Ciclismo con J

Publicado el Jhon Jaime Osorio

Vuelta 2018 – Día 10: Libreto rígido con escapada, captura y esprint

El libreto previo anunciaba escapada, captura y esprint. Una etapa sencilla. Jornada corta y plana después del día descanso. Una fracción con pocas emociones; aburridora para algunos. La temperatura no subió más de 24 grados y el viento no apareció. Era la típica jornada para los esprinters. El mapa anunciaba 177 kilómetros de Salamanca a Bermillo de Sagayo, en la frontera con Portugal, con un solo premio de montaña, de tercera categoría. De no haber sido por el drama que generó una caída, y por la tensión que vivieron algunos capos de escuadra con una secuencia de pinchazos en el tramo final, se podría decir que el día se libró con las instrucciones que dictaba el guion.

Los aventureros del día fueron el español Jesús Ezguerra, del Burgos, y el portugués Tiago Machado, del Katusha. Se lanzaron a sabiendas de que su correría tenía muy pocas opciones de un desenlace feliz en la meta. El trabajo de control en el grupo lo asumió el Bora de Peter Sagan.  Así transcurrieron 130 kilómetros, sin novedad en el frente.

En medio de la tranquilidad apareció el drama.  Faltaban 40 kilómetros a meta cuando el italiano Simone Petilli, del UAE Emirates, se enredó con el belga Jelle Wallays, del Lotto Soudal. Ambos fueron al piso. El belga se puso en pie y siguió en carrera; el italiano se dio un golpe en la cara, quedó inconsciente en la carretera y salió en ambulancia rumbo al hospital de Zamora. Duro golpe. No podía respirar, pero fue reanimado. Imagen escalofriante. Perdió varios dientes y sufrió un traumatismo craneoencefálico. Algunos colegas declararon al final que lo vieron pedalear unos metros con los ojos cerrados, como si se hubiera desmayado sobre la bici. Pudo ser peor.

A 20 kilómetros de la meta, cuando los equipos de esprinters empezaban a tomar posiciones, llegó otro momento de tensión. Pinchazos a granel. Primer Nairo, después Kelderman, también Yates, enseguida Oliveira y hasta Pinot. En secuencia. Casualmente, el grupo no iba a alta velocidad, y ningún equipo quiso cambiar de ritmo en ese momento. Al parecer, a orillas de la carretera, crecen con facilidad las matas de abrojo, unas plantas autóctonas de la provincia de Zamora, a orillas del Duero, con tallos largos y rastreros y un fruto redondo y espinoso. Dichos frutos, que invaden la vía, fueron los causantes del tenso momento.

A la meta llegó el nutrido grupo de 112 ciclistas, en el que estaban, sin excepción, los favoritos a ganar la carrera y todos los velocistas de la Vuelta. Llegada masiva. La mejor de las vividas hasta ahora en esta Vuelta. En una larga recta. El italiano Elia Viviani levantó los brazos y celebró su doblete en esta edición de la Vuelta. Le gusta ganar comenzando la semana, en pueblos pequeños y que tengan con nombres largos. El lunes pasado ganó en Alhaurín de la Torre y hoy martes lo hizo en  Bermillo de Sagayo. Está en el mejor momento de su carrera y en el mejor equipo para cualquier velocista.  Viviani superó de nuevo a Sagan y a Nizzolo. El cuarto en la meta fue el colombiano Nelson Soto, que se asomó, se mostró muy fuerte y se estrenó en el marcador en una grande.

Después de la etapa más suave y menos incómoda de las disputadas hasta ahora, le toca el turno a la más larga de esta edición. Mañana miércoles serán 207 kilómetros. Terreno sinuoso, de media montaña. El libreto dice que es etapa para la fuga; pero no siempre el libreto se sigue al pie de la letra.

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