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Foto de mi sorbinito Juanesteban Cardenas Villate

Hace unos días estaba con mis hermanas en Hamburguesas El Corral y mientras hacíamos la fila para hacer nuestro pedido, a la pareja que estaba delante de nosotros se le acercó un niño, de aproximadamente 10 años, para pedirle dinero o comida. El señor le preguntó qué quería comer, el niño respondió que cualquier cosa y se sentó en una mesa a esperar su combo, mientras le seguía pidiendo dinero a las personas que estábamos ahí.

Luego de hacer el pedido el señor, junto a su pareja, se sentó en la mesa con el niño y comenzó a hablarle, a hacerle preguntas, que cómo se llamaba, qué dónde vivía, qué por qué estaba ahí, con quién estaba, entre otras cosas.  Nos sorprendió mucho que lo consentía, le acariciaba la cabeza, la mejilla con ternura como un padre haría con un hijo. Digo que nos sorprendió esa cercanía pues no es común con alguien que uno no conoce y que se le acerca a pedirle dinero. 

Mientras el señor conversaba con él, al niño se le enternecía la mirada. Las personas que uno se topa en la calle, algunas, tienen una mirada dura, de dolor. Me dio la impresión de que la mirada del niño cambiaba, era como sentirse visible para alguien o tal vez es el poder de una caricia que hizo que le cambiara el semblante. Una señora afuera del sitio, quién también estaba pidiendo dinero, le gritaba que saliera, parecía ser su mamá. El niño la miraba y la ignoraba completamente mientras seguía conversando con el señor.  Luego de un rato se activó el localizador del pedido y el señor se fue a recogerlo y le entregó al niño dos bolsas de hamburguesas, dos gaseosas y el niño salió del lugar. 

Nos sorprendió mucho haber visto esta escena. A veces uno piensa que ayuda dando comida o algunas monedas, pero falta tanto para realmente ayudar…  Le vimos la cara al niño más feliz cuando el señor lo consentía, le conversaba, lo escuchaba atentamente, que cuando le entregó las hamburguesas.

Estamos muy prevenidos y no es para menos con la situación actual que vivimos. Sin embargo considero que en todo lo que esté en nuestras manos ayudar, más que una moneda, un pan, tal vez una ropa que no usemos y queramos regalar…  Las cosas realmente importantes están en la forma en que las damos, en el ser, en mirar a los ojos al otro, en visibilizarlo, en verlo como un ser humano. 

Seguramente esa charla, esa caricia y las hamburguesas, no le cambiaron la vida a ese niño… pero estoy segura que le cambiaron el día…  Estoy segura que ambos recordarán haberse cruzado en el camino. 

Ahora que se viene diciembre y que se activa el botón de compasión en los seres humanos para compartir, cosa que deberíamos tenerlo todos activado los 365 días del año, lo más importante al dar, al compartir, es la mirada, es la sonrisa, es la conversación, es decir con hechos: Tu me importas. 

Y tener en cuenta que siempre podemos hacer algo más.

 

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