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GUANTES O GOLES

Ver fútbol a diario para las mayorías, es soñar con goles. No así para Marc-André ter Stegen.

A unas semanas de cumplir sus 27 años, el alemán le compite hoy a Lionel Messi en protagonismo y relevancia; menos mediático pero en tablas si se evalúa lo determinante para mantener la puerta en cero.

1.87 metros se alzan del piso y cuando abre el cuerpo, su envergadura se expande como un acordeón y cubre medio arco. Dibuja un muro difícilmente franqueable para cualquier gladiador contrario: Vinicius, Benzema, Susaeta, Williams, Terrier, Aouar, Navas vieron frustrados intentos de vencerlo en lances de todo tipo.

Su trabajo como guardián del Barcelona crece con los días, con los partidos, con el tiempo. De los últimos 55 intentos por perforar su valla, detuvo 47.

No importa si debe suspender en el aire su cuerpo y cambiar de mano; o hincarse de rodillas y solo abrir en pleno el guante derecho; o navegar sobre el césped de extremo a extremo; mejor aún, ser experto en la doble parada: reacción mágica ante la primera envestida, y recuperación instantánea para soportar el envión definitivo. Con todo ello, silencia adversarios y enmudece a su equipo. En las televisiones, hay mezclas onomatopéyicas de los narradores, y también silencios prolongados de los comentaristas.

Los ojos no dan crédito para ver la excelencia en su  trabajo de manera sistémica. Disfrutar sus acciones en la retaguardia nunca darían la alegría de ver a Lionel Messi marcar un gol, pero elevan a otro nivel su prodigio con los guantes. Para ganar partidos, no sólo se necesitan goles, también la virtud de evitarlos.

En esas manos que le dan la vida desde los once años, guarda uno de sus mejores secretos: si cualquier persona se pone sus guantes, nunca vuelve a utilizarlos. Suyos y únicos por siempre.

Desde los siete años fue parte de “los potros” del Borussia Mönchengladbach. Con su primera década, -a los 11- cambió el juego de campo, por la vida bajo los palos. Nunca más salió de la cabaña y convirtió el área chica en su residencia permanente.

En un partido contra el gran Borussia Dortmund de Jürgen Klopp, tuvo una tarde  de leyenda: a pesar de 26 intentos rivales, mantuvo su puerta invulnerable. Los “Potros” ganaron 1-0.

Otro grande con los guantes, Andoni Zubizarreta –ex director Deportivo del Barcelona- lo siguió por un buen tiempo y sugirió contra todo viento que debía ser el nuevo guardián de las puertas del Barça.

En su espíritu de hormigón, dejó caer lágrimas de infante al despedirse de su equipo, de su casa y del frío alemán. Viajó a Barcelona, y se enamoró del club, de la ciudad y del mar, olas y aire mediterráneo que le inspiran para crecer sus sueños.

A punto de cumplir su cuarta temporada, está a mitad del camino hacia las cumbres que aspira. Uwe Kamps, quien fue su entrenador como portero en el Gladbach no se cansa de repetir que el mundo está ante el mejor portero de esta generación por lo que se ha visto y por lo que se puede llegar a ver.

Su ídolo de pequeño fue Oliver Kahn, y su meta inmediata es destronar a Manuel Neuer en la cabaña alemana. Además, tiene espacio por delante para competirle a Messi como su antítesis, jubilar al rosarino, y ser un eje del Barça que poco a poco adquiere nuevos apellidos.

En sus guantes hay alas, y en su espíritu hay vuelo. Puede ser pronto el mejor del mundo sin duda, y quedarse allí un buen tiempo; el suficiente para negarle al fútbol su máxima esencia: el gol.

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