CRI Girón
Con el paso de los días, la recuperación del cuerpo empieza a ganar más y más importancia. La contrarreloj que nos esperaba era una de las más difíciles que alguna vez hice, no solo por algunas curvas técnicas al final, sino por la mezcla de terrenos que había. Justo al salir nos enfrentabamos a un segmento de 8 kilómetros cercanos al 4% de desnivel medio, luego el descenso del mismo segmento y para completar los 20 kilómetros hasta la meta, una serie de curvas y retornos para terminar. Era ese cambio de pendiente, de terrenos y de ritmo lo que hacía complicada la contrarreloj.
En la mañana, sabíamos el horario de salida, así programamos el desayuno, el reconocimiento y el calentamiento para la hora de cada uno del equipo. Pude probar la bicicleta, recordar algunos segmentos claves del recorrido que habíamos reconocido días atrás. Antes, había decidido que iba a llevar un plato de 53 dientes y una pacha de 26 dientes arriba y 11 abajo. Buscando una cadencia cómoda para todo el recorrido.
Empecé el calentamiento, sintiendo un poco los días anteriores en las piernas, 25 minutos después estaba en la rampa de salida, respirando profundo y escuchando por el pinganillo un «¡Vamos!» de mi entrenador. Intenté hacer el esfuerzo lo más constante posible, trazando bien lad curvas y manteniendo la potencia en los descensos.
Es lo que tiene la contrarreloj individual, es poner a prueba el cuerpo a nivel mental y físico, donde cada distracción, son segundos valiosos. Es poder mantener la posición durante largos períodos de tiempo, mientras el dolor del esfuerzo corre por todo el cuerpo. Esa es la magia de la contrarreloj.
Al terminar, se pasa la página, la contrarreloj quedó atrás en la carretera y el objetivo cambia a poder estar listo para descansar lo más pronto posible para el día de mañana, donde la alta montaña nos espera. Eso para nosotros, porque mientras escribo esto desde la habitación de un hotel diferente al de anoche, empieza el trabajo del mecánico: Gelvis, que en un día como hoy se le multiplica el trabajo al tener que limpiar, revisar y ajustar las bicicletas de contrarreloj y las de ruta para mañana. Probablemente va a estar hasta altas horas de la noche para que las bicicletas estén listas para un día más. Eso también es trabajo en equipo.
Uno siempre quiere estar más adelante y ganar, porque por eso se entrena todos los días, por eso se acumula tanto trabajo en los meses. En el proceso para conseguirlo hay que estar dispuesto a absorber todas las experiencias posibles que carreras como estas nos dan, para acortar esa distancia al objetivo. El camino es largo, pero hay que vivirlo día a día. Los invito a leer el día a día de esta carrera a través de estas crónicas.