Los equipos hoy no pueden ser más que el club. El negocio multimillonario que envuelve a cada institución amparada en la historia y en otros valores, está hipotecando cada vez más el devenir de los equipos.
Décadas o tal vez años atrás, el club hacía al equipo… pero en el césped, en los partidos, ese equipo reafirmaba al club. Un matrimonio lleno de obligaciones y de devociones. Vínculo fraterno y eterno.
El Barcelona 2021 es por el contrario reflejo de ese divorcio. El club enfrenta una de sus peores crisis institucionales, financieras y de viabilidad en décadas, pero todos exigen al equipo en Camp Nou y en las plazas a las que se desplaza que juegue, gane y levante copas olvidando que su casa está en llamas.
Si la casa está en llamas, el equipo también resulta quemado. Imposible deslindar al club, a la marca, la estirpe, la piel, de ir a jugar dándolo todo despegados de una piel enferma, flatulenta y llena de orificios.
Así está el Barcelona en febrero 2021. Un club postrado, sin Presidente, en un limbo institucional absurdo, sin la masa culé en el estadio gritando o llorando por culpa de la pandemia; las cuentas bancarias todas con números en rojo y con un escudo desdibujado que parece más de un once de tercera división que de de uno falsamente orgulloso de «otroras» sextetes en instagram.
Imposible para Koeman y su equipo de legionarios con Messi a la cabeza, salir y jugar y deambular con victorias o sentir el latigazo de contundentes derrotas, si no hay fichajes, tampoco dinero para pensarlos; exigir a jóvenes promesas que -despuntando la pubertad- calcen el zapato de míticas leyendas que fueron expulsadas por los despachos desconociendo que algunas de ellas sostenían con goles o con garbo en el césped, a un club desquiciado desde los palcos y las infumables dirigencias.
Contra el PSG, el Barça cayó brutalmente 1-4 con la liviandad de una pluma, frívolo y sin músculo. Pero todas esas culpas achacadas a jóvenes y errores tácticos y de dirección, tienen un fundamento de estructura: si la casa está mal, y arde, por más que el vestido sea de gala… huele a humo y está quemado.
Más que la vuelta del Barça ante el PSG suspirando por una epopeya el 10 de marzo, el día en que el Barcelona deberá registrar su mayor remontada en tiempos recientes es el 7 de marzo en las urnas. De los resultados de estas elecciones para Presidente de un club, saldrá la visión de un equipo que hace rato anda extraviado en el campo, lejano a las tribunas y discordante de sus recientes glorias. Mientras el club y el equipo sigan divorciados, ninguna victoria individual y egoísta de uno u otro salvará y redimirá al conjunto. El gran partido del Barça deberá jugarse esta vez sin la pelota presente.