Calicanto

Publicado el Hernando Llano Ángel

QATAR, UN MUNDIAL ESPECTACULAR Y ESPECTRAL.

QATAR, UN MUNDIAL ESPECTACULAR Y ESPECTRAL

Hernando Llano Ángel

Espectacular por la belleza de los estadios y el despliegue publicitario que proyecta a Qatar como un país moderno, rico y esplendoroso, que emula y supera en prosperidad a la mayoría de los países occidentales. Algo similar hizo Putin hace cuatro años, cuando pretendió convencer al mundo del renacimiento de una Rusia poderosa y feliz, pero hoy niega esa fantasiosa imagen con su brutal y criminal invasión a Ucrania. Detrás de ese marketing político-futbolístico está el terror. Un terror auspiciado por la FIFA, la organización internacional más hipócrita, corrupta y peligrosa del planeta, pues logra suspender nuestro juicio crítico en nombre de un espectáculo radicalmente inmoral. Es el terror auspiciado por esa alianza letal entre la riqueza, el crimen, el autoritarismo y la impunidad de mandatarios como Putin y el  emir Tamim bin Hamad Al Thani, quien llegó al trono en 2013 luego de la abdicación de su padre, Hamad bin Khalifa Al Thani. Por eso el mundial de Qatar es espectral. Detrás de esos fabulosos estadios se esconde la explotación y muerte de un número incierto de trabajadores migrantes –como aconteció en cualquier campo de concentración nazi o en un Gulag soviético— pues nadie responde por esas vidas cegadas en aras del más fastuoso y costoso mundial realizado. Esas vidas no valen nada, más aún se pone en duda el número de trabajadores que cobraron esos fatales accidentes laborales. Son nuda vida, en la expresión del filósofo Giorgio Agamben.  Los gritos agónicos en caída libre de esos obreros migrantes, hoy son acallados por la estridencia de los goles celebrados por los miles de fanáticos de sus selecciones victoriosas. Las lágrimas solo alcanzan para lamentar la eliminación de las selecciones amadas, no para los migrantes sacrificados y “desaparecidos”. Los himnos se entonan en nombre de los jugadores de las selecciones que se disputan la copa mundial. No hay ni siquiera un réquiem por quienes hoy nos brindan con sus vidas tanta alegría. Eso ya no nos importa, solo queremos disfrutar y gozar el mundial. No hay lugar para las investigaciones y menos los lamentos. No se puede arruinar el hermoso eslogan de este mundial: “Football unites the world in passion, in love, in peace. Football unites us in hope and in joy. Football unites us all. Football unites the world, que escuchamos en boca de Cristiano Ronaldo, Harry Kane y Lionel Messi, entre otras destacadas figuras, antes de cada partido. Para mayor ironía, las estrellas de Francia, como kylian Mbappé, es nacido en París, pero hijo del inmigrante camerunés Wilfried Mbappé y Ousmane Dembélé, también parisino, es hijo de padre maliense y de madre francesa con ascendencia mauritana y senegalesa. Ambos defienden la bandera de una nación que en su pasado colonialista dejó una estela de oprobios y crímenes impunes en el continente africano. Y hoy Francia es campeona mundial gracias al talento, el esfuerzo y los goles de esos hijos de inmigrantes, que un número nada despreciable de franceses, liderados por Marine Le Pen, repudian y no quisieran tener en su territorio. Como se puede leer en Wikipedia: “Le Pen se opone fuertemente al multiculturalismo, llamándolo «un arma para el extremismo islámico” ​y ha apoyado leyes en contra del uso de símbolos religiosos en público que han sido categorizadas por algunos como Islamofobicas. En varias ocasiones ha mostrado su apoyo al mandatario ruso Vladímir Putin y, a pesar de condenar la Invasión rusa de Ucrania de 2022, se ha negado a retirar su apoyo a Putin, llamándolo «un posible aliado para Francia«. Por todo lo anterior, mi simpatía y admiración está con Marruecos en el partido de mañana miércoles, pues su triunfo y la eliminación de Francia sería más que un acto de justicia futbolística. Sería un acto de justicia humanitaria en memoria no solo de millones de víctimas del colonialismo del Estado francés –que no del pueblo francés– sino también de los obreros migrantes que murieron levantando esos templos de alegría, que hoy Qatar  ha convertido en monumentos de ignominia. Quizá por eso tenga tanta prisa en desmontarlos y borrar rápidamente semejante oprobio. Hay que deshacerse de las huellas incriminatorias. Borrarlas de la memoria y del espacio físico en donde tantos murieron. Esas muertes deberían avergonzarnos cuando cantamos los goles de nuestra selección favorita. Goles que mañana celebraré si son de Marruecos en nombre de la vida y la dignidad de todas las víctimas de este espectacular, espectral y sorprendente mundial. Que la final del mundial sea entre selecciones de pueblos que la “civilizada Europa” ha diezmado, explotado, sojuzgado o combatido en nombre de la democracia, los derechos humanos y sus intereses, como Marruecos, Croacia y la misma Argentina, al usurparle Inglaterra su soberanía en las Malvinas. Entonces que gane el mejor el domingo 18 de diciembre y se rinda un tributo póstumo a los trabajadores explotados y sacrificados impunemente por la FIFA y Qatar.

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