La realidad para dummies

Publicado el Nicolás Acosta

¿Seremos capaces de lograr la paz?

“Esto es el mundo al revés” pensaría uno si le hablan de que los líderes de un grupo narcoterrorista están en un hotel 5 estrellas esperando el inicio de un proceso de paz. Y claro: da rabia ver a personas responsables de la muerte de millones de colombianos sentados en frente del mar de la Habana como si fueran Robin Hood, negociando con un gobierno legítimo. Pero, precisamente ahí está el reto: tenemos que interiorizar la oportunidad que existe de dar un paso hacia el fin de la violencia y ponernos en la onda de hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que esta vez sí funcione.

Lo primero que hay que dimensionar es que la firma de la paz no significa que se vaya a acabar con la violencia en Colombia. Un gran número de guerrilleros no sabe hacer nada distinto a infringir violencia y tienen en el mercado de las drogas un mercado tremendamente lucrativo que los va a recibir con los brazos abiertos tal como ocurrió con los paramilitares. Luego la solución no es definitiva. Pero sí es un paso y un paso muy importante. Se desmontaría la guerrilla como organización y acabaríamos con la guerra tipo toma de municipios, retenes ilegales o secuestros. Esto por sí solo ya es un cambio de 180 grados en todo sentido. Luego: ¿vale la pena todo esto? Estoy convencido de que sí. Partiendo de esta base, entonces, la pregunta del millón es cómo hacemos para que el proceso sea exitoso. Creo en 3 grandes puntos de partida.

El primero es que el proceso se debe hacer con la firme decisión de no pararse de la mesa hasta que no se haya llegado a un acuerdo como bien lo han señalado tanto el Presidente como las FARC. Si ya nos metimos en esto es para solucionar el problema. Esto, eso sí, estableciendo un periodo razonable de tiempo para lograrlo. Al proceso hay que ponerle tiempo máximo para no repetir una experiencia como la del Caguán. No podemos aceptar que la guerrilla nos vuelva a mamar gallo. Si a la vuelta de unos meses no se ha demostrado un interés real por lograr la paz, el proceso hay que cancelarlo.

En segundo lugar, debemos entender que si lo vamos a hacer es para hacerlo con generosidad. Si cualquiera de las partes entra a la mesa con la intención de ganárselas todas no hay ninguna posibilidad de que el proceso funcione. Y dicha generosidad no es sólo para la guerrilla o el gobierno: tiene que ser para todos los agentes que han tenido que ver con la guerra. Así como, por ejemplo, los guerrilleros no se van a desmovilizar con la perspectiva de pagar 50 años de cárcel, el país no se va a reconciliar si no hay verdad, reparación y justicia para las víctimas.  La guerrilla, entonces, tiene que saber que va a tener que ceder con la aceptación de sus monstruosidades, el pago de algunas condenas y algún grado de reparación entre otras cosas.

El gobierno, por su parte, en aceptar que esta guerra tuvo su origen en la inequidad en la repartición de la tierra y la desigualdad general y que, por ende, hay que actuar de fondo. Y no porque la guerrilla lo exija sino porque tanto la desigualdad como la inequidad son generadores de expresiones violentas permanentes. Sin ser generosos en éstos aspectos jamás habrá paz verdadera porque nunca va a haberse generado reconciliación en el país ni una solución a los problemas de fondo.

El tercer punto de partida tiene que ver con la claridad y la objetividad. Claridad alrededor de qué puntos son negociables y qué puntos no. Objetividad alrededor de las realidades de las cosas. No se puede solucionar nada si se parte de la base, por ejemplo, de que la guerrilla no tiene nada que ver con el narcotráfico o que nunca cometió delitos de lesa humanidad. La franqueza tiene que ser absoluta. De forma similar, no se pueden pretender absurdos como acabar con la economía de mercado, suprimir instituciones de control o comprometer al gobierno con gastos públicos descontrolados como se ha rumorado. Esos, entre muchos otros, son definitivamente no negociables.

Es, en suma, una gigantesca oportunidad de avanzar hacia la paz. Tenemos que saber, sin embargo, que va a ser un proceso difícil y retador. Sólo si no perdemos de vista lo que está en juego y nos convencemos de llevar el proceso con decisión, generosidad, claridad y objetividad vamos a lograr ser exitosos.

Twitter: @nicolasacosta33

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