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Es una realidad lo que ofrece hoy la inteligencia artificial (IA): crea imágenes, escribe ensayos, novelas, cuentos, cartas, y compone música también. Los programas se están perfeccionando y, como son herramientas inteligentes que aprenden, cada día cometen menos errores.
Hemos oído hablar de ChatGPT. Dicen que es la herramienta más creativa que existe en el ciberespacio para escribir. Existen otras, tales como GPT-3/3.5, InstructGPT, Jasper & Co., CharacterAI, J1-Jumbo, Cohere’s models, etc. De estas, ChatGPT es la mejor, dicen los expertos, porque es gratis, se ajusta a las preferencias de la gente y su diseño de uso es amigable.
Todavía estas herramientas no remplazan a los humanos, porque no hacen la tarea con la misma capacidad ni al mismo nivel; pero sí hay muchas herramientas que ya nos remplazan, que ejecutan la acción deseada mejor que nosotros. En uno de los libros de Yuval Harari, él predice que la mayoría de los humanos nos encontraremos sin nada para hacer en el futuro (en términos de las actividades a las que en el presente nos dedicamos). Creo que acertará.
Crear cosas buenas y malas es fácil para los programas de IA. Lo que esos programas hacen no es incorrecto o correcto, tal como dice Alberto Romero, quien escribió el artículo en el cual me estoy basando, pues yo no sé nada de esto, no he jugado con estas herramientas. Según este experto, ChatGPT es todavía un juguete que produce ideas creativas, no obras de arte, tampoco es una fuente de información ni resuelve problemas.
La creatividad humana, dice Alberto Romero, está inevitablemente limitada a la realidad que nos rodea: “Es el grado en que estamos vinculados a lo que nos rodea lo que afecta el potencial creativo de ChatGPT”.* Cuanto más lo liberamos de sus lazos con esta realidad, más útil se vuelve para mejorar nuestro proceso creativo: es ahí donde la herramienta desempeña mejor su papel. El ChatGPT no funciona en el ámbito de la verdad y los hechos, porque es un sistema que genera ideas sin ninguna conexión con la realidad. Visto así es perfecto, no hay lugar para la crítica.
Alberto Romero dice que esta herramienta es buena en lo siguiente:
- Escribir con ChatGPT libros para niños, e ilustrarlos con Midjourney/DALL-E.
- Escribir titulares, cuentos, ensayos, ensayos experimentales (pueden sonar bien, pero no esperemos que sean fácticos o veraces). ChatGPT no produce prosa de alta calidad, por lo que se debe usar por diversión, para ver cómo funciona, o como un primer borrador, para evitar el pánico a la página en blanco.
- Escribir poemas, chistes (y explicarlos) y canciones. Es bueno para hacer rimas.
- Crear prototipos de películas y de juegos.
- Proponer nombres para productos.
- Mezclar ideas como ningún ser humano lo haría, e inventar significados para palabras inventadas.
Si conoce bien la herramienta, puede ser útil para hacer resúmenes para clases, tablas y macros de Excel.
Para la creación de imágenes hay la correspondiente herramienta: la IA Midjourney. También están DALL-E y Stable Diffusion, y ya existe la cuarta versión de Midjourney v4.
Midjourney v4 está siendo usada por miles de personas a través del servidor Discord. El costo mensual oscila entre los 10 y los 50 dólares.
Un amigo mío, Juan José Arango, generó una imagen muy interesante. Su comando de creación fue el siguiente:
“Pensé en un viejo salmón, nadando solo contra la corriente, sintiendo en ocasiones que no va a poder llegar porque, cuando supera un obstáculo, aparece otro mayor. Ni siquiera el propio salmón sabe por qué tiene que nadar contra la corriente y esforzarse tanto. Al llegar, se dará cuenta de que lo que le espera es el fin de su propia vida”.
Ya no sabremos si una gran obra de arte, una pieza musical, un poema o una canción fueron idea de una persona o de un computador. El valor que le damos a la autoría no va a existir más. Pero esto no es nuevo, pues hay miles de inventos y de obras de los que no sabemos quiénes son los autores. No lo sabemos porque son productos de empresas, de máquinas y de personas que trabajan en equipo. Ni el mundo del deporte se salva, ya que están las drogas, las hormonas y el entrenamiento con máquinas, para hacer de los deportistas verdaderos monstruos humanos. Así que sus proezas tampoco son un producto “natural”.
Para los juegos de Ajedrez y Go, los computadores son imbatibles; en las matemáticas, hacen cálculos gigantes que necesitarían siglos de trabajo humano para probar o descalificar teoremas. En la medicina, no hay diagnósticos acertados sin pruebas, que se hacen en máquinas, y los computadores leen mejor que el ojo humano los resultados. Para leer imágenes de dermatología e imágenes de cardiología se equivocan menos las máquinas. Las máquinas calculan y entienden mejor las probabilidades.
Las máquinas hace tiempos que nos están remplazando, y esta tendencia seguirá así hasta cuando llegue el momento en el que no sabremos para qué existimos, puesto que no tendremos utilidad ni propósito. Tendremos que vivir una vida contemplativa, y solo unos pocos diseñarán las máquinas que nos gobernarán. Hasta cuando, por qué no, las máquinas que nos gobiernen sean mejores que nosotros para diseñar otras nuevas máquinas que nos gobiernen mejor.