En Ecuador y otros países del hemisferio, cuando el gobierno anunció el aumento del precio de la gasolina, provocó furias inauditas que terminaron en choques con autoridades, heridos, muertos y destrucción de la propiedad privada y lugares públicos. Hubo ríos de gente marchando contra sus gobiernos, ya fueran de derecha o de izquierda, pero todos enojados.
Siendo países productores de petróleo, merecemos tener gasolina (derivada del petróleo) a precios diferenciales en comparación con aquellos países que no lo tienen y deben comprarlo. Este fue un tema que el hoy ministro del Interior Fernando Velasco, cuando fue Senador por el Cauca, defendió por más de diez años en el Congreso, pero nunca logró consensos ni bancada para tal iniciativa.
Durante años, de manera tradicional, los colombianos esperamos el anuncio del alza de la gasolina en enero, y a partir de allí, los precios de los productos de la canasta familiar y de todas las cosas que se comercian e implican transporte suben de precio con porcentajes moderados. A veces, el gobierno da la línea, mientras que otras veces, la gente sube los precios de acuerdo con el contexto social y la oferta y la demanda.
Este imaginario económico en los pueblos, veredas y barrios de la ciudad sigue funcionando. El problema radica en que ahora, cada vez que el gobierno anuncia un aumento en el precio de la gasolina, la gente común que no está en línea directa de la directriz del gobierno, aumenta los precios de lo que vende de manera autónoma y automática.
Por ejemplo, el vendedor de arepas, aguacates o fresas, escucha en la radio que este mes subió la gasolina cuatrocientos pesos y el mes siguiente seiscientos, entonces él, de manera autónoma, le sube el precio a su producto. Esto es lo que hace que los usuarios, la gente común que va a comprar, sientan que cada día la vida es más cara. Y al paso que vamos, nos vamos a convertir en el país más caro del hemisferio
Asimismo, la gente que vende en la plaza de mercado escucha que sube el valor del dólar y aumenta el precio de sus productos, ya sea por el tema de la guerra en Ucrania o por otras causas. Al preguntarles por el alza, la respuesta suele ser que todo está más caro debido a la guerra en Ucrania y Rusia o al aumento del dólar. Y si bien esto puede ser cierto, no es tan simple como se piensa.
Por supuesto, el tema económico del país es mucho más complejo que esto. El encarecimiento de la vida en Colombia es resultado de factores macro y microeconómicos, tanto nacionales como internacionales, la inflación y otros temas relacionados con la política económica del gobierno, la banca y el Banco de la República. En este texto, nos estamos enfocando en un asunto sencillo pero grave que afecta a la población común, a la gente de a pie.
Con la llegada de un gobierno de izquierda de corte socialista, la gente creía que sería más fácil salir a comprar, que el dinero de los pobres tendría más valor y que las condiciones de vida, en cuanto a la carestía y la economía, mejorarían. Sin embargo, las cosas no han sido así y seguimos siendo pobres en un país costoso para los ricos.
Marco Antonio Valencia
POPAYÁN (1967) Autor de las novelas Oscuro por Claritas (2002); El Profesor Espantapájaros (2009); La fiesta de ayer (2018), La cicatriz en el Espejo (2019); De los libros de poesía: Los versos de la iguana (2000); Bestiario Familiar (2004), Extrañas mutaciones (2016); De columnas: La noche del Trapecista (2011). Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, 2004, Temuco,Chile. Ex-Director de la Comisión Bicentenario del Cauca 2010; Consejero Nacional de Literatura. Docente. Tutor del Programa Todos a Aprender del Ministerio de Educación Nacional. Director periódico El Nuevo Liberal.