Dedicado a Andrea Castro; filósofa de altísimo vuelo
Avanzamos en contravía de quienes se enredaron en ilusiones y sombras. Conquistamos cada palmo calculando las fracturas del terreno, el oído atento al murmullo que antecede o al silencio que aguarda adelante, buscando en la bruma amores que pusimos de sesgo en el fogón del tiempo, hombres o mujeres que ahora, vistos a la luz de la memoria, pueden cumplir funciones de amantes y cómplices, de linternas en la oscura ruta. Marchamos insensiblemente a pesar que no sabemos cuánto falta para arribar a aquella región que puede ser una centella o una fantasía estéril y de quien todos hablan a lo largo del trayecto. Transitamos con pasos vacilantes y manos extendidas hasta que falla el oído y el tacto, hasta que no hay compañera o compañero que amortigüe las penurias del viaje, hasta que las breves tinieblas se transforman en una oscuridad compacta que nos conducen por un laberinto interminable…
Nota: Fotografía de Joao Lima