Educación y/o adiestramiento
Las dos cosas simultáneamente. Educar a un perro supone transmitirle un conjunto de enseñanzas relacionadas con lo que socialmente se acepta como buen comportamiento. Las buenas maneras, los buenos modales, las expresiones amables y respetuosas para con los otros, de cualquier especie. Conocidos o no, familiares o no.
Lo importante es que se instale en su mente la idea de la buena educación, la obediencia y una serie de valores que harán de este individuo un miembro útil a la sociedad.
Esto es fundamental y aplica tanto a perros como a humanos. Somos seres gregarios y necesitamos una serie de acuerdos que nos permitan la convivencia dentro del modelo social urbano que elegimos.
Entonces, es posible que el perro aprenda normas básicas de conducta que tienen un correlato en la conducta de sus guías. Al perro se le puede enseñar que las urgencias se resuelven en un solo lugar autorizado para ello, pero el guía debe aprender que una vez el perro ha liberado sus cargas, le corresponde a él hacerse responsable de controlar la limpieza y la higiene de aquel espacio permitido.
Es posible también que el perro aprenda a caminar junto a su guía respetando determinadas condiciones. Que antes de salir no enloquezca, que una vez vista collar y correa no parta a máxima velocidad por el corredor, patine antes de entrar al ascensor y se levante en dos patas ante cada vecino que encuentra a su paso. Estos límites los aprenderá de su guía.
El grado de socialización que pueda tener dependerá enteramente de la dedicación que haya tenido su guía para que el perro aprenda a administrar sus emociones y comportarse en consecuencia. Esa riqueza ambiental tanto en el espacio físico como en sus manifestaciones psicológicas y emocionales, son responsabilidad del guía. Nada de esto es difícil de lograr cuando la educación se inicia a tiempo. Siempre de la mano de un buen especialista.
Pero además de educar un perro para que se comporte correctamente en la sociedad, hay otro amplio mundo en el cual el potencial canino tiene su máxima expresión. Se trata del mundo del adiestramiento.
Es todo el entrenamiento y la formación para desarrollar muchas destrezas posibles que, según cada perro, tendrán mayor o menor virtuosismo. Obviamente, de la mano de un buen guía.
Cuando se alcanza esta etapa es inevitable la formación de un equipo. Ya no se trata únicamente del individuo que sabe comportarse en casa con los amigos. El nivel de exigencia aumenta considerablemente tanto para el perro como para el guía porque se espera de ellos un gran nivel de desempeño que exprese todo aquello en lo que son diestros. Por esto hay en el mundo de hoy perros de utilidad, de trabajo y de deporte. Todos ellos expertos en su campo, que deben presentar evaluaciones periódicas antes organizaciones internacionales, jueces y colegas porque la responsabilidad social de su tenencia alcanza otro nivel.
No es sencillo para ninguno de ellos alcanzar la acreditación. Hay perros de búsqueda, de rescate, de intervención policial, de rastro, de protección, deportivos, de asistencia, perros alerta para enfermedades particulares, perros de terapia, perros actores, perros y perros y más perros. Grandes perros que trabajan sin descanso porque fueron educados y adiestrados para ello y solo piden a cambio la satisfacción de sus necesidades básicas de supervivencia, porque la voluntad de servicio proviene de su interior, de su gran corazón.
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