Tejiendo Naufragios

Publicado el Diego Niño

La culpa no es de las Farc

fusiles

Ni de Uribe, Santos o Petro.

La culpa es de quienes odian el estudio y toda forma de aprendizaje. Como si el conocimiento fuera una sarna o una lepra. Como si fuera vergonzoso tener cultura.

De los que sueñan con tener vida de narco: botella de Whisky, líneas de perico y prostituta en cada pierna. Los mismos que desearían solucionar todos los problemas con violencia: un balazo para el vecino que hace ruido, un carrobomba para la entidad que no lo atiende, una emboscada para quienes lo miran mal.

De quienes se cuelan en todo parte porque creen que hacer fila es de retrasados mentales. De los que evaden impuestos, los que tumban a todo el que “dé papaya”.

La culpa es de los que sólo hacen las cosas cuando le “toca”, como si las obligaciones fueran codazos en las costillas, un uppercut en la mandíbula, una patada en las nalgas.

No señores, la culpa no es de las FARC, Uribe, Santos o Petro.

La culpa es de la llamada “malicia indígena”, que nada tiene que ver con los indígenas ni con la maldad, sino con la mediocridad. Ella, señoras y señores, es quien nos tiene en el fondo del abismo.

Lo peor es que la “malicia indígena” se reelige a cada segundo, en cada esquina del país. No se desmoviliza con los diálogos de la Habana. Elige presidentes, alcaldes, senadores por lechonas, ladrillos y tejas. Porque además de ser mediocre, es una idiota que desconoce la autocrítica: siempre se creerá perfecta y siempre estará convencida que hace las cosas bien.

Quien tiene «malicia indígena» por regla es peor que los ocho mil guerrilleros que aún combaten. Peor que todos los gobernantes, congresistas y políticos corruptos unidos. Esa persona es el cáncer que trabaja para asegurarse que no haya progreso en el país.

Y créame que lo logra.

Lo peor es que tanto usted como yo lo sabemos y lo permitimos. Y eso, querido lector, nos hace cómplices de su mediocridad.

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