El recorrido de hoy era llano, largo y caluroso. La carrera siguió el camino que inició ayer por el Meditrerráneo y hoy viajó de Murcia a Andalucía. El paisaje desértico, un viento frontal, un sol incandescente, una fuga corta que fue neutralizada a 40 kilómetros de la meta, 35 grados centígrados de temperatura, un ritmo lento en el grupo y la resolución de la victoria parcial con una llegada masiva resumen lo acontecido, en lo deportivo. La etapa 11 salió de El Pozo Alimentación y llegó al Cabo de Gata, una pequeña entrada de la tierra en el mar donde abundan las historias de sirenas, naufragios, ataques y tesoros. En la etapa de hoy, el BikeExchange perdió por Covid a Yates en la salida y se llevó el botín mayor con Groves en la meta.
La etapa más tranquila de La Vuelta dejó por fuera de carrera a seis pedalistas, cinco de ellos por Covid y Alaphilippe por una fractura de clavícula. El Coronavirus es el enemigo de todos en la Vuelta. Ataca en cualquier momento y sin discriminar. Antes de comenzar la jornada mandó para la casa a tres corredores del Kern Pharma, a Simon Yates y a Pavel Sivakov. Estos dos últimos eran quinto y noveno en la clasificación general. Ya son 36 abandonos en 11 días, 21 de ellos por el virus. Los otros 15 se han ido por caídas. Hoy le tocó a Julian Alaphilippe, el salvaguardia en la montaña del líder Evenepoel. En una curva, el campeón del mundo se fue al piso y minutos después dejó la carrera a bordo de una ambulancia. Muchos se acordaron de la famosa maldición de la camiseta amarilla, una leyenda del ciclismo que hoy volvieron a evocar.
Hoy el pelotón rodó tranquilo. El fuerte calor no invitaba a otra cosa. La fuga tuvo apenas tres integrantes de los equipos invitados: el español Joan Bou del Euskaltel, el checo Vojtech Repa del Kern Pharma y el neerlandés Jetse Bol del Burgos. El promedio de velocidad de 37,832 fue el más bajo de esta edición de la Vuelta para una etapa plana. La fuga fue absorbida a 40 kilómetros de la meta en las costas de Almería. Ni siquiera el esprint bonificado, que estaba en Ruescas, a 10 del final y tampoco, generó sobresaltos en el ritmo. Por estas costas pasaron griegos, romanos, musulmanes y cristianos que construyeron la historia de la provincia. También pasaron fenicios, vikingos y piratas que asolaron y despertaron el temor de los pequeños pueblos blancos que adornan el desértico paisaje. Hoy el turno fue para el grueso pelotón del ciclismo, que recorrió el litoral y guardó su única emoción para los kilómetros finales.
La etapa llegó al Cabo de Gata, un pequeño poblado en Almería que tiene como mayor atractivo el Arrecife de las Sirenas, un promontorio de origen volcánico rodeado de aguas turquesas que guardan en el fondo especies marinas únicas. Una de las leyendas de la región cuenta que en este arrecife se escucha el canto de las sirenas tratando de atraer a los marineros y que cuando los barcos se acercaban ellas los atacaban y los hacían naufragar. Afirman también que estas ninfas del océano custodian el tesoro del Cabo, escondido allí por un sultán árabe que quiso protegerlo de los invasores. Algunos lugareños niegan el mito afirmando que los sonidos que se escuchan en el mar son producidos por una una colonia de focas monje que habita en el sector, pero otros afirman haber visto haber visto de cerca las mujeres con cola de pez.
«El cabo entra en las aguas como el perfil de un muerto o de un durmiente con la cabellera anegada en el mar. el color no es color, es tan solo la luz», escribió José Ángel Valente. La etapa de hoy entró al Cabo. la recta final tenía 4 kilómetros a orillas del mar. El triunfo en la fracción era la única fortuna para disputar hoy. Kaden Groves, australiano de 23 años, del equipo BikeExchange se metió al arrecife del esprint y se quedó con él. Consiguió su primera victoria en una grande. Superó en la meta a Danny Van Poppel, Tim Merlier, Juan Sebastián Molano y Mads Perdersen. Los únicos ajustes en la clasificación general los generaron los retiros.
La etapa de mañana podría tener un tesoro guardado para los aspirantes al título de la carrera. La llegada en alto en Peñas Blancas, ofrece en el papel muchas más emociones que la jornada de hoy. No depende del calor. Evenepoel ya no tiene a Alaphilippe y la subida final tiene 19 kilómetros. No habrá sirenas cuidando el botín, pero habrá que pedirle permiso al virus.