Putamente libre - Feminismo Artesanal

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¿ Normalizar la ficción para cambiar la realidad?

 

Hace algunos días se encendía la polémica por las nuevas exigencias para poder aspirar al premio Oscar a mejor película desde la ceremonia de inicios de 2025: que un personaje protagónico represente a las “minorías”, o que lo haga así el 30% del reparto secundario y del equipo tecnico detrás de cámaras. Una medida polémica, interesante y arriesgada.Soy de las personas que creen profundamente en la libertad en todos los aspectos de la vida y esto incluye al arte. Y entiendo a las personas que les parece que este tipo de medidas tienden a limitar la creatividad y a normatizar las expresiones de las personas. Encuentro razonables esas preocupaciones como entiendo lo terribles que son los hechos de discriminación en este planeta y las enormes necesidades de acciones concretas de inclusión en este planeta.  Es un tema complicado porque hay puntos de vista coherentes de lado y lado. Y es una discusión que no es nueva: ¿se les puede exigir al arte y a la ficción que tenga un compromiso para cambiar la realidad?  ¿Hasta dónde puede llegar dicha exigencia?

En mi opinión no deberíamos llegar al punto de prohibir la lectura de Lolita de Vladimir Novokov en los colegios, como se ha llegado a plantear. Al tratarse de un libro que relata conductas abusivas de un adulto hacia una niña encuentro sensato que se haga una lectura guiada, contextualizada y crítica, que se convierta en denuncia y no en justuficación. Lo que no podría pasar es que en un mundo con pensamientos y acciones feministas abundantes y de calidad, tengamos que limitarnos a elegir entre seguir como antes y prohibir libros.

Pero algo va de tener una aproximación sensata al arte ya producido, en su mayoría en entornos y épocas machistas y patriarcales, a negar cualquier cuestionamiento a la forma como se hace el arte hoy, más cuando esta se hace frecuentemente en el marco de mega industrias culturales que más que depender de la creatividad de una sola persona dependen de enormes y poderosas estructuras productivas.

A mí parecer la apuesta de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de los Estados Unidos de Norteamérica es sensata y progresiva: empieza en cuatro años, solo se enfoca, por ahora, en un premio (el más importante, eso sí) y da varias opciones de inclusión. Es muy difícil pensar en una narrativa que no esté en capacidad de incluír de alguna manera, sea cual sea el género cinematográfico                    Estoy convencida que en una sociedad en la cual hasta hace poco las normas no escritas han favorecido claramente la representación de ciertas personas (hombres cisgénero blancos, jóvenes, heterosexuales y sin discapacidad) es necesario y viable valerse de algunas normas para ampliar posibilidades de representación y de trabajo a otras personas. Ya llegará ese día, quiero creer, en que esto se dé espontáneamente, sin que haya exigencias normativas de por medio. Mientras tanto, no caigamos en el purismo de pretender que cuando se ha normatizado para excluir, normatizar para incluir es una dictadura: mientras se haga con respeto, con equilibrio y de forma progresiva esta es una solución paliativa a la discriminación.        Estoy segura que esto se puede hacer sin atentar contra la libertad creativa, la ficción y la fantasía.                                                                                Agradecimientos  al fotógrafo de celebridades e ilustrador colombiano Andrés Reina Arévalo

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