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Publicado el Jorge Tovar

Tres puntos por victoria: ¿Un experimento útil?

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Ganar un partido da tres puntos. Actualmente se toma como dado. Pero no siempre fue así. De hecho, durante buena parte del Siglo XX el fútbol en todo el mundo otorgaba dos puntos por victoria. Pero todo comenzó a cambiar cuando al iniciar la temporada inglesa de 1981 – 82 se decidió otorgar al vencedor tres puntos en lugar de dos.

La racionalidad de tal medida era que un punto adicional por victoria llevaría a los equipos a tomar una actitud más ofensiva, lo cual generaría a su vez mayores asistencias. Y es que a principios de los años ochenta, si bien el fútbol inglés dominaba Europa, las perspectivas no eran las mejores. Bert Millichip, recién llegado a la Federación Inglesa (FA), planteó desde su primer discurso dos problemáticas que no lo dejaban dormir: (i) el fenómeno del hooliganismo y (ii) lo obsoleto que eran los estadios ingleses. Sobre el punto primero, reconoció que no sabía que hacer. Las tragedias relacionadas con el fenómeno que recorrieron Inglaterra y Europa a lo largo de los ochenta le darían la razón al dirigente inglés. Sobre el segundo tema le preocupaba sobremanera lo oneroso que resultada renovar los viejos estadios ingleses. Los costos, afirmó, lo hacían prohibitivo.

El público, quizás consciente de la importancia de los dos puntos que cito Millichip, había dejado de asistir a los estadios. La liga inglesa tocó fondo en la temporada 1980-81 al registrarse los peores promedios de asistencia de público desde la Segunda Guerra Mundial.

Jack Dunnet, también nuevo en la presidencia de la Liga Inglesa, coincidió parcialmente con Millichip. Los estadios viejos, dijo, efectivamente frenan la llegada de aficionados, pero sólo de aquellos ocasionales. Un equipo con estadio bello y hermoso no lograría llenarlo si sus resultados deportivos son desastrosos. Los dos, Dunner y Millichip, coincidieron en lo básico: El hincha no acudía al estadio porque el espectáculo que se ofrecía era pobre: más allá del resultado, poco importaba.

Con esta premisa decidieron realizar, como lo calificó Dunnet, un “experimento”. El objetivo era comprobar si al otorgarse un punto adicional por victoria se lograría dar mayor entretenimiento al fútbol inglés. Lo más interesante del experimento inglés es que nunca se hizo una evaluación ex-post (al menos pública) para ver si había logrado su efecto primario: más goles como indicador de mayor entretenimiento. Y lo realmente curioso es que aún sin esa evaluación, eventualmente el resto del mundo la copió.

En la liga inglesa, entre 1950 y 1960 se marcaron 3,42 goles por partido. Fueron 3,14 entre 1960 y 1970 y 2,5 entre 1970 y 1981. El descenso de goles era evidente. El impacto positivo no es particularmente evidente. Entre 1981 y 1992 se marcaron en promedio 2,6 goles por partido. Fueron 2,59 goles por partido entre 1992 y 2000 y 2,64 entre 2000 y 2005.

A pesar de que el resultado era, cuando menos cuestionable, la FIFA anunció en 1993 que a partir del Mundial de Estados Unidos 1994 se premiaría la victoria con 3 puntos. Adicionalmente, el 11 de noviembre de 1994, FIFA emitió una directiva ordenando tres puntos por victoria en todas las ligas. El Calcio italiano introdujo la medida en 1994-95, Colombia en 1995 y la Liga Española, así como la Alemana y la Portuguesa en 1995-1996. En Italia si pareció funcionar. Se pasó de 2,45 goles por partido en el período 1990 a 1994, a 2,61 goles en el período 1994 – 2000. En España también aumentó la cifra de goles por partido. Fueron 2,44 goles por partido entre 1990 y 1995. Entre 1995 y 2005 se marcaron 2,67 goles por partido.

Estas, sin embargo, son cifras descriptivas. Es difícil llegar a una conclusión clara sobre los efectos negativos o no del cambio de norma. Hay sin embargo algunos estudios que han realizado el ejercicio estadístico de manera formal. En 2009, Diger y Geyer publicaron en el Journal of Sports Economics un documento sobre los efectos de la medida en la Bundesliga. Utilizan datos del período comprendido entre 1985-86 y 2004-05 de la Liga y la Copa. La idea de utilizar datos de Copa es que asumen que la única diferencia en el tiempo entre ambos torneos es la regla de tres puntos pues, al ser la Copa un sistema de eliminación directa, esa regla no es relevante. Encuentran como resultado más interesante que el número de empates a cero en Liga cayó de 8,17% a 6,93%, mientras que en la Copa hubo una caída, pero no fue diferente en sentido estadístico. Esto, combinado con una caída registrada en los empates a cero en Liga sugieren que la medida de tres puntos si funcionó en Alemania. Los resultados los corroboran con técnicas estadísticas de diferencia en diferencias. Es decir, la medida habría funcionado en Alemania. Sin embargo, en 2014, Hon y Parinduri publicaron en la misma revista un ejercicio donde evalúan si la medida llevó a un incrementó en el número de goles en Alemania. Los resultados son negativos. Lo más que encuentran es que la regla de los tres puntos aumentó el número de goles marcados por equipos que iban perdiendo el partido en el primero tiempo.

En 2014, en su libro Beatiful Game Theory, Palacios-Huerta hizo un ejercicio similar para la Liga Española. Encuentra que efectivamente cayó el número de empates y que la iniciativa de ataque aumentó en España. Es decir, hubo más tiros al arco y más tiros de esquina. Pero, como efecto no deseado, el número de falta aumentó. El efecto neto es que el número de goles no aumentó.

En resumen, los ingleses cambiaron, y el mundo los siguió. Pero no hay evidencia concluyente de que la medida haya logrado los efectos deseados. En cualquier caso, tampoco hay evidencia que indique que la medida haya perjudicado el espectáculo. Así que por ahora la victoria seguirá valiendo tres puntos. Cabe preguntarse ¿Habría efectos sobre el número de goles por partido si ganar un partido supusiese cuatro puntos en lugar de tres?

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