Por: Juana Bustillo Arias
“El Caos comienza donde la ciencia clásica se detiene” James Gleick
Desde la visión de la fisiología, los organismos funcionan lejos del equilibrio y se rigen como sistemas integrados complejos dispuestos por procesos que no siguen siempre una trayectoria predeterminada. A través de los tiempos, la crisis nos abre la oportunidad de la utopía, ya que vivimos en una constante crisis económica, familiar, política, social, cultural, personal, etc.
Si miramos con detenimiento, el momento histórico que atraviesa Colombia, los devastadores resultados de la guerra y la extrema pobreza de nuestro país, todas estas situaciones traen consigo momentos dolorosos en las diferentes escalas sociales y con diferentes grados en una sociedad como la nuestra. Se puede observar que con la instalación de una mesa de diálogo para la paz, la invitación es a unirnos y hacer parte de este proceso que busca acercamiento y reconciliación, en el que no solamente hay que reconciliar con el ciudadano común las masacres, los secuestros, los asesinatos de lesa humanidad, sino, que hay que conciliar un aspecto crucial y no menos fundamental de la vida de un ser humano como es la salud; y es allí donde de ésta crisis normativa de un estado debe sacar a flote nuevas ideas y formas de pensamiento que permitan reconstruir un nuevo país.
La actual crisis de la salud no sólo tuvo su origen en una política estatal defectuosa. Pero su profundidad y extensión se han visto beneficiadas por carencias importantes en la concepción y puesta en práctica de la política sanitaria, especialmente en su dimensión técnica, económica y regulatoria. Es imprescindible, por lo tanto, analizar algunos aspectos centrales de la puesta en marcha de una regulación eficaz en función de unos objetivos claramente delimitados y muy especialmente, reconocer la regulación y supervisión del sistema y de las instituciones de salud como parte de la política gubernamental, un aspecto que ha quedado claramente expuesto durante el desarrollo de la crisis.
En las últimas décadas, con el advenimiento de la ley 100 de 1993, se deja ver los enormes problemas financieros e institucionales en el Sistema de Salud Colombiano donde la corrupción ha permeado los estamentos gubernamentales y hospitalarios; lo cual se ve reflejado en el mal servicio prestado dentro de las Instituciones Prestadoras de Servicios (IPS), Empresas Prestadoras de Servicios de Salud (EPS) EAPB´s, con estrategias ineficientes y desproporcionadas desde la racionalidad a la luz de la Medicina Basada en La Evidencia, con divergencia entre la cantidad de usuarios en el régimen contributivo y el régimen subsidiado. Constituyéndose como causas importantes de la situación de ineficacia, baja calidad y escasez de recursos del sistema de salud.
Ante estos contextos nos vemos acorralados en un ambiente complicado determinado por la entropía, que cada vez es más exigente y que requiere que las instituciones generen un desarrollo considerable en recursos y acciones, que si no son direccionados de forma inteligente pueden llevar a complicar aún más el escenario actual. Nos hemos convertido en detractores de la legislación vigente y de las políticas del ejecutivo; sin embargo, la producción de nuevas estrategias no han sido eficaces frente a los desafíos existentes en materia de salud en el país ya que no hemos logrado coordinar al sector público con el privado para incrementar la cobertura y la calidad en la prestación de servicios de salud y menos aún brindar un servicio equitativo para toda la población sin descuidar que las entidades de salud son también una empresa que debe generar ingresos y utilidades.
Estamos percibiendo actualmente los inmensos costes que tiene tratar de limitar los daños producidos por la longitud y la severidad de la crisis. Ha habido tres claros fallos de prevención: una excesiva desregulación, un descuido de algunos indicios de peligro, así como una excesiva indiferencia acerca del notable aumento en la tasa de enfermedades de alto costo y el nivel de riesgo asumido por la disminución en los presupuestos en lo concerniente a medicamentos y terapéuticas, mal llamada racionalidad técnica.
La política fiscal debe perseguir el mayor saneamiento posible del sector público, reduciendo la deuda estatal, lo que permitirá mayor margen de maniobra cuando surjan posibles dificultades. La política monetaria debe prestar atención a múltiples indicadores de distintos sectores, como los niveles de apalancamiento provenientes del sector privado, estimular de manera adecuada el sistema regulatorio y no de vigilancia e inquisición en las entidades para evitar sesgos o información falsa en los recobros al FOSYGA.
No desestimar la regulación económica por parte de la superintendencia financiera debe insertarse como componente indispensable de la política sanitaria efectiva como empresa. Entendiendo la crisis del sector salud que actualmente vive nuestro país, donde cursa en el famoso “paseo de la muerte”, se ahonda en el túnel de vida y muerte, se refleja una posibilidad, donde surgen las diferentes normas que regulan la seguridad para la atención en salud de los pacientes. Sigamos generando nuevos conocimientos, de manera tal que los nuevos integrantes, ayuden a la construcción de oportunidades, generar las mejoras antes los riesgos encontrados y así lograr el fortalecimiento de nuestro sistema de salud.
Generalmente, los desastres son vistos como un desenlace negativo y no deseable; sin embargo, el estar tan cerca de la muerte surge como aprendizaje para la vida. El estar en crisis estimula a buscar esas posibilidades que ayudan a estructurar el ser y el poder gestionar las soluciones en los diferentes roles de la vida y de la sociedad. Son tan comunes las crisis que éstas son necesarias para el desarrollo personal, familiar y del entorno social y que aun siendo negativas o positivas, grandes o pequeñas, representan un desafío, cuyo resultado superado o no, fortalece nuestro conocimiento.
¿De quién depende que ese cambio sea positivo o negativo? más aún, ¿De qué depende que al momento de presentarse una crisis no se vea como una adversidad, sino como una oportunidad? Las dificultades nos proveen las posibilidades de hacer gestión del riesgo de enfocarnos en revaluar las actitudes frente a las crisis, porque es en ellas donde se fortalece la capacidad de enfrentarnos a los conflictos que son inherentes a la existencia.
En mi concepto, el tema de la salud, ha debido ser parte de las negociaciones con las FARC, para aprovechar parte de los dineros que esta organización reinsertará en la economía nacional.