El Picón Blanco debe su nombre a la nieve que se acumula en su cima cuando llega el invierno. Hoy solo había neblina. Es verano en España y el gigante burgalés se estrenó en la Vuelta como llegada de la etapa número 3 y como colofón de los tres días de la carrera en esta provincia. Día largo. Los 202,7 kilómetros se cerraron con el ascenso a esta cima, frontera entre Burgos y Cantábrica, donde un estonio, Rein Taramae izó la bandera como el primero de su país en ser líder de una carrera de tres semanas.
La jornada salió de Santo Domingo de Silos, un pequeño pueblo cuya vida gira en torno a su viejo monasterio benedictino y que hoy también debutó en el historial de la carrera. Los riesgos de abanicos por vientos cruzados solo fueron un pronóstico no cumplido que se diluyó entre los acantilados rocosos y los cultivos de cereal, papa y lechuga por los que transitó la carrera. La fuga tempranera con ocho aventureros fue consentida por el grupo y de ella salió el ganador de la etapa y a la vez nuevo líder de la clasificación general. El tempranero primer final en alto de la Vuelta no ofreció una batalla entre los jefes de filas, como se esperaba, pero sí se convirtió en una jornada de desgaste que hizo la primera gran selección entre los candidatos a pelear la clasificación final.
En la cumbre del Picón Blanco hay una base militar abandonada. Frente a ella, Taramae, de 34 años, apretó el paso para poder levantar el brazo y explotar en júbilo tras conseguir la mejor Moñona de su carrera profesional: etapa, liderato de la montaña y liderato en la general. El grupo llegó 1 minuto y 38 segundos después. A 30 kilómetros de la meta, al paso por Medina de Pomar, conocida como «la ciudad de los manzanos», Taramae venía acompañado y tenía una renta de casi 9 minutos. 10 kilómetros después quedaban 6 en la fuga y la diferencia fue solo de 5 minutos. Al cruzar Espinoza de los Monteros, frente a la Torre Berrueza del siglo XII, donde se iniciaba el puerto final de 8 kilómetros, la diferencia era solo de 3 y los punteros eran cuatro. El Bahrein puso un paso demoledor y desgastante, que no fue suficiente para rematar la jornada. El estonio soltó a sus compañeros, redobló el paso y escribió una página histórica para su país.
El viento golpeó de frente en la última subida. Al trabajo del Bahrein se sumó el del Movistar. Juntos, decantaron el grupo principal, que llegó solo con 8 ciclistas: el Jumbo Visma se diluyó y quedó solo su líder Roglic; el Movistar brilló con Valverde, López y Enric Más, que sacó 3 segundos en el cierre; Yates y Bernal hicieron presencia por el Ineos, mientras Carapaz cedía un minuto; y el selecto colectivo lo completaron Landa del Bahrein y Ciccone del Trek. Los demás llegaron sufriendo a la cima y cedieron segundos y minutos valiosos. Con el esplendor del Valle del Soba como fondo, la montaña dictó una primera sentencia.
La Vuelta pasa ahora a territorio de los esprinters. Su segunda cita será mañana frente a la amurallada Molina de Aragón, en otra llegada inédita. Etapa llana de 163 kilómetros, sin subidas categorizadas, con un estonio como líder y con muchos damnificados de los primeros tres días, que intentarán cuadrar caja en cualquier momento.