Tejiendo Naufragios

Publicado el Diego Niño

Laberinto de sombras

laperra

Reseña de la novela La Perra de Pilar Quintana (Random House, 2017).

En las primeras líneas nos enteramos que Chirli es hija de una perra que murió envenenada. Así, sin preámbulos ni descripciones. De arranque sabemos que la novela sucederá en una tierra en la que se envenenan los perros por venganza o placer. Un pueblo de casas destartaladas que “se elevaban del suelo sobre estacas de madera, paredes de tabla y techos negros por el moho”. Pero Damaris (y Chirli, la perra) no viven en el pueblo, sino más adelante, en un acantilado selvático en el que tienen una choza que se sacude con los truenos y baila al compás del viento que arrastra tormentas interminables.

El crecimiento de Chirli va a la misma velocidad con la que conocemos la cotidianidad de Damaris: días en los que se enquista la soledad que le es indiferente a Rogelio, el esposo de Damaris. A él sólo le preocupa pescar y cazar, actividades que le dan para sobrevivir. Damaris se gana la vida lavando ropa o limpiando casas ajenas. Mientras lava o limpia, mientras cocina o barre, su mente deambula por una galería de recuerdos a medio digerir, de frustraciones que se tejen con la selva que acecha como una fiera emboscada en la oscuridad. Una selva “que se había metido en la cabaña y la estaba envolviendo, que la cubría de lama y le llenaba los oídos con el ruido insoportable de los bichos”.

Pero a medida que se conoce la vida de Damaris, se siente que no es Damaris de quien se habla sino de La Mujer (el universal platónico). Como si la alquimia de las palabras acercara a fuerza de alejarse. Como si la selva del pacífico no fuera la selva sino la ciudad y la soledad de una mujer marginal sea a soledad de las mujeres de nuestro entorno.

A medida que avanza la novela, los temores y las culpas de Damaris se van haciendo más claros, menos turbios. Cada capítulo, cada evento, arranca una corteza de Damaris, una mujer hecha de cascarones. Lentamente el lector se aproxima a un final inesperado y devastador. Un golpe del que no se repondrá fácilmente. Un final que lanza un puñado de preguntas que se transformarán en maleza que derribará prejuicios con la misma eficiencia de la selva que devora casas, personas y animales.

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Pilar Quintana (Cali 1972). Ganadora del VIII Premio de Novela La mar de Letras (Coleccionista de polvos raros), del International Wiriting Program de la Universidad de Iowa y del International Wiriting Workshop de la Universidad Bautista de Hong Kong. Ha publicado cuatro novelas y un libro de cuentos.

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