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UN CLASICO LLENO DE AMISTAD

Un clásico sin goles es menos clásico, pero clásico es clásico. Antes de llegar a la navidad y con empate en puntos, y dos equipos en alza luego de inicios turbulentos en septiembre, se templaron en el Camp Nou  para dilucidar fuerzas en los prolegómenos del adiós al 2019. Barça vs. Madrid. 

Rodeado de grandes amigos en una tribuna llena de sol y cargada de cerveza sin tanta política como en Barcelona, gozamos un cierre en tablas que no deja perdedores, y sí todos ganando apenas poco: un punto por bando y la dicha de que el rival no marcó gol, también la pesadumbre de celebrar los propios. Barcelona de líder y Madrid de co-líder.

Zidane apostó por ir a ganar y su esquema se dilucidó en un equipo lleno de avanzadas frenéticas por las bandas y remates desde el centro del área aprovechando rebotes, y ejerciendo una presión gregaria todo el partido que dificultó la salida del Barça desde el minuto uno hasta el 95.

Bien apertrechado el Madrid, no sucumbió a los embates de Messi, Suárez y Alba. Todos fallones en instancias definitivas e irresolutos ante la presión y la ansiedad de navidad. El Madrid dominó a placer el partido entre el minuto 17 y el 27 con llegadas superlativas que Piqué salvó en la raya a cabezazo de Varane; también tacos de Bale, y remates de Casemiro, y de Valverde. Siempre bien a gusto ter Stegen bajo los palos.

Messi, Semedo y Alba intentaron por el escuadrón local dar golpe a la mesa con varias contras que no terminaron en gol por las buenas acciones de Carvajal, Ramos y Courtois. Un Madrid serio con ganas de ganar, y mejores de no perder.

A todas estas Griezmann no aparecía, y no apareció. El equipo de Valverde adoleció en Semedo falta de salida y entregó el mediocampo con Sergi Roberto queriendo repetir otras tardes pero desenfocado en sus actos y logros.

La tarde avanzó entre empanadas, brindis y amistad. Todo eso es parte del clásico lleno de color en las mesas y de ausencia de gol en el campo. Héctor, Felipe, Miguel, dibujaban tablas en los pronósticos a pesar de hinchar cada segundo por los equipos de nuestros amores. 

No mucho cambió para el segundo tiempo. Valverde demoró el ajuste en el lateral con el ingreso de Vidal para que Sergi Roberto retrasara su posición, y Zidane esperó el desgaste de Isco y Valverde para dar juego a Rodrygo y Modric. Barcelona logró más control pero no más vértigo o peligro. De Jong rompió líneas y llegó con remate cansado a terrenos del Madrid, mientras que el juez anuló gol de Bale tras posición ilícita de Mendy.

Suárez falló al 74 una clara para sus instintos, y a los 90 otra donde se enredó consigo mismo. Ansu Fati dio aire al Barça en una jugada donde tocó el balón al sustituir a Griezmann. El tiempo del juvenil fue poco para revertir la tendencia de un partido soso en el segundo tiempo que acusó el cansancio del primero, y de seis meses arduos de temporada.

La ansiedad del público fue más grande que la de los equipos, y los jugadores conciliaron un resultado en ceros evitando una navidad incómoda y mediática. Todos con melancolía y serenidad se abrazaron al final del partido.

Nosotros, con cero argumentos para agredirnos en nuestra afición, abrazamos la amistad, y sentimos la tarde soleada de un clásico atípico en sus tiempos, sensaciones, y emociones. Sólo la amistad mantuvo el fuelle ante un partido atemporal  en el calendario y en lo futbolístico. 

Siempre queda la dicha de que sin goles, ni triunfadores o víctimas, están los amigos. Siempre los amigos que hacen de un 0-0, un clásico especial.

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