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Publicado el Andrés Nossa @nossadeportes

¡Klopp!

Es un inspirador. La hazaña de Anfield Road, el martes 7 de mayo, quedará grabada en la memoria de Liverpool y del mundo futbolístico entero. Y es que lo hecho por su equipo en la semifinal de la Champions League ante el encopetado Barcelona solo da para sentarse a aplaudir por horas.

Jürgen Klopp se puso a la altura cultural y deportiva de los más grandes de Liverpool. En lo futbolístico, seguro, se da la mano con el mítico Steven Gerrard, uno de sus símbolos contemporáneos, o del entrenador inglés Bob Paisley, el DT que más títulos le dio al equipo rojo en toda su historia.

Y es tan grande lo hecho por Liverpool en 2019, peleando la Premier League hasta el final -94 puntos, uno menos que el Manchester City- y llegando a la final de Champions después de remontar un 0-3 ante el equipo con el mejor jugador del mundo que, para la gente de Liverpool, Klopp y sus muchachos ya deben estar a la altura de los Beatles, la banda de rock más exitosa de la historia.

Klopp no se arrugó, demostró su categoría poniendo a un equipo ofensivo para lograr lo impensado pese a las adversidades que se encontró en menos de una semana –un 0-3 en la ida ante Barcelona y luego la lesión de su principal figura, el egipcio Mohamed Salah-.

Se nota que los jugadores le creen y, lo mejor de todo, es que en sus palabras previas en las conferencias de prensa demuestra que es un hombre que ama el fútbol ofensivo, que juega para ganar, una actitud que infortunadamente en la actualidad es una cualidad de pocos.

El alemán, que jugó varios años como profesional en el FSV Mainz 05 de su país y que marcó 52 goles como profesional, es un hombre eufórico, un hombre del fútbol, que gusta no solo de la táctica sino del buen juego, es más, prioriza el juego bonito y con sus palabras y actitudes nos llama a valorar lo mejor del deporte más bello del mundo: la estética, el pase, el gol.

Lo del Liverpool y Klopp en esta Champions no es casualidad. Siempre ha jugado bien, muy bien. Es más, en Barcelona fue increíblemente superior pese al 3-0, un resultado que solo se dio por el mago, por Messi. Pero Klopp no se rindió, lo planeó, lo creyó, lo hizo y lo logró.

Verlo celebrar a rabiar, corriendo como un niño más de 40 metros para abrazar a sus jugadores, sirve para valorar la verdadera pasión por el fútbol. Pase lo que pase en la final, ya el equipo inglés regresó al lugar al que pertenece, uno de los grandes de Europa, y su DT se ratificó en la élite. Qué grande es Klopp.

Gerardo Andrés Nossa R. / @nossadeportes

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