Birdman
(La inesperada virtud de la exposición pública)
©Fox Searchlight Pictures
Tuve la oportunidad de ver Birdman y debo decir que nunca esperé salir con tan buen sabor de boca. Más allá de lo bien realizada que puede estar una película, el tema que toca es especialmente placentero para alguien como la persona que les escribe. Vulgar porque llama la atención, controversial porque dice la verdad. Esta película nos adentra en la vida de un actor que, pasado de moda, busca llenar el vacío que tiene haciendo una obra de teatro que lo haga ver como un artista de renombre y no como una celebridad miserable, que dejó pasar la oportunidad de su vida al rechazar una secuela y un reality show.
Esta película es la exhibición descarnada de una cultura pop que se mide por los superhéroes que perseguimos. Al tocar estos temas la película introduce un problema de la llamada posmodernidad, de la cual estamos atenidos. Acompañando al protagonista nos adentramos en la depresión que causa el ser celebritie, más no artista, y esto va poco a poco respondiendo a la pregunta sobre qué es lo que pasa detrás de la aparente “infinita depresión” causada por la posmodernidad y por la cual muchos de nosotros podríamos sentirnos identificados: El no sobrevivir sin tener más de 500 seguidores en twitter, el no ser nadie si no se tiene facebook, la inestabilidad de la autoestima y el que “no haya publicidad mala”. Todo lo anterior forma celebridades, pero también deja de formar seres individuales. Forma personas “selfie” que pierden por completo la confección de un mundo finito, haciéndolos creer inmortales, haciéndolos superhéroes. Tal como lo fue el protagonista de esta película, literalmente un actor que tuvo su época dorada evocando a Birdman y del cual aún quedan vestigios que él suele llamar “fanáticos”.
Ante esto ya no hay una solución palpable, el suicidio ya no es valioso, al mundo no le importa, y menos si no eres nadie:
“Toda la gente en el mundo busca ser relevante, todos los días, y tú actúas como si no existiera. Eventos pasan en un lugar que tú ignoras, un lugar, que, por cierto, se ha olvidado por completo de quién eres, es decir ¿Quién carajo eres?, odias a los bloggers, te ries de Twitter, ¡ni si quiera tienes un perfil en Facebook!, tú eres el que no existe. Estas tan asustado como el resto de nosotros de no importar, y ¿Sabes algo?, tienes razón, no eres importante, acostumbrate”.
¿Qué nos hará desear con tanto ímpetu el ser importantes? Al darnos cuenta de que en la construcción de nuestra persona nos hemos convertido en nadie, se desprende la comprensión de que somos seres deprimidos que ignoran su estado mísero, ridículo y siempre a la intemperie. Es en la concepción de finitud que el deseo de lo público nos convierte en nada, y es en esa nada que lo público actúa como un alter-ego que se transforma en el mismo ego, salvandonos de nosotros mismos.
¿Seremos algo?, y si ese es el caso, ¿cúal es el punto de ser alguien?- He pasado toda mi vida intentando que alguien me ame, ¿Por qué lo hago? Trabajamos tanto creando un ego que no nos damos cuenta de lo arrojada que se ha vuelto nuestra existencia. Nos da tanto miedo pasar desapercibidos que hacemos cualquier cosa con tal de que otros nos admiren y eso crea más celebrities y menos artistas. ¿Tú qué eres?
Por: Martha Clarissa Moreno Alcántara