Por: Marco Antonio Valencia Calle

Un estudio psiquiátrico de la Universidad de Harvard arrojó que la gente es más feliz después de los sesenta años porque a medida que se avanza en edad, nos deshacemos de amistades innecesarias y evitamos asistir a reuniones poco agradables; además, el cerebro ya tiene suficiente edad emocional para enfocarse en lo positivo de la vida.

La calidad de vida de una persona adulta mayor depende de asuntos como el cuidado médico, la capacidad de movilizarse sin dolor, no tener discapacidades, la seguridad en el hogar, un estilo de vida saludable, rutinas de ejercicio y ocio, la calidad de las relaciones sociales con amigos y familiares, la capacidad de tener autonomía, acceso al transporte, el respeto y la valoración de la sociedad, pero también el acceso a recursos económicos. Y muchas veces, esto último depende de una pensión.

Las pensiones para una vejez digna se remontan al siglo XVIII, cuando empresas alemanas e inglesas comenzaron a ofrecer a sus empleados una jubilación para garantizar su permanencia, y desde entonces se implementa en muchos países la seguridad social; en Estados Unidos, se comenzó a dar después de 1870 por empresas de ferrocarriles y el gobierno. Hoy en día, en casi todo el mundo se puede obtener una pensión después de trabajar un cierto número de años y alcanzar una edad. Si no existieran las pensiones, las personas mayores tendrían que vivir de sus ahorros, el apoyo de sus familias y/o la caridad.

La edad y el monto de las pensiones son temas de debate permanente en todo el mundo. En Perú, el Congreso aprobó recientemente una ley para que las personas puedan trabajar hasta los 75 años; mientras que en Francia, las protestas callejeras son fuertes por el aumento de la edad de jubilación de 62 a 64 años decretado por el presidente Emmanuel Macron. En Colombia, el tema también es noticia, ya que el gobierno de Petro propone una reforma pensional y los debates son intensos desde todos los sectores sociales y políticos.

Santiago Montenegro, presidente de Asofondos, aseguró que el proyecto de reforma pensional que se radicó en el Congreso va a obligar a todas las personas que actualmente solo alcanzan a cotizar 1.150 semanas a estar en el sistema 3 años más, es decir, 150 semanas más. “Hoy, un hombre de 62 años, en los fondos de pensiones, se puede pensionar con 1.150 semanas cotizadas. Con el esquema que se propone, deberá cotizar 1.300 semanas, es decir, otros tres años para cumplir las condiciones de jubilación. Eso es un aumento de facto, un aumento en la edad de jubilación, aunque digan que no”, argumenta Montenegro.

Por otro lado, le advierte al gobierno que los subsidios deben ser lo menos posibles para no endeudar al Estado. Solicita que haya varias AFP de carácter público para competir en igualdad de condiciones con los fondos privados. También sugiere que en el momento de la jubilación, el dinero de las personas, ya sea en régimen público o privado, se entregue a Colpensiones para que se encargue de pagar las pensiones. Proponer permitir a las personas incrementar sus ahorros para pensiones libremente, que aquellos que ganen menos del salario mínimo puedan acceder al sistema pensional, y sobre todo, que se calcule el monto de la pensión utilizando el promedio salarial de toda la historia laboral de los trabajadores y no solo de los últimos 10 años.

En las próximas dos semanas veremos qué ocurre con el tema y si las sugerencias de Montenegro prosperan.

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