Hace un tiempo leí que América Latina -islas caribeñas incluidas-, tiene la tercera tasa más alta de fertilidad adolescente, con 72 nacimientos por cada 1000 mujeres entre los 15 y 19 años de edad. Cifra menor a la de África Subsahariana y el Sudeste Asiático, pero bastante elevada para un continente católico que se mantiene virgen hasta el matrimonio.
En Colombia por ejemplo, según informes del DANE, el año pasado nacieron 5.725 bebés de madres entre 10 y 14 años. ¡5.725! Es decir, un reguero de hijos de niñas que ni siquiera habían llegado a la edad de fertilidad adolescente en la que el continente califica de tercero. Pero además, estos 5.725 bebés se multiplican cuando pensamos en los demás involucrados.
Dejando de lado el amor verdadero que seguramente se tuvieron estas parejas, y la longevidad del mismo -porque si es verdadero es para toda la vida- estamos hablando de 11.450 personas que en el 2013 asumieron de facto el rol de progenitores. Y si llevamos un poquito más lejos mi uso de la tabla del dos, estamos hablando idealmente de 22.900 personas que en este año se convirtieron en abuelos.
Desafortunadamente, ser progenitores antes y después de los 14 años no es lo mismo que ser padres, pues tener un hijo implica un poquito más que tener un juguete. Y, si revisamos los cálculos, podríamos descubrir fácilmente que el incesto y la violencia intrafamiliar repercuten directamente en el número de abuelos y en el grado de consanguinidad, convirtiendo las cifras en una melcocha de sexo irresponsable, amor verdadero, acceso carnal violento, amor puro, y violencia de género. Todo en ese mismo país católico en el que nos mantenemos vírgenes hasta el matrimonio, y para casarse hay que tener más de catorce.
La falta de una educación sexual integral, las relaciones irresponsables y la carencia de políticas eficaces de salud reproductiva, transversales a las diferentes clases sociales en Colombia, ponen en entre dicho el accionar de las instituciones públicas y privadas; y desconocen las implicaciones que tienen a futuro. Porque en un estado ideal, a esos 5.725 bebés se les debe garantizar una vida digna, evitando a toda costa la violación de sus Derechos Humanos.
Estas niñas entre los 10 y 14 años de edad ¿están preparadas fisiológica, psicológica y emocionalmente para asumir el rol de madres? Tal vez estén preparadas para dar amor, pero no para asumir las consecuencias de actos sexuales irresponsables, y los compromisos a largo plazo. Además, no son solo ellas y sus hijos los que deben prepararse: la nación está en la obligación de garantizarle una serie de derechos y deberes a esa población, y el aparato estatal debe estar preparado para todos sus ciudadanos.
Y es que, por muy bonito que nos parezca la política de Crepes&Waffles de contratar mujeres cabeza de familia, esta compañía no está todavía en la capacidad de recoger a todas las madres solteras del país, y el trabajo infantil no es bien visto, salvo cuando hablamos de los bebés que hacen maromas en las propagandas de pañales (porque a ellos, hay que admitir, todo se les ve bien).
Pero las cifras también nos hablan de avances e iniciativas que demuestran una preocupación general por el tema. En 2012, según el Informe de gestión de Profamilia, hubo 278.889 consultas por planificación familiar en 33 centros de 28 ciudades del país. Asimismo, el documento habla de la venta de 1’658.688 productos para planificar, entre los que se encuentran condones, píldoras, dispositivos intrauterinos y anticonceptivos de emergencia. Pero a estas cifras hay que incluirles todas aquellas iniciativas que rayan entre lo clandestino, lo folclórico y lo ilegal.
Desafortunadamente estas cifras de Profamilia demuestran que no se está abarcando la totalidad de la población y queda un camino largo por recorrer, porque la educación sexual es necesaria en todas las esferas sociales de Colombia.
La problemática de la educación sexual no es un tema nuevo. Sabemos que existen iniciativas, y sabemos que desafortunadamente el número de actores involucrados es bastante alto, pero su eficacia evidentemente podría mejorarse. Sobre todo porque en los temas de reproducción sexual priman el tabú, la mojigatería y la doble moral. Pregúntese por ejemplo, ¿quién le enseño a usar un condón? o ¿cómo le enseñaron sobre las enfermedades de transmisión sexual?
-Laura Delgado Ortiz.