Mi Opinión

Publicado el Ben Bustillo

Elecciones 2018 – ¿Será una encrucijada Evangélica-Uribista?

evangelico demoniaco

Algo seguro es que la contienda para las próximas elecciones de cualquier tipo dejará de ser el pulso socio-político de Santos contra Uribe. Continuemos con que la actual alianza de gobierno está principiando a desmoronarse.  Germán Vargas Lleras renunciará antes de abril, los ministros liberales o conservadores con aspiraciones presidenciales harán lo mismo, y sus partidos piensan lanzar su propio candidato, eso dicen hasta ahora.

Centro Democrático con San Álvaro, es harina de otro costal; sin embargo, tiene tres posibles candidatos. Y si luego giramos a la izquierda – figurativamente hablando – hay dos o tres con intenciones presidenciales. Olvídense de las FARC, ya que políticamente, aun así apoyen a cualquier candidato, no hay estadísticas que puedan usarse para medir el pulso político que representen en cualquier tipo de elección. Es cierto que hay regiones donde su presencia tenía regencia, pero a lo mejor esos votos no representan una contundencia en un período de paz. A saber si los podrán continuar presionando.

Entonces, si hasta el plebiscito la riña era entre los partidos de gobierno (con divisiones entre ellos mismos) contra el partido del “colombiano del año” (léase el redentor, mesías, goticas milagrosas, San Álvaro o cualquier otro epíteto que otros usen para referirse al “porqué no te callas” Senador) – que sufren del problema divisionista también – ¿cómo se podrán medir o denominar en los próximos conflictos electorales a partir del 2018?

¿Está todavía muy temprano para vaticinar resultados? A lo mejor, pero las lluvias acrecentaron los ríos y traen piedras sonando estrepitosamente, concluyendo que cualquier momento es bueno para comenzar.

Para escribir este artículo traté de encontrar una cantidad de número de votos por partido político en la biblia “Google”, pero no los pude encontrar. Entré a la página de la Registraduría – quien ha debido tenerlos – DANE, CNE, publicaciones, pero nada; decidí entonces usar como base los resultados de la segunda vuelta presidencial del 2014 y los resultados del plebiscito del 2016.

De acuerdo a las elecciones presidenciales, la unión de gobierno sacó 7.839.342 de votos y el “centro democrático mano firme corazón grande” – definitivamente el nombre se lo ha tenido que dar alguien con un grado de esquizofrenia porque de centro no tiene nada, de democrático la locura, y mano firme corazón grande, es una expresión de disfunción racional – 6.917.001 con una diferencia de 922.341 votos.

En el plebiscito, el sí – que representó la unidad de gobierno con la interna división de Vargas Lleras, 6.377.482; y los del no, una unión básicamente conformada con informaciones corruptas y apoyada por diferentes grupos religiosos incluyendo la católica quien también se encontraba dividida, 6.431.376, con una diferencia de 53.894 votos.

La baja votación del sí probablemente refleja la ausencia de votos representados por Cambio Radical. Y el aumento del no – considerablemente igual a los votos presidenciales – manifiesta quizás, el voto evangélico.

De este análisis, puedo concluir que, en las próximas elecciones presidenciales, el partido del Trump colombiano, Centro no sé qué de los santos apóstoles, contaría con un número substancial determinante para ganar la presidencia; eso sí, contando con el voto evangélico, de pronto. Y la unidad de gobierno, ninguno de los partidos políticos cuenta con los votos suficientes para elegir un presidente independientemente.

Pero, ¿qué tan real es ese voto evangélico? ¿Sí es cierto que representan una fuerza determinante que merezca esa atención especial que reciben de diferentes partidos?

En el 2013 Carlos Arboleda Mora en su escrito titulado “Estado de la religión en Colombia: presente y futuro” nos dice que del 2005 al 2012 no ha habido un incremento substancial en la religiosidad del colombiano, emitiendo el concepto de que el 83% se considera creyente y un 3% le pertenece al ateísmo, basado en la encuesta de Win – Gallup International “Index – Global Religiosity and Atheism” del 2012.

Arboleda Mora continúa su análisis estableciendo que en un estudio que hizo Beltrán Cely sobre la pluralidad religiosa en Colombia para su doctorado en París, basado en una encuesta telefónica que hizo entre mayo y agosto del 2010 a 3.853 personas mayores de 18 años, determinó que católicos y católicos carismáticos representaban el 70.9% y los protestantes (todas las denominaciones) el 16.7%, menos un 1% compuesto por los Testigos de Jehová que no votan, dejando un voto protestante aproximado del 15.7%.

Semana publicó el 17 de septiembre de 2016 un artículo titulado: “Plebiscito por la paz: el decisivo voto de los evangélicos” donde mencionaba que: Los casi 10 millones de fieles del cristianismo tienen un gran peso en la jornada electoral del próximo 2 de octubre…”. De dónde sacaron este número, no tengo la menor idea. Pero si lo usamos debido a su credibilidad y reputación, podríamos hacer un análisis aproximado sobre lo que sí puede representar una votación en masa de ese grupo religioso; pero estoy casi seguro que es un número exorbitante, a menos que estuviesen incluidos los católicos carismáticos, que es lo más probable.

Pero no todos esos votos van a irse con San Álvaro el redentor; el problema para cualquier análisis es que no existe una base de dato que permita asignar un número aproximado de voto evangélico a cada partido político constituyéndose en una mera especulación.

Si utilizamos el 15.7% establecido por Arboleda Mora y lo multiplicamos por el total de la votación de la segunda vuelta en las elecciones presidenciales del 2014 que fueron 14.756.343 nos da una aproximado de 2.316.746 que podríamos especular que es el voto evangélico. No son muchos, pero sí una cantidad determinante en una votación. Y si lo multiplicamos por la votación total del plebiscito 12.808.858 por 15.7% resultaría con una población evangélica votante de 2.010.991. Concluiría con este análisis, que no es algo de asustarse, a la hora de la verdad.

Basado en este análisis puedo deducir que Vargas Lleras con su partido político Cambio Radical, no tiene por sí solo un número determinante que le haga ganar la presidencia en 2018, pero cuenta con un buen número de votos en la Costa Atlántica. ¿Le podría interesar el voto evangélico? No haría nada con él.

El Partido Liberal con sus precandidatos Juan Fernando Cristo, Luis Fernando Velasco, Juan Manuel Galán y Humberto de la Calle, tampoco contarían con los votos necesarios, y no hay consenso a favor de ninguno todavía. Ese voto en disputa y bullanguero no haría mucha mella.

Los que suenan como candidatos por el Partido Conservador, Marta Lucía Ramírez, Alejandro Ordóñez (el papa colombiano) y Mauricio Cárdenas Santamaría, con las dos corrientes o divisiones entre los conservadores, no tienen unanimidad propia ni votos que puedan elegir un presidente. Tampoco los ayudaría el evangelismo, pero tienen mucha más afinidad mutua.

¿Y qué del Partido de la U? Aparentemente tiene una tanda sustancial también: Roy Barreras, Armando Benedetti (lo están investigando), Gina Parody, y otros cuantos más de menor relevancia. Pero se hundirían si se van solos también, y no tienen mucha similitud con los evangelistas. Es más, a lo mejor los catalogarían como al mismo diablo.

No uso los otros precandidatos de los tantos partidos políticos colombianos, porque, primero, solo tienen el poder de elegir representantes, senadores, alcaldes u otros, pero nunca un presidente; y segundo, son incapaces de aliarse entre ellos o con otro de los partidos tradicionales.

Los candidatos del “porqué no te callas” senador, Óscar Iván Zuluaga, Carlos Holmes Trujillo, Iván Duque, y como que suenan otros, todavía no cuentan con la venia del “gran colombiano”, quien está calladito. ¿Será que tiene gato encerrado? ¿Sonará como Vargas Lleras? Tiene los votos costeños que son un buen número… Pero ni de vainas que Vargas Lleras le sirva de títere a San Álvaro, y eso es lo que el redentor necesita.

Los resultados globales, como en Estados Unidos, Gran Bretaña, y Filipinas podrían pasar en Colombia y darle la presidencia por medio de una vicepresidencia al ser más venerado y despreciado que ha tenido la historia política de Colombia. Presten atención liberales, conservadores, los de la U y Cambio Radical, y comiencen sus alianzas antes de perder el tren.

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