Mi Opinión

Publicado el Ben Bustillo

Plebiscito, una conspiración para continuar delinquiendo

Santos vs uribe

Ya sea para el sí o el no, no le puedo encontrar otra definición, ya que es una extensión a las manipulaciones que políticos profesionales tienen en su poder.

Empecemos por las definiciones de la dos palabras, plebiscito y conspiración, por la Real Academia Española. Plebiscito: Esta es una de las definiciones: “Consulta que los poderes públicos someten al voto popular directo para que apruebe o rechace una determinada propuesta sobre una cuestión política o legal.”

Conspiración: Dicho de varias personas: “Unirse contra su superior o soberano.”

Ahora analicemos como se definen estas dos palabras de acuerdo a la legislatura colombiana; comenzando con plebiscito, de acuerdo a la LEY ESTATUTARIA 1757 DE 2015: “Artículo 1°. Objeto. El objeto de la presente ley es promover, proteger y garantizar modalidades del derecho a participar en la vida política, administrativa, económica, social y cultural, y así mismo a controlar el poder político.”

Conspiración: El concepto de conspiración nos lo proporciona el artículo 17.1 del Código Penal, según el cual: «La conspiración existe cuando dos o más personas se conciertan para la ejecución de un delito y resuelven ejecutarlo».

Un concepto personal es que toda forma de gobierno es una conspiración para delinquir. Dejémonos de vainas y aceptemos como realidad que los políticos se eligen es para beneficiarse ya sea económica o políticamente; y manipulan, confabulando cualquier recurso dentro de lo llamado legitimidad hasta las mismas puertas de la definición del acto criminal, para conseguir los resultados que buscan. Más claramente, conspiran para controlar el poder político y el erario nacional.

Siguiendo la idea de los párrafos anteriores, estos conspiradores han escrito leyes para ser criminales legalmente. Para colmo de males, los elegimos “por voto popular.”

Los colombianos nos encontramos en la encrucijada histórica del siglo 21: Votar por un acuerdo de paz, que no es un concepto total por las ramificaciones que trae el postconflicto y que no está complementado todavía, y por la continuación del status quo. Noten que no he usado los términos paz o guerra, o Uribista y Santista.

Pero analizando superficialmente las razones de ambas ideologías, el sí y el no, son tan vagas y demagogas para conseguir seguimiento o apoyo, que los argumentos usados por ambos bandos, son específicamente inicuos con el solo propósito de confundir a las masas.

Los Santistas o pacifistas dicen que es mejor un acuerdo que nada, sin tener en cuenta que uno de los mayores enfrentamientos que tiene el acuerdo, es la reinserción. ¿Cómo diablos se reincorpora una mente que está acostumbrada a lavados cerebrales diarios para matar y con arengas comunistas fallecidas acostumbradas a actos criminales? ¿Cuál será el próximo nombre? ¿FARCRIM?

Y los Uribistas o guerreros pretenden acuerdos “justos” parecidos a los que hicieron con los paramilitares. Empecemos diciendo, que a los “paracos” los traicionaron y los tienen amedrentados para que no hablen. Y segundo, ¿creen a los de las FARC tan estúpidos que, teniendo un antecedente como la rendición de los paramilitares, van a dejar las armas para ir a una cárcel? No sean idealistas (estoy usando una palabra decente), nadie aceptaría esos términos a menos que sea engañado.

Hay otra cosa más, ¿creen que el negocio de la droga va a terminar? ¿Cuáles son los arreglos secretos que se han firmado? ¿A manos de quién pasará tan lucrativo negocio? ¿Cómo se están lavando los dineros que tienen las FARC? ¿Es por eso que hay un BOOM en el negocio de la construcción en todo el país?

Abran los ojos, que debajo del forro de oveja, se encuentra un lobo.

Siguiendo la conceptualización anterior, sería lógico que expresara mi opinión, que es que, arriba de toda definición, está muy por encima mi visión de una ideología colombiana para futuras generaciones. Mi generación y la de mis hijos han sido afectadas precisamente por aceptar acciones gubernamentales como propias y verdaderas, cuando en realidad no son más que una conspiración criminal para delinquir.

Mi esperanza es que alguna vez exista una generación que adquiera un grado de conciencia superior al del beneficio personal y sea reemplazada por un deseo de favorecimiento global, empezando por el más cercano, el familiar. Pero ese sentimiento está definido en la palabra utopía.

Por eso, debo mantener mis reservas en el voto plebiscitario: ni sí ni no. No permito que los políticos manejen mi conciencia intelectual, porque mi voto no tiene ninguna significancia ya que los dados están lanzados; porque este espectáculo, no es más que un enfrentamiento de dos corrientes políticas.

Comentarios