Algunas de las indagaciones históricas que adelantó Enrique Santos Molano permitirán a sus lectores una visión crítica de la historia política de Colombia tanto como del periodo colonial.

Así como destinó 15 años de su vida a reconstruir la vida social de Bogotá, comercio y élites a finales del siglo XIX para examinar la vida del poeta José Asunción Silva (El corazón del poeta) y arrojar una versión a contrapelo de la historia en la que la causa de la muerte del poeta es una intriga comercial que concluye en un homicidio y no en suicidio, hizo lo propio con las ideas independentistas para retratar la vida y época de don Antonio Nariño y su choque con los miembros de las élites criollas (Antonio Nariño I, II). En Marcha de la tierra apeló a la ficción para reconstruir la época y el movimiento comunero en finales del siglo XVIII, logrando una mirada panóptica de los movimientos sociales que han marcado nuestra historia política.


Consideraba su labor más como la de un investigador del pasado que saca conclusiones de la historia, que la de un historiador que certifica con datos y documentos la verdad oficial. En sus ensayos sobre la historia de Colombia, uno de cuyos volúmenes es Grandes noticias colombianas, hizo un examen del progreso nacional, entendido como las políticas gubernamentales y las dinámicas, avances y retrocesos en el proceso de modernización del país. Algunas de las conclusiones que han de chocar a las mentes más conservadoras (y liberales) es que a los gobiernos de Rafael Núñez y de Carlos Lleras les debemos (guste o no) la configuración del país que tenemos desde el federalismo hasta las políticas de industrialización basadas en la política del libre cambio del Fondo Monetario Internacional.


A Núñez reivindica su constitución como una fórmula para cohesionar el país que venía del federalismo de la constitución de 1860. Las 120 corporaciones que creó Lleras sentaron una burocracia sin precedentes en la administración política colombiana. Una burocracia voraz e inamovible que sigue siendo la plataforma de la corrupción. Paradójicamente, a juicio de Enrique Santos Molano y a juicio de la historia, Lleras tuvo un movimiento positivo al devaluar la moneda, contrariando las políticas del FMI.


Las políticas neoliberales desde Reagan y Thatcher fueron las que definieron quién vive y quién muere en los estados occidentales, y ese fue el camino que tomaron los gobiernos colombianos posteriores al Frente Nacional. También hay que destacar juicios históricos como la exoneración del régimen de Rojas Pinilla de la masacre de la casa liberal de Cali y la revisión de los largos periodos sin violencia que coinciden con la modernización.


Enrique Santos Molano creía que cambiar la política y los políticos con el poder del pueblo era la única manera de transformar la vida social (como ocurrió otras veces en el pasado), que había que unirse contra la corrupción y la politiquería. En los últimos años había asumido desde sus reflexiones públicas el lugar de un intelectual comprometido con la realidad social y la acción política progresista. Su ética y su obra es su legado, y la tarea que deja es continuar examinando el pasado para entender el presente y afianzar la Colombia del mañana.

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