Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

¿Eres un Zombi?

En los rituales del vudú, el sacerdote encargado cree que puede meter su alma dentro del cuerpo de otra persona, no sin antes inducirle la muerte, una clase de muerte no definitiva, pues solo “entra” transitoriamente en el cuerpo, con el fin de dominar su alma, para luego resucitarlo. La palabra «zombi» tiene su origen en una palabra africana «Nzambi», que significa «espíritu de una persona muerta”.

El etnobotánico Wade Davis (autor de El río) cree que en Haití los sacerdotes que practican el vudú utilizan tetrodotoxina (TTX), un químico que se extrae del pez globo. Con esta sustancia se paraliza al individuo, causándole una especie de muerte aparente, que permite luego “resucitarlo”. Para esto se le da estramonio, una planta que contiene escopolamina y hiosciamina, sustancias que, además de ser alucinógenas, adormecen la voluntad. El temor de los haitianos, según cuenta Davis en su libro Passage of Darkness. The ethnology of Haitian Zombie, es el de ser esclavizado por otros, tener dominada la conciencia, perder lafacultad de decidir.

En su más común acepción, un zombi es alguien cuyos actos están dominados por otro; usualmente hace daño sin poder controlarlo, pues aunque puede actuar, carece de conciencia. Zombi, para muchos biólogos, es un estado mental en el cual el sujeto se comporta de una manera absurda, capaz de atentar contra su propia vida. Gramaticalmente, el concepto de zombi se utiliza para denominar un tipo de verbo que se convierte en sustantivo, para volver la prosa más pomposa; por ejemplo: la frase “A no se conecta con B” podría convertirse en: “La conectividad entre A y B no se resuelve debidamente”.

Son extravagantes y crueles algunos de los recursos que encuentra la evolución para asegurar la supervivencia; en este caso, para infectar el cerebro de un organismo, dejarlo sin voluntad y hacerlo actuar a favor de otro y en contra de sí mismo. Cabe destacar que la evolución ya había creado zombis, mucho antes de que lo hiciéramos con la imaginación. El más conocido es el perro enfermo de rabia. En la mayoría de los casos, el virus se trasmite por la mordedura de un animal infectado. El perro, en cuya saliva se encuentra el virus, muerde todo lo que encuentra en su camino, se muestra desorientado y a veces llega a tener convulsiones. Su estado mental se encuentra trastornado, movido por la gran pulsión de morder, clara estrategia del microscópico virus para propagarse.

Pero hay otros  casos más espectaculares, como los de la chicharra, la mariquita, la hormiga y el camarón. Cuando la chicharra busca animales muertos entre la maleza, para alimentarse, la larva de un parásito llamado “lombriz cabello de caballo” se le mete y empieza a crecer dentro de su cuerpo. En su estado adulto, la lombriz es acuática; así que al llegar a la madurez, modifica el comportamiento de las neuronas de la chicharra, hace que esta se tire al agua y se ahogue; entonces abandona su huésped. Las mariquitas y las orugas ofrecen otro ejemplo aún más tenebroso desde el punto de vista humano. Cierto tipo de avispa las pican, y al hacerlo les inyectan una larva. Estas crecen dentro de los cuerpos de los huéspedes y se los van comiendo lentamente sin tocar sus partes vitales, hasta terminar su crecimiento. En este momento, la avispa ya formada sale del sumiso anfitrión, al que muchas veces mantienen vivo  para que sus minúsculos sistemas nerviosos continúen esclavos, al servicio de la avispa.

Algo similar hace otro tipo de avispa, que utiliza las cucarachas para su propio beneficio: las convierten en zombis pasivos. El sistema nervioso de la cucaracha se altera y las neuronas que responden al peligro simplemente no lo hacen, lo cual la lleva a ser presa fácil, entonces el parásito puede reproducirse e infectar, más cuerpos.

El diablo de cierto tipo de camarón de agua salada es la tenia. Esta no solo castra al camarón, sino que también le cambia el color, de blanco a rosado, y lo pone a vivir en grupos, cuando naturalmente es un animal solitario; todo esto, con el fin de llegar al estómago del flamingo, pues solo allí puede reproducirse. El camarón se vuelve rosado y vive en comunidad, con el objetivo de formar, con los otros camarones, una gran mancha rosada en el agua, que atrae los flamingos. Estos se comen los camarones y se infectan. El ciclo queda asegurado.

El Toxoplasma gondii es uno de los parásitos más comunes de la tierra, y afecta al 30% de la población. Infecta tanto a mamíferos como a aves, pero solo puede reproducirse dentro de los gatos. El parásito produce quistes que se depositan en las heces del animal; el contacto con estas infecta nuevos huéspedes. Una rata contagiada se convierte en zombi, deja de temer a los gatos y en vez de repulsión, como es lo usual, siente curiosidad por ellos, prácticamente se expone a ser devorada. El parásito llega al paraíso: al interior del gato; bien, y el inocente gato se encarga de contagiar a los humanos.

En los humanos, el estrés crónico produce ansiedad y depresión, lo que a su vez conduce a un mal funcionamiento del cuerpo: dolores de cabeza, inflamación del colon y presión alta. Cuando estamos estresados liberamos citoquinas inflamatorias, que alertan al sistema inmune. El cuerpo responde al estrés como si se tratara de una infección, y al estrés crónico, como si se tratara de una inflamación crónica. En el intestino, la microbiota juega un papel importante en la regulación de la respuesta inmune. En suma, somos microzoológicos móviles, influenciados por los cambios químicos que las bacterias y los microbios nos producen; diminutos seres en sus tamaños, pero gigantes en su capacidad tanto regeneradora como destructiva.

Los humanos tampoco estamos libres de actuar como zombis. Los parásitos, las bacterias, los protozoos y hongos que viven en nuestro cuerpo afectan nuestra sicología. Cerebro e intestinos se comunican permanentemente por medio de los sistemas nervioso, hormonal e inmunológico. Algunos especímenes de esta “fauna” pueden liberar neurotransmisores, que viajan por el nervio vago hasta llegar al cerebro. Cuando esto ocurre, poco a poco vamos descubriendo que somos dominados por otros, sin ser muy conscientes de ello. En esos casos mostramos comportamientos antinaturales, en contra de los instintos de supervivencia, y así atentamos contra la propia vida. En ocasiones nos comportamos como manada inconsciente y obediente, aunque los comandos para la absurda lucha provengan de una entidad extraterrenal, invisible y etérea.

No solo la microbiota del intestino nos afecta el comportamiento, también nos afectan ciertos memes culturales que se comportan como virus (memes como unidades de conocimiento que se trasmiten de unas personas a otras). La cultura contiene memes útiles y con ellos se convive en sociedad, pero también hay algunos muy peligrosos y dañinos. El hecho de pertenecer a un grupo social nos hace vulnerables a “infecciones” con esos memes; en particular, a los memes del fanatismo. Son variados: las religiones, las ideologías políticas, las verdades adquiridas por medio de la publicidad…

En particular, la religión es un meme que se aprovecha de un cerebro blando y joven para actuar; una vez ha sido inoculado en el cerebro del niño, lo convierte para toda su vida en obediente ciego e incondicional a los mandatos enseñados, en un zombi incapaz de ir en contra de las “verdades” inoculadas, aunque las encuentre incongruentes. Las religiones “infectan” los cerebros con memes ideológicos, hasta el punto de llegar a destruir la cordura del creyente de tal modo que este es capaz de torturar y quemar de manera inhumana a los ”herejes”, justo a aquellos infectados por otros memes opositores, o a sacrificar su propia vida por tales verdades. Para nada le sirve al creyente saber que las verdades que recibe son una entre más de mil que conocen los antropólogos, y que tienen mandatos a veces contrapuestos. Porque los cerebros trastornados por los memes religiosos son incapaces de advertir las incongruencias y los infantilismos, aunque si los advierten con suma claridad cuando los observan en las otras religiones competidoras.

El individuo afectado es capaz de ir en contravía de la evolución, y llega a veces al extremo de inmolarse, sacrificar sus cuerpos para satisfacer a sus dioses, seres inventados por la imaginación humana. Un meme puede lograr absurdos como el de amarrarse una bomba al cuerpo y hacerla explotar en un bus lleno de niños inocentes, con el convencimiento de que esa es una manera de honrar a sus dioses y viajar al paraíso, o de actos absurdos como el ocurrido en noviembre de 2014 en Nepal: el sacrificio a machete limpio de 5.000 bueyes, que no fueron a parar al estómago de tantos muertos de hambre, que debió ser su destino natural, y en cambio se sacrificaron para complacer a los dioses, lo que demuestra cuán grave, extrema e incurable llega a ser una de esas infecciones.

Los memes culturales son individuos poderosos. A unos los hace que sacrifiquen la vida por el comunismo, a otros por el capitalismo, a otros por el catolicismo o por el islamismo o por el budismo. La tecnología de la persuasión política, comercial o religiosa conoce muy bien las debilidades humanas y sabe cómo someternos. El proselitismo es una forma de infectar a otros con ideas. La publicidad, por ejemplo, convence a la gente de que necesita cambiar de teléfono celular cada año, le hace sentir la necesidad imperiosa de accesorios, ropa, objetos y un sinnúmero de cachivaches, para llenar un espacio cada vez más atiborrado de estos. Pocos, muy pocos, al comprar reflexionan sobre los recursos no renovables que se destruyen para producir un nuevo objeto. Y ¿por qué? Porque ya tenemos un “virus” adentro que nos dice con insistencia: “ve y consume más y más”, y el individuo no es consciente de que en el fondo está obedeciendo ciegamente mandatos que han sido inoculados en su cerebro por los grandes empresarios.

Cuántas necedades peligrosas hacemos al seguir con obediencia infantil los mandatos de  la moda, la política, la publicidad. En la sociedad moderna estamos infectados por una enorme variedad de virus mémicos. Por eso es importante ser conscientes de esto, como una manera de empezar a desarrollar “anticuerpos”, otros memes opuestos que nos libren de obedecer ciegamente a la locura de aquellos memes irracionales, mandatos que terminarán por destruirnos a todos.

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