En contra

Publicado el Daniel Ferreira

¿Dónde están los «versos satánicos»?

Una vez un transeúnte apuñaló a Samuel Beckett hiriéndolo cerca al corazón. En el juicio, Beckett le preguntó a su agresor por qué lo había atacado. El tipo contestó que no lo sabía y le pidió disculpas. Beckett retiró los cargos. Sobre Beckett no pesaba una fatwa.

En cambio, sobre el escritor indio Salman Rushdie, quien fue atacado a puñal en el pecho, la garganta y el rostro, pesaba una condena religiosa que equivalía a una recompensa celestial por su cabeza, a razón de haber publicado un libro que un ayatola, hace 34 años, consideró que insultaba al Islam. En el libro Los versos satánicos se imagina que el secretario del profeta, encargado de transcribir los versos dictados por el dios del Islam, va mezclando entre el dictado versos propios, satánicos, en el Corán, libro sagrado. Menos mal que la buena literatura también está dictada por dios.

Si tan solo fuera un ataque a la libertad de expresión ya sería condenable, pero a diario se ataca esa libertad de muchas formas, no solo matando, y eso no ocasiona mayor condena. Pero el ataque no ocurrió en los países del oriente, sino en una charla académica en Nueva York, en un país de un progreso inmenso donde constantemente se masacra a título personal. En Estados Unidos constantemente connacionales masacran a inocentes en universidades, centros comerciales, tiendas, sin explicación.

Las multitudes de cualquier pueblo son víctimas del puñal y de la pólvora, cuando las creencias y las ideologías se vuelven dogmas. El que mata también es una víctima, de un sistema, contradictorio, opuesto a otros, tan deshumanizados como este.

Duele que se le haya atacado a él, en esas condiciones cobardes. No sabemos aún si el ataque tan anunciado, tan postergado, se cumplió como efecto de la Fatwa, con el mismo rigor del comentario de Omar que condenaba todos los libros anteponiendo el Corán: «quemar las bibliotecas, porque lo que está afuera del Corán es blasfemo y está de más.» No sabemos si lo atacaron sin deliberación como a tantos allá.

Como no sabemos si los versos satánicos son los que están adentro de cualquier ideología, o dogma, necesitamos no solo justicia, condenas e indignación, sino más actos de libertad, para contestar a toda censura, a toda esta barbarie civilizada.

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