Durante el pasado fin de semana del 6 de diciembre, la Fundación Tepa sufrió nuevamente las consecuencias de los actos de violencia en contra de algunos de los perros que allí se atienden. Alguna persona, hasta el momento sin identificar, lanzó al interior del refugio donde conviven cerca de 120 perros, alimentos envenenados. Lamentablemente esto le causó la muerte a 5 de estos perros.
No es la primera vez que sucede. En el mes de junio de este año también sucedió un evento similar que dejó como víctimas a otros 5 perros, algunos de ellos cachorros.
La Fundación Tepa llegó a Tabio hace dos años aproximadamente y desde entonces ha procurado rescatar, atender y darle una nueva oportunidad a un amplio número de perros, cuyo principal origen es la calle. Pero como en todas las cosas siempre hay oponentes. Y lo peor es que son aquellos que demuestran su incorformidad al mejor estilo de mafioso colombiano por el cual somos identificados y reconocidos en casi todo el mundo. ¿Cómo es esto? Matando cobardemente, eliminando con toda la sevicia a quienes les causan alguna incomodidad.
En el municipio de Tabio hay muchos vecinos que no están de acuerdo con la presencia de fundaciones para la protección animal. Allí hay tres fundaciones registradas oficialmente: Huellas, Animal Love y La Fundación Tepa, esta última es la que ha sido objeto de diferentes actos en su contra.
El trabajo de estas fundaciones, que además es una obligación del Estado, asumido por organizaciones sin fines de lucro creadas por particulares, busca aliviar en parte la situación de los perros abandonados. Es muy común que en las regiones rurales y en los cascos urbanos, las personas tengan varios perros, pero al parecer es inaceptable que algunas personas hagan lo mismo para ayudar.
Aunque la Fundación Tepa ha hecho un trabajo comunitario para dar a conocer su labor, y procura realizar sus actividades en forma pública y dentro del marco legal vigente, ha encontrado muchas piedras en el camino. Vecinos molestos porque hay perros, otros que se quejan por el ruido, quejas injustificadas ante la inspección de policía, ataques violentos hacia los funcionarios que allí trabajan, intervención de aspirantes a cargos públicos que buscan desacreditar el trabajo en favor de los animales y muerte, especialmente, muerte. Pero cada vez que hay una camada nueva de cachorros, no dudan un instante en dejarlos abandonados en las puertas de la fundación.
Los habitantes de la región, por el contrario, agradecen la presencia de estas fundaciones porque surgen algunas oportunidades de trabajo y porque “alguien” se hace cargo de lo que deberían ocuparse las instituciones municipales. Todo lo que correspondería a un buen diseño de políticas públicas.
Lo que resulta incomprensible es que la presencia de estas organizaciones de protección animal se haya convertido en un asunto político. Es evidente que en el municipio algunas personas de poder han demostrado que no quieren los refugios allí con un argumento vacío y superficial, que pretende justificar sus acciones sosteniendo que estas fundaciones llevan perros de Bogotá hacia Tabio. La misma actitud de muchos cuando en su barrio aparecen personas desplazadas.
Algunos representantes de estas fundaciones se han reunido en varias ocasiones con funcionarios municipales para buscar una solución pero las autoridades insisten en la expulsión sin considerar las consecuencias ni ofrecer alternativa alguna para los 400 perros que reciben atención de su parte.
Las fundaciones recurrieron a la asesoría legal de la dra Lilia Inés Sanín, reconocida especialista en el tema animal, quien también representa a los humanos en el caso de Príncipe, el perro asesinado por Juan Sebastían Toro, aquel ilustrísimo conductor de vehículos de competencia.
En este proceso ellos buscan reconocimiento para su gestión, apoyo por parte de las autoridades municipales, que éstas últimas reconozcan su responsabilidad ante el fenómeno del abandono y el maltrato contra los animales y que se les brinde protección puesto que su trabajo está poniendo en riesgo no solo la vida de los perros que mantienen sino incluso la suya propia.
Ante la expedición de la nueva ley 172 aprobada recientemente en el Congreso de la República, gracias a la persistencia del Representante Juan Carlos Losada y un importante grupo de activistas, es fundamental el cambio que surge al considerar a los animales como seres sintientes y otorgarle reconocimiento legal a esta condición. Con ello se sostiene la esperanza de que la protección de la vida en todas sus formas y las responsabilidad que esto conlleva, transforme la postura de muchos ciudadanos y haga que su conciencia evolucione. Ya no tiene sustento en el pensamiento humano actual seguir resolviendo las cosas con sangre y muerte.