“… no (hubo alguna) evidencia que demostrara que … la cadena perpetua… protegía más a los niños. Todo lo contrario. Se demuestra que la mayor parte de estos delitos (contra los niños) se cometen en el seno de la familia.” (Magistrada Cristina Pardo, HHCC).[i]
A primera vista me sorprendió la sentencia de la Corte contra la prisión perpetua. Tuve el grave temor de que en Colombia se estuviera sembrando el zafaronismo, perversa doctrina argentina que protege a los victimarios revictimizando a las víctimas.
Pero las declaraciones de la Magistrada Pardo, ejemplo de sindéresis en sus ponencias, me lanzaron de bruces contra la realidad.
La cárcel ha sido uno de los instrumentos más perversos de la modernidad.[ii] No resocializa y, al contrario, como lo devela la Magistrada, en Colombia “las condiciones de reclusión violan la dignidad humana”.
De acuerdo con lo anterior, el reciente fallo de la Corte habría puesto el dedo en la llaga. Estamos obligados a señalar hacia adentro de nuestras familias donde probadamente se ejercen las peores violencias contra los niños. (¡Nuestros hijos, nietos o biznietos!).
No es casual que dentro de la secta fascista se haya cocinado ese grupúsculo de “defensores de la vida” (Los Ordóñez, Jaimes y otros lobos) que, al tiempo, defienden a capa y espada la leyenda de la “amorosa” familia cristiana mientras ocultan la violencia contra los menores en su seno.
Ignorando voluntariamente que la familia cristiana originaria, esa presunta familia de los llamados “María, José y Jesús”, sería el peor ejemplo de convivencia, amor filial o respeto entre la pareja.
La fábula de que María hubiera sido»fecundada por un ángel», si no fuera tan perversa habría sido la entrada de una excelente novela. Pero fue convertida por los (pedófilos) obispos de la catolicidad en el ¡ejemplo máximo del amor divino!
El hecho de que José hubiere aceptado que su pareja María (¿se casaron?), le hubiere sido infiel así fuera con un “ángel”, no le quitaría al otro personaje de esta novelilla su papel de vergonzante cornudo.
Y para terminar, no hay noticias sobre la primera infancia de Jesús. Todo porque el primer relato de aquel niño arrancaría por la edad de doce años cuando habría sido encontrado en un templo “hablando con los doctores”…
¿Juegos? ¿Risas? ¿Cuidados de la presunta madre? ¿Cuidados del presunto padre? ¿Enseñanzas de vida del padre para con el hijo? ¿Presencia de la madre a la hora de la muerte del hijo?
¡Nada de amor en la semilla de aquella familia cristiana!
Nada de lo que los mismos obispos (pedófilos) han redondeado como la leyenda de la perfecta familia cristiana, obedecería a los más elementales patrones de la vida familiar como la conocemos.
Sobre todo porque degradó lo que ya existía, por ejemplo, en Roma. El paterfamilias y la casa romana fueron dos instituciones ejemplares primero, de la conexión entre la vida privada y la pública hacia la convivencia y, segundo, del respeto entre sí y para con sus esclavos una vez libertos. [iii]
No sería gratuito, por tanto, que una familia cristiana edificada sobre leyendas tan poco ejemplarizantes (en asocio con una escuela-cárcel católica), pudieran servir para algo distinto que la violencia intrafamiliar y, por supuesto, que la multi – violencia social.[iv]
Razones por las cuales, las responsabilidades por los estropicios que una y otra vez emanan de la familia cristiana contra sus más inermes habitantes, los niños, deberían asignárseles primariamente a los mayores presentes (padres, tíos, abuelos, etc.).
Por ello la Corte Constitucional habla de que la tal prisión perpetua como remedio de la violencia infantil reflejaría sólo una política populista e incoherente.
Señalar hacia la cárcel como la solución de las perversiones que surgen en el seno de la violenta familia cristiana, prorrogaría la vigencia de todas esas leyendas que ensombrecen la semilla de la sociedad cristianizada.
Con el agravante de que cuando se trata de responsabilizar a esa “semilla” por los daños que produce en sus niños, los sectarios religiosos cristianos voltean a mirar hacia otro lado ¡señalando hacia la cárcel!
Podría ocurrir que la tripleta Familia Cristiana – Iglesias Cristianas -Escuelas Cristianas, las Católicas a la cabeza, temprano que tarde le deba poner la cara a la violencia intrafamiliar y a la violencia infantil.
¿Cómo?
Auto responsabilizándose sacerdotes, obispos, padres, madres y profesores, todos “muy cristianos”, por la perversidad de sus crímenes pedófilos, de sus violencias contra los niños, de sus silencios cómplices con los familiares criminales y de las lágrimas de cocodrilo que derraman cuando esos hijos violados y mal tratados en casa se convierten, de adultos, en criminales sin remedio.
Congótica. Por estos días, por ejemplo, fuimos testigos de excepción de las bonísimas prácticas existentes en la muy católica familia comandada por el mayordomo del ubérrimo…
Congótica 2. Una Iglesia Católica bautizando, confirmando, comulgando, casando y educando a tantos de estos tan cristianos miembros de la familia violenta, no puede ser sino la peor “madre y maestra” que nos tocó en suerte.[v]
[i] “Nuestra política… es populista y no es coherente”. Diario El Tiempo/Colombia. Sep. 04 2021, Pg. 1.6 (Paréntesis, itálicas y negrilla del blog).
[ii] Foucault, M. (2002. Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión. Buenos Aires: Siglo XXI.
[iii] Aries, P. y Duby, G. (1985). Historia de la vida privada. Madrid: Taurus. Tomo 1 “La familia y los libertos”. Pp 81 siguientes. “La Casa”. Pp 306 siguientes.
[iv] Congote, B. (2018). “Especulación sobre algunos posibles impactos políticos de la forma prisión escolar católica. Un caso colombiano.”. Tunja: UPTC, Revista Derecho y Realidad, Vol. 15 No. 30 e31885, p. 1-26 ISSN 1692-3936, https:/doi.org/10.19053/169223936.v15.n.30.2017.10144v.
[v] Congote, B. (2011). La Iglesia (agazapada) en la violencia política. Charleston: Edición propia (www.amazon.com)