (Francia 2024) varios deportistas llamaron la atención por sus prácticas de meditación antes de encarar la competencia. Equipos de distintos países le han apostado a la inclusión de psicólogos deportivos con el propósito de trabajar la fortaleza mental.
El mindfulness y la meditación para reducir la ansiedad y mejorar la concentración; la visualización, una técnica de imaginación del desempeño y, entrenamientos cognitivos para desarrollar resiliencia y a manejar situaciones adversas de los atletas, han sido incluidos en los planes de entrenamiento.
El arte y, en especial la música clásica, pueden ayudar a crear un camino, una actitud hacia esos niveles de conciencia que faciliten una manejo de la mente mucho más poderoso.
Si por casualidad usted ha llegado a este párrafo y tiene curiosidad por sumergirse en el mundo de la música clásica, por experiencia propia le recomiendo empezar con los más ‘suave’, así como cuando alguien empieza a correr y va aumentando distancia y velocidad.
Hits de la música clásica de todos los tiempos
Internet nos permite acercarnos a lo más selecto de este género, ingresando a la emisora alemana Klassik Radio, que procura tener la mejor programación.
En Bogotá los curiosos tienen una amplia oferta musical de este tipo, tanto de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, como de la Orquesta Sinfónica Nacional, por mencionar apenas las dos grandes entidades dedicadas a la noble labor de mantener la chispa prendida de la cultura.
Escrito por César Augusto Penagos Collazos
Instagram: @la_sinfonia_del_pedal
Mail: [email protected]
Los editores de los blogs son los únicos responsables por las opiniones, contenidos, y en general por todas las entradas de información que deposite en el mismo. Elespectador.com no se hará responsable de ninguna acción legal producto de un mal uso de los espacios ofrecidos. Si considera que el editor de un blog está poniendo un contenido que represente un abuso, contáctenos.