En contra

Publicado el Daniel Ferreira

Un rebaño de elefantes, Margarita Valencia

Reseña. Un rebaño de elefantes, de Margarita Valencia, Editorial Pre-textos, 2014. 95 pg.

La novela familiar de los neuróticos, se daba, según Freud, en la primera etapa del desarrollo del adolescente: la pubertad. Ahí convertíamos la historia familiar en una narración. El objetivo de esta narración, que venía en forma de sueños despiertos, de tergiversación de relatos caseros, de autofabulación del árbol genealógico, era ocupar un espacio en el clan, preparar la rebelión que hacemos para autoafirmar la individualidad. Esa novela mental del neurótico, es el guion de nuestras rebeliones, el cifrado de la niñez perdida. Al construir la historia doméstica de los parientes, buscamos el rol que ocuparemos nosotros en el álbum, o en el melodrama, o en la tragedia familiar.

Un rebaño de elefantes, de Margarita Valencia se compone con noticias domésticas de hace más de cincuenta años, coleccionadas, filtradas e interpretadas por la memoria de un personaje que desdobla cartas e interroga sensaciones y dibuja escenas. Margarita no es una niña que se reinventa la historia familiar. Es una escritora que urde un relato con retales de un mundo desaparecido y construye el mundo propio y la identidad de un personaje. Este libro fragmentario y leve, de poco menos de cien páginas, se constituye en crónica familiar (ejercicio que ha arrojado obras tan notables como Léxico familiar de Natalia Ginzburg, Las historias de Giovanna de Miyó Vestrini o los Fragmentos de memoria de Giulio Einaudi). Es una crónica con varios registros (cruce de voces, descripciones, enumeraciones) y un universo propio: las observaciones, los recuerdos de sensaciones y atmósferas, las aventuras domésticas, la enumeración del origen, las cartas fragmentadas, la dispersión de los miembros del clan que componen el libro, todo está situado entre las nieblas del páramo y los vapores reverberantes de tierra caliente (entre Pamplona, Cúcuta, Cachirí, frontera venezolana, y Bogotá). En esta Crónica familiar, la autora, sin embargo se ha hecho a un lado. Su presencia se enmascara en el título, para proyectarse en la construcción de un personaje. La historia que enlaza las partes, es la de Zeta, la hija tardía, quien nace en el limbo de la vejez de sus padres y la adultez de sus hermanos, lo que la margina de los dos mundos y la fuerza a una extraña pulsión por reconstruir la historia del clan y el lugar que ocupa dentro de su propia familia.

Otro aspecto en que se equivoca Freud es que esa novela familiar usualmente es una investigación para probar la vida sexual de la madre y la autoridad del padre. El equívoco nace de una generalización de su dogma: que el recuerdo esconde algo (siempre significativo), y que el sexo es la fuente de todo nuestros tabúes. Dice Freud que la novela familiar es el guion de nuestros orgullos. Dice también que usualmente el adolescente magnifica las historias y se inventa linajes. Valencia no magnifica abolengos, ni inventa linajes, ni hace hipótesis con la vida sexual de sus antepasados. Valencia construye una ficción en forma de crónica de instantes familiares. Y es ficción, en virtud de que es una representación; es decir: un mito.

Al fijar el mito de cada miembro del clan en narraciones mentales hechas a retales, donde los rasgos característicos de nuestros antepasados son pinceladas de aspectos que han sido significativos para nosotros (secretos, prohibiciones, penurias, golpes), al convertir en personajes de un mito familiar a nuestros padres, hermanos, tíos y abuelos, estamos formando una proyección de lo que queremos ser, y sobre todo lo que no queremos ser. Esto, si estamos en la frontera de la infancia, señor Freud. ¿Pero si usamos la escritura, y volvemos al pasado, desde la adultez? ¿El relato será entonces una forma de constatar el transcurso del tiempo con el mapa de nuestros azares, de nuestras selecciones, de nuestras elecciones?

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La novela familiar de los neuróticos, Freud [Descargar]

 

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