Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

Cómo se define la personalidad

El mundo social nos refleja una imagen nuestra. Es en comparación con los otros que podemos definir el grado en el que somos de una u otra forma. Nos consideramos amables si al compararnos con los otros vemos que somos más simpáticos. Los sicólogos definen la personalidad en cinco rasgos. Esta teoría ha calado en el mundo académico; sin embargo, el asunto de quiénes somos es tan complejo que es mejor no creer mucho en ninguna teoría, hasta que sea ampliamente aceptada. En sicología existen las estadísticas, pero no las demostraciones. Debido a los números y a las correlaciones, algunas ideas suenan más convincentes. Veamos algunas de estas.

La teoría de los cinco grandes rasgos es una de las que más apoyo ha tenido. Que quede claro, no ha pasado el consenso. Estos cinco rasgos son las variaciones entre:

Extroversión o introversión. Extroversión se define como sociabilidad, locuacidad, asertividad y excitabilidad. Los extrovertidos tienden a buscar estímulos sociales y oportunidades para relacionarse con los demás. Se muestran animados, y positivos. El introvertido no es que tenga miedo o fobia social, solo que pasa mejor tiempo estando solo.

Apertura a nuevas experiencias o conservador. Estos con altos niveles de apertura buscan gran variedad de experiencias, se sienten animados con lo desconocido. Exhiben altos niveles de curiosidad y gozan con los cambios y con las sorpresas. Las personas conservadoras prefieren la rutina y a las personas y a las ideas familiares; se les puede percibir como de mente cerrada.

Escrupulosidad o irresponsabilidad. La escrupulosidad es el rasgo de la personalidad de ser cuidadoso y diligente. La escrupulosidad implica el deseo de hacer bien las tareas y de tomar seriamente las obligaciones con los demás. Las personas concienzudas tienden a ser eficientes y organizadas. Lo contrario es ser tranquilo y desordenado. Son autodisciplinados, responsables con la amistad, diligentes, enfocados; generalmente son confiables, pulcros y sistemáticos.

Empatía o antipatía. Las personas empáticas son usualmente altruistas. Lo contrario es ser egoístas e indolentes. Aquellos que obtienen una puntuación muy baja en amabilidad muestran signos de comportamiento como el deseo de manipular, actitud de competencia con los demás y de no de cooperación.

Neuroticismo o tranquilidad. El neuroticismo lleva a un general mal humor. Los neuróticos son aquellos que experimentan frecuentemente ansiedad, preocupación, miedo, ira, frustración, envidia, celos, culpa, estado de ánimo deprimido y soledad. Las personas neuróticas tienden a ver situaciones ordinarias como amenazantes, y a tomar frustraciones menores como insoportablemente difíciles. A menudo son cohibidos y tímidos.

Existen test para definir estos rasgos. Quién haya tomado el test se habrá dado cuenta de que las respuestas varían apreciablemente según nuestro humor y los accidentes del día.

Instalación artística Saleh Sokhandan

Otras teorías achacan a los padres una gran responsabilidad en la personalidad de sus hijos. Algunos sicólogos creen que los padres que validan los sentimientos y emociones de sus hijos facilitan el camino del autoconocimiento y de la reflexión personal. Parece ser que los niños se gustan a sí mismos cuando sus padres gustan de ellos. Una posición punitiva y crítica de los padres menoscaba la autoconfianza del niño; así como la no validación o la malinterpretación de sus emociones le impiden el autoconocimiento. La indiferencia es altamente dañina para la sicología del niño. Los niños necesitan atención para crecer sanos mentalmente. Los padres son los primeros jueces y son el primer margen de referencia con el que se juzga el mundo. Un niño no puede saber que sus padres son castigadores y crueles, pues no tiene otras referencias para comparar. Más fácilmente llegará a pensar que no es digno de su amor. Los padres pueden ser malos modelos: no siendo amorosos o justos, siendo volubles, inconstantes, locos o egoístas; entonces el niño creerá que la razón de ser maltratado se debe a ser como es él.

El niño está programado para creer en lo que los padres digan (en general esto trae ventajas para la supervivencia). El niño no puede apelar a su ingenuo e inexperto criterio para lidiar y resolver los problemas que ofrece la realidad. Debe creer en la palabra de sus padres, y creer con fe absoluta.

El niño se compara con sus padres. Estos pueden parecer modelos inalcanzables que lo hacen sentir muy poca cosa. O pueden ser modelos justos que lo hacen sentir con gran potencial. En general, dicen los sicólogos, los niños necesitan ante todo la certeza de que el amor de sus padres es incondicional. El amor incondicional es independiente de las acciones malas o buenas del niño.

Sin duda los padres tienen una gran influencia sobre los hijos. Tienen el potencial de dañar la sicología de un niño para siempre. Se ha comprobado que la mayoría de los niños que sufren maltrato infantil son adultos que tienden a maltratar y a ser socialmente desadaptados.

El grito. María Antonia Vélez

El asunto es que cuando los padres son relativamente buenos, la sicología del niño parece estar direccionada por muchos otros aspectos. Esto es algo que también se puede comprobar. Los mellizos idénticos, educados en familias separadas, se parecen mucho en los rasgos de la personalidad, no importa cuán diferentes hayan sido los ambientes en los fueron criados.

El por qué somos como somos sigue siendo algo misterioso. Lo más tenebroso es que la inteligencia artificial será más inteligente que la humana para descubrir el yo de cada uno. Ya se está viendo. Al correr programas en los que se nos observa o cuantifica, por puro ensayo y error, los algoritmos de Facebook y de Google, por ejemplo, con sus datos masivos sobre nuestros comportamientos en Internet, terminan descubriendo qué nos atrae verdaderamente, a qué prestamos más atención, cómo es nuestra capacidad de distraernos, nuestros gustos musicales, literarios, artísticos, capacidad altruista y de compasión, nuestra apertura a lo desconocido, nuestra sexualidad, nuestra capacidad de consumismo, y de quién sabe cuántas cosas más. Será algún programa en Internet el que nos diga en realidad quienes somos, con mayor capacidad de predicción que cualquiera. No olvidemos que conocer significa poder predecir.

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