Dedicado a Zaira Varela
Después de tantos años de frecuentarte he llegado a la conclusión que no estás hecha de fantasías ni del cobre de la certidumbre.Tampoco eres carne corruptible, espíritu insobornable ni la incierta amalgama de las dos. No eres resplandor o sombra, semilla o tierra, lluvia o brisa, aunque vienes con ellas, aunque huyas en sus pliegues. No eres el producto de las fiebres reumáticas, no estás escrita en las líneas del café ni en las cenizas del cigarrillo. Tu futuro no está documentado en las estrellas ni tu pasado es motivo de investigaciones. No eres únicamente una sonrisa luminosa, libido anárquica ni el nervioso promedio de ellas. No le perteneces a los hombres que han invadido las tinieblas de tu corazón, a tus amigos que te vigilan cuando te enganchas en las serpentinas del alcohol ni a las amigas que te aconsejan. Tan solo eres fruto de la vorágine de las evocaciones, de esta vanidad sin tropiezos o de estas manos que sólo sirven para trazar ecuaciones en el tablero. También eres las palabras que te transforman en traidora o en ángel, de las narraciones que te facultan a lanzar sonrisas capaces de enloquecer el curso del destino. Eres, en última instancia -y casi exclusivamente-, de quienes te suponen real cuando leen mis textos, de quienes te aman cuando eres bondadosa o te odian cuando haces sufrir a aquel personaje que muchas veces se parece a mí, de las personas que esperan tu próximo movimiento, las mismas que no se atreven a preguntarme por tu existencia pero que fabrican tus manos, la curva de tu sonrisa y el color de tus ojos en la incertidumbre del silencio…
Nota: Dibujo de Kendra Goering