Mi Opinión

Publicado el Ben Bustillo

¡Vuelos humanitarios mi trasero!

 

Hieden a todo – como corrupción – pero de humanitario, mi trasero huele mejor, porque las condiciones son demasiadas. Para hacer una historia larga corta, este es el caso personal. Tengo las dos nacionalidades, estadounidense y colombiana, y en los últimos casi cuatro años he estado viajando entre los dos países constantemente. En Barranquilla tengo apartamento arrendado, en Los Ángeles turno mi estadía entre las casas de mis tres hijos ya que mi casa la tengo alquilada.

Llegué a Los Ángeles el 17 de enero, un día antes del cumpleaños de mi única hija con la idea de regresar la primera semana de marzo. Sin idea de que se podría presentar esta pandémica situación, estallaron las noticias relacionadas con el coronavirus y comenzó la cuarentena, especialmente para personas de mi edad, 70 años, con asma y presión alta. Cuando la orden del gobernador de California se hizo efectiva, estaba en casa de mi hija, y aquí me quedé por todo este tiempo.

Luego ambos gobiernos cerraron sus fronteras impidiendo vuelos internacionales, dejándome varado en Los Ángeles. No importa cuánto disfrute de la compañía de mis hijos y nietos, extraño la independencia de mi propio espacio, por lo que inicié mi viaje de regreso a Barranquilla junio 4 de Los Ángeles a Miami y junio 5, de Miami a Barranquilla.

American Airlines me vendió el pasaje, por lo que pensé que tenían información confidencial que no tenía la opinión pública, ni empleados de ciertas áreas del gobierno. Eso de la suspicacia colombiana tiene su historia y es demasiado extensa. Lo peor de todo, es que con el episodio de Avianca vendiendo tiquetes cuando estaba a punto de declararse en bancarrota, el presidente Duque desautorizó a las aerolíneas a vender tiquetes en Colombia.

Sí, lo compré cuando estaba en Los Ángeles, y el último día de abril, pero para poder comprarlo barato, hay que hacerlo con el tiempo anticipado que la aerolínea ofrece. Además, casi siempre viajo clase ejecutiva, aunque no coma por un tiempo.

Después de investigar lo que dicen las autoridades colombianas – las estadounidenses ya no tienen la frontera cerrada para viajar a Colombia, – me puse en contacto con el representante de los colombianos en el exterior, Juan David Vélez, solicitando información para los vuelos humanitarios en abril 20.

Me dijo lo que tenía que hacer, llené el formulario, y me comuniqué con el consulado de Los Ángeles el 22 de abril. Les mandé otro correo mayo 4, y contestaron, mi segundo correo sin firmar, y mi primer correo la vicecónsul Juliana Uribe Mejía. Se nota que no leyó mi correo, porque la información que me mandó fue la de renovar mi permiso con el gobierno de Estados Unidos – algo que no necesito ya que en mi mensaje comenté lo de las dos nacionalidades.

Sé que las posibilidades de que un vuelo humanitario salga directamente desde Los Ángeles son casi nulas y cien por ciento imposible a Barranquilla (a lo mejor soy el único barranquillero en California queriendo regresar), pero en mis comunicaciones he ofrecido viajar a la Florida, que es de donde sea más factible iniciar el vuelo de regreso.

En la información que recibí tanto de Juan David como de Juliana, en ninguna parte mencionan que la RESOLUCIÓN No. 1032 de 8 de abril de 2020 obliga hacer la cuarentena en Bogotá. Es más, en el primer formulario que me enviaron tampoco lo menciona y preguntan donde la haría, y contesté que en mi apartamento en Barranquilla.

Cuando me enteré de que habían hecho un viaje el 13 de mayo y no me incluyeron, contacté nuevamente al consulado el 25 de mayo incluyendo las siguientes preguntas: “Por favor mencione también si tienen una lista de espera acá en Los Ángeles, la totalidad de ellos, quien en el consulado está a cargo de este programa, la orientación política de cónsul y Vicecónsul.” También les indiqué que estaba escribiendo este artículo.

Me contestaron el 26 de mayo y es cuando hacen referencia a la obligación de hacer la cuarentena en Bogotá. Referente a las otras inquietudes, se hicieron los sordos y mudos.

Al hacer la cuarentena obligatoria en Bogotá, claramente hace la tal ayuda humanitaria discriminatoria. En otras palabras, los vuelos humanitarios son única y exclusivamente para los bogotanos.

¿Qué sentido común tiene para los que vivimos en otras ciudades si los vuelos nacionales están cancelados como igualmente lo viajes interdepartamentales terrestres? Como en mi caso, ¿pagar hotel indefinidamente hasta cuando se les ocurra aprobar nuevamente los viajes nacionales? Ya no hay centavos en mi bolsillo para costear mi estadía acá en Los Ángeles, mucho menos en Bogotá solo, expuesto a ¿quién sabe qué tipo de situaciones en todo sentido, un viejo de 70 años asmático con presión alta?

Pero eso de los costos altos a los vuelos humanitarios abre otro paréntesis: ¿Hay ayuda de los consulados para quienes estamos varados en el exterior? Lean esto: “Resolución de la Cancillería 1250 del 8 de abril de 2020, mediante la cual indica que los gastos de representación de los embajadores, jefes de misión permanentes, cónsules generales centrales, entre otros, pueden ser utilizados en la atención y gestión de apoyo enmarcadas en la protección y salvaguardia de los intereses de los colombianos ya mencionados que se encuentran en estado de vulnerabilidad, en razón de la situación de emergencia causada por la pandemia del COVID-19.”

Además, ¿Cómo utilizan lo que la ministra de Relaciones Exteriores, Claudia Blum, señaló que hay un presupuesto de $14.600 millones para ayudar a los connacionales a regresar?

Resumiendo, hay dos fuentes de dineros para distribuir en la repatriación de los que necesitamos regresar. ¿Quién los controla? ¿Sabrán los del cuerpo consular y congresista que están sujetos a procedimientos legales por el “State Department” y el “IRS” cuando trabajan en Estados Unidos?

Por último, ¿a qué partido político pertenecen la Canciller Blum, el representante de los colombianos en el exterior Juan David Vélez, el Cónsul de Colombia en Los Ángeles, Alfonso de Jesús Vélez Rivas y la Vicecónsul Juliana Uribe Mejía? De los dos primeros, ni hablar, porque tienen la U de Uribe tatuada en la frente.

Alfonso de Jesús es diplomático de carrera desde julio 1º de 1986 y traté por varios medios de encontrar su afiliación política, pero no encontré fuente que confirmara. Sin embargo, no se puede dudar de que es cuota de alguien.

Juliana no es diplomática de carrera; es más, se nota a leguas de ser cuota burocrática de alguien ya que el puesto que tiene como Vicecónsul en Los Ángeles es su primer trabajo en la Cancillería con apenas cuatro meses de experiencia como funcionaria de dicha entidad.

A la conclusión que puedo llegar es de que los vuelos humanitarios son solamente para los bogotanos y los uribistas. ¿Y los presupuestos? ¡Hum! Eso es canto gregoriano, pero de que regreso al tema, regreso. ¿Cómo? Dentro del artículo doy una clave como hacerlo.

Como buen costeño (no caribeño porque pertenezco a esa generación) termino diciendo: ¡me jodí con el vuelo humanitario, porque no soy cachaco y mucho menos, uribista!

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