Mi Opinión

Publicado el Ben Bustillo

¿Quién está entre la extrema derecha e izquierda?

aristoteles

El fogaje y polarización política en el país está que arde, y los improperios de ambos lados clamando victoria total en la primera o segunda vuelta. Pero ninguno de los dos tiene todavía la presidencia asegurada. Mientras tanto, la avalancha de mensajes en las redes sociales con mensajes falsos, realidades mezcladas con fanatismos, pastorean al auditorio en un vaivén de incertidumbre.

La siguiente interrogante sería, ¿quién está en el medio? ¿Sí hay en realidad un candidato con esas botas puestas? La respuesta estaría en la letra pequeña del contrato nominado como absurdismo político colombiano, que, si se analizara con un código penal, fácilmente se podría catalogar como conspiración para delinquir. El fin de esta elección es la repartición de la “mermelada” como se denomina abiertamente y que específicamente es, el erario nacional.

Colombia no tiene candidato de centro. Y quien pretenda asumir esa asignatura, está usurpando ideales que francamente no encuentran eco, ni en la juventud – tienden más a ser petristas – ni en las filas de los votantes movidos por las carteras de sus empresarios, familiares o simplemente un mercado, algunas veces.

Seamos realistas, los casi 15 millones de votos en primera vuelta y un poco más de los 13 millones en segunda vuelta (de acuerdo con la registraduría en la votación del 2010) son los votos que los empresarios imponen a sus empleados por medio de varios mecanismos presionales que incluye un número substancial de familiares, además de los que compran con mercados o materiales. Sin embargo, la abstención en ambas vueltas fue del 49,29% y 44,34% respectivamente, lo que significa que más de la mitad del país son quienes venden o son forzados por sus empleadores en las elecciones presidenciales, y que los abstencionistas – como yo – podríamos influenciar unas elecciones en contra de la oligarquía impuesta, el día que aparezca un caudillo verdadero.

El oportunismo es quien tiene ahora mismo el martillo por su mango. El partido de la U en período de extinción, el liberal dividido igual que el conservador, todos a la espera – como cazadores arrinconando su presa – al mejor postor: Los presupuestos de los ministerios y las entidades de mayor envergadura del país. La izquierda por sí sola está incapacitada para elegir un presidente pero que podría – remotamente – escoger uno con votos de los insatisfechos, pero no todavía en estas elecciones.

Así que descartando un gobierno de centro o de izquierda para el 2018 – ningún partido político tiene por sí solo los casi 7 millones de votos que se necesitan para elegir un presidente – solo nos queda la extrema derecha, que por lo que se puede analizar hoy, 27 de marzo del 2018, es quien tiene la mayor probabilidad de ser elegido.

¿Cómo se podría explicar los causales del fanatismo uribista? Una, podría ser que es la tendencia del “bullying” lo que predomina en la política mundialmente. Como ejemplo, podríamos citar a la presidencia de Trump; y las características de ambos con Twitter, mentiras y negaciones, revelan que son directrices y parte de la fórmula de atacar a un contrincante.

Otra característica es con la que atacan a sus fieles seguidores definiéndose como ignorantes y repetidores de consignas. Pero filósofos como Aristóteles dijo en su Ética a Nicómaco “que si la ciudad (polis) ha de contener una potencia, es aquella que otorga un poder para hablar y actuar en comunidad”. Este es el empoderamiento que la gente le ha otorgado a Uribe.

Aristóteles cita también en Política Libro VII, 1332b, que “el hombre además es guiado por la razón; sólo él posee razón, de modo que es necesario que estos tres factores [naturaleza, hábito y razón] se armonicen uno con el otro. Muchas veces, efectivamente, los hombres actúan mediante la razón en contra de los hábitos y de la naturaleza, si están convencidos de que es mejor actuar de otra manera.”

Si de naturaleza se tratara definir al fanatismo uribista tendríamos que concluir que dentro de ellos existe una afinidad interna identificable pero que no se exterioriza con procedimientos ante su núcleo social, si no que se expone con un grado de aceptación con alguien que piense así. Y como tal, aunque difieran en su manifestación, es lo que precipita un seguimiento que, por naturaleza, entienden que así debe ser su comportamiento.

Dentro del raciocinio del hábito, se piensa que su naturaleza similar frecuentados por su arenga y trineos, lo consideran aceptable y como única salida debido a los conseguimientos que Uribe tuvo en su primer período presidencial. Sus seguidores no utilizan el segundo porque consideraron que la corrupción (y sus sectarios aceptan naturalmente este hábito) de ese gobierno era necesaria para consolidar un fervor político.

Y en la definición de Aristóteles del razonamiento deduzco que estos feligreses prefieren actuar en contra de la naturaleza pura del ser humano y el hábito de bondad que predican.

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