Corazón de Pantaleón

Publicado el ricardobada

Ulises Carrión, escritor

Uno de los pocos (ojalá me equivoque y sean muchos) sabios con que cuenta España, en estos últimos tiempos, es un madrileño de 65 años que se llama Javier Maderuelo, poseedor de un doble doctorado: en Arquitectura y en Historia del Arte, y autor de al menos dos obras que son portentosas y estándares en la respectiva materia: El espacio raptado. Interferencias entre arquitectura y escultura, de 1990, y El paisaje. Génesis de un concepto, del 2005. A ellas hay que añadir ahora Ulises Carrión, escritor, publicada por Ediciones La Bahía, en Santander [la Santander española] este mismo año.

Vaya por delante que Ulises Carrión es un creador bastante desconocido fuera del círculo de los entendidos, y que para ellos ese título, Ulises Carrión, escritor, debe ser algo así como el proverbial trapo rojo para el toro. Y es que a Ulises Carrión, por esa manía clasificatoria tan propia de las academias, no se le considera escritor, sino alguien que pudiéndolo haber sido abordó un camino distinto y se convirtió en un artista, en el sentido más amplio del término.

Ulises Carrión fue un creador mexicano, nacido el año 1941 en San Andrés Tuxtla, pequeña ciudad al sur del estado de Veracruz y a la orilla del Caribe. Falleció en Ámsterdam, 1989, siendo una de las primeras víctimas del sida. Acerca de su obra valga abrir el enlace que sigue y en el que se encuentran reflexiones surgidas con motivo de la magna muestra de su obra que se expone actualmente en el Museo Reina Sofía, de Madrid :

http://www.elespanol.com/cultura/arte/20160314/109489311_0.html

Al concluir la lectura de Ulises Carrión, escritor uno tiene la certeza de que Javier Maderuelo  ha escrito un libro que quedará como obra de consulta inexcusable cuando se quiera hablar de Ulises. El único reproche que podría hacérsele a este ensayo ejemplar es que su autor se haya concentrado tantísimo en el estudio y en la elucidación de la obra que lo haya hecho a costa de casi no decirnos nada del ser humano que fue quien la realizó. Pero este es un reproche, si lo es, de mirón, en el sentido voyeurista de la palabra.

Lo que más me ha apasionado del libro es la capacidad descriptiva de Maderuelo, cómo es capaz de ponerle las dos dimensiones que le faltan a las numerosas ilustraciones, que son, ay, planas, pero cobran genio y figura gracias a su prosa. Lo he dicho siempre y lo he repetido varias veces en público, a lo largo de los años: la más alta de las virtudes literarias consiste en saber describir. Y Maderuelo sabe, y cómo. Leer este libro, demoradamente, como lo he venido haciendo desde que llegó a mis manos, ha sido todo un taller de escritura.

Y no resisto la tentación de citar en extenso de la última página de este magnífico ensayo :

«Al final, hay que responder a las preguntas que originaron el libro: ¿fue Ulises Carrión un artista?, y ¿qué clase de artista fue?  Solo podemos contestar afirmativamente la primera pregunta si le consideramos “artista de la escritura”, si llamamos a la escritura Arte (con mayúscula). Un “nuevo arte” que consiste en hacer no solo libros, sino en lograr convocar a cientos de personas para escribir cartas, con o sin palabras, y escribirlas con medios nuevos (sellos de caucho, cintas de audio y de vídeo), no porque la escritura adquiera cualidades plásticas, sino porque la nueva escritura es capaz de provocar situaciones culturales que se convierten en estrategias para relacionar el mundo de las ideas con la vida, tal como proponían los artistas de las vanguardias de hace un siglo.

Tal vez pensando en los logros que se pudieran obtener de estas estrategias, Ulises Carrión dejó escrito: “Cuando tales libros obra [bookworks] finalmente existan, y cuando su existencia sea reconocida, entonces tendremos derecho a decir: “¡Hemos ganado! ¡Hemos ganado! ¿No es así?”

No, no hemos ganado. Hoy, más de veinticinco años después de su muerte, los bookworks existen, pero como codiciados objetos de especulación comercial, exhibidos en las vitrinas de los museos y en manos de galerías que los ofrecen para solazar a los diletantes. Las redes de arte postal que permitían una circulación de ideas marginales y contraculturales, en defensa de la libertad de expresión y en contra de la censura y las privaciones impuestas por las dictaduras, se han transformado en las empresas más lucrativas del mundo, consiguiendo batir todos los récords de cotización en las bolsas: las redes sociales de Internet, convertidas en el mejor sistema de control policial que jamás hubiera imaginado George Orwell. Por último, los artistas ya no se organizan en grupos, por afinidades estéticas o inclinaciones culturales, apoyándose unos en otros, colaborando y participando en eventos diseñados y realizados por ellos mismos, hoy los que se llaman artistas son autistas luchando en busca de un éxito que se consigue participando, de la mano de los galeristas, en las grandes ferias internacionales».

Si queremos entender a cabalidad estas nuevas dimensiones del Arte, a las que tanto aportó y sigue aportando el colombiano Raúl Marroquín (amigo y colabrador del mexicano, y varias veces citado en el libro de Maderuelo), no concibo una guía mejor ni más instructiva que este ensayo titulado provocativamente Ulises Carrión, escritor.

****************************************************************************

Comentarios