VIDA PERRA

Publicado el Henry Salazar

Consulta Antitaurina

A propósito de la aprobación de la consulta antitaurina en Bogotá, un buen amigo y colega comunicador, editor y guionista, quien ha trabajado durante muchos años en la defensa de la vida y de los derechos de los animales, nos comparte en esta oportunidad una interesante reflexión acerca del tema. Esperamos que el Tribunal de Cundinamarca pueda dar un concepto favorable con respecto de la viabilidad jurídica de esta consulta.

 

¿POR QUÉ NO ESTOY DE ACUERDO CON LAS CORRIDAS DE TOROS, LAS CORRALEJAS Y LAS PELEAS DE GALLOS?

 

Felipe Alejandro Riveros Cendales

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La tortura y muerte de animales por gusto y como espectáculo revela vacíos morales fuertes en las personas y relativiza el concepto de la vida al punto de que no podemos explicarle a un niño por qué no puede seguir ese ejemplo con ‘mascotas’ o humanos. La opinión pública se ha venido sensibilizando al ver la sevicia en el acuchillamiento de toros y caballos en recientes corralejas y se pregunta: ¿Por qué esto es legal? ¿Hay alguna duda acaso, del perfil criminal de quien tortura un animal de compañía, en privado o en público? ¿Y por qué no son psicópatas aquellos que lo hacen bajo un manto de arte y cultura? ¿Porque es legal? ¿Porque es una tradición?

En Colombia, además, la tauromaquia es cada vez menos un negocio de ganaderos y cada vez más un símbolo de personas de perfil mafioso, que no tienen problema en hacer trampa. Trampa para desplazar, despojar y asesinar por tierras, así como para comprar leyes, estatutos y fallos: no hay arraigo legítimo en eso, los ciudadanos no somos todos así. 

Nadie que se ocupe en esa actividad puede decir que eligió un trabajo digno: ningún arte, cultura o deporte puede incluir el sacrificio de vidas, según recalcan los voceros de organismos internacionales expertos en el tema, incluidas las Naciones Unidas. Los miles de novilleros, toreros y demás personas que sustentan sus ingresos, una vez al año, en esa cuestionable actividad son víctimas, sí, pero de un modelo de empleo tan insostenible como anacrónico, tan incierto como la pirueta jurídica que viene exceptuando a corridas, corralejas y peleas de gallos, de la Ley que penaliza a nivel nacional, hace 26 años, el maltrato animal.

Si de seguir a España se trata sigámosla ahora: tomemos su ejemplo al escuchar a un electorado que hoy reclama el cumplimiento de sus derechos de tercera generación: vivir en paz consigo mismos y con los demás seres sintientes, mientras sea posible.

En un reciente foro público organizado por el Concejo de Bogotá, un orador que defendía las corridas afirmaba que el coliseo romano es un símbolo de cultura y que por eso los romanos no lo habían demolido (aludiendo a que debemos hacer lo mismo con la plaza Santamaría, en Bogotá). Pues bien, estoy de acuerdo: el coliseo permanece en Roma, pero sus prácticas han cesado. Y lo mismo debe pasar en Bogotá.

 

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