Mi Opinión

Publicado el Ben Bustillo

¡Ajo, ese pelao sí es malo!

 

Cuando crecía por las calles del barrio Porvenir en Barranquilla, una frase que abundaba en los medios de andanza, era la que nuestros padres repetían refiriéndose a nosotros sus hijos para apantallar delante de sus vecinos y parientes, “!ajo, ese pelao sí es malo!”. Y esa frasecita, le cae como anillo al dedo a nuestro redentor, San Álvaro Uribe, el pseudo-salvador colombiano.

Y con el análisis a esta frase tan simple podemos concluir que el peor de los resultados en las pasadas elecciones presidenciales, es que un gran número de compatriotas se identifica con su proceder calumnioso, mentiroso y hasta posiblemente cabe la definición de criminal, si es que es posible tratarlo como tal. ¡Cómo es posible! Con todas las acusaciones en contra de su último gobierno, chuzadas, investigaciones en contra de algunos de sus ministros, alguaciles, perros y elefantes, (espero que no haya dejado a nadie por fuera), que haya un número de votantes concluyentes en el país comulgando con su proceder.

¿Será que tenemos una tendencia nata criminal? ¿Será que por eso fue fácil para algunos colombianos mercadear con droga, formar guerrillas, infiltrar naciones extranjeras para delinquir, incluyendo a los famosos carteristas, formar el paramilitarismo, y todavía darle gracias a Dios? ¿Quién y qué clase de Dios es a quien estos petulantes adoran y agradecen? Si fuese religioso y católico diría inmediatamente que es el demonio. Especialmente, cuando Uribe es partidario y amigo del Procurador Ordóñez. Pero esperen, este último es católico devoto. Entonces, ¿debería llegar a la conclusión por orden sistemático que el proceso del pensamiento utiliza, que la iglesia católica le pertenece al demonio?

Y lo otro sorprendente de las elecciones es que Zuluaga (léase Uribe) obtuvo la mayoría en el occidente del país, una región que desde el comienzo de la guerrilla, ha sido la más azotada con sus andanzas criminales. ¿Será que quiere decir que esta población está acostumbrada a la guerra porque les produce beneficios económicos y es su zona de confort? Por lo menos dos generaciones han estado bajo la presión bélica del paramilitarismo, guerrillas y ejército. ¿Quieren o necesitan más?

¿Qué está pasando en Colombia con el proceso del pensamiento? ¿Fallecieron ideales de grandeza basados en procedimientos correctos fuera de la inocencia de la razón? O vivimos en la misma época de hace cincuenta años donde nos queda más fácil decir, ¡ajo, ese pelao sí es malo!

Contrario a lo que dicen los diferentes medios difusores, en esas elecciones presidenciales hubo un gran ganador: el abstencionismo. Ganamos los que pensamos que las farsas de estos conspiradores están muy por debajo del nivel intelectual de los que preferimos no participar en el absurdo papel de elegir un timador o el de un presunto títere de un régimen anterior que escoge los métodos hitlerianos del manejo sobre las masas.

Ganamos los que preferimos mantener un nivel de respeto ideológico de acuerdo a razones más afines al desarrollo intelectual, los que no queremos guerras o una paz mal fabricada. Ganamos los que preferimos no asociarnos a quienes inundaron los medios sociales con propaganda difamatoria irrespetando el sentido común de la tolerancia, los que vivimos dentro de un sistema errático simplemente escogiendo la estación donde subirnos o bajarnos de ese tren llamado vida, los que escogemos vivir sin participar en las patrañas conspiratorias de políticos aberrantes desalmados.

A los guerreros que prefieren la continuación de la guerra, la historia ha determinado que hay un momento de suspensión a las operaciones bélicas y para la firma de acuerdo entre los ejércitos; para los pacifistas, es necesario dar, pero no entregar la totalidad de las exigencias.

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