La bandera de Dinamarca cayó del cielo. Tiene origen divino. El hecho legendario según Danske Krønike, escrito por Christiern Pedersen, ocurrió en una de las excursiones del Rey Valdemar II de Dinamarca en Europa. Cuando perdía una de sus batallas en Estonia, el trapo rojo con la cruz blanca cayó del cielo y guió la victoria danesa. Hoy el Tour se despidió del país nórdico. La tercera etapa recorrió la península de Jutlandia de Norte a Sur y llegó a la frontera con Alemania. La jornada se resume en la fuga en solitario del vikingo Cort Nielsen y la llegada masiva en la que se impuso Dylan Groenewegen, el esprinter neerlandés que recibió la bendición divina para volver a ganar el Tour después de un purgatorio de tres años.
Hoy fueron 182 kilómetros de un monólogo ciclístico en un recorrido con múltiples matices históricas. La bandera se bajó en Velje, llamada «la Manchester danesa», en medio de fábricas textiles. En la propia salida, el ciclista local Magnus Cort Nielsen propuso la fuga, pero nadie más se atrevió a acompañarlo. El grupo le dieron licencia para una fuga en solitario por las carreteras en las que se hizo ciclista. «El vikingo» navegó al frente del grupo 150 kilómetros. El trayecto estaba decorado con millones de banderas danesas que le hicieron calle de honor durante todo el recorrido. Cruzó Jelling, donde están las piedras rúnicas milenarias que honran al Rey Harald Diente Azul y a su padre Gorm el viejo. Frente a los castillos medievales de Kolding, Brondlond y Graaesten ganó los tres premios de montaña del día. Y en Cristianfeld, una vieja colonia de la iglesia Morava, consiguió el primer lugar en el esprint. Con la cabalgata de hoy refrendó la camiseta de pepas rojas, que se llevó puesta Francia, para lucirla a partir del martes.
La bandera de Dinamarca es de color rojo cereza. Es la más antigua del mundo como símbolo de una nación. La cruz blanca sobre un fondo rojo se había usado en las Cruzadas de la Edad Media y el Sacro Imperio Romano Germánico también la había utilizado como insignia de guerra. En el Armorial de Gelre, primer libro sobre los escudos de armas del que se tiene referencia histórica se incluyó esta bandera justo al lado del escudo real danés a mediados del siglo XIV. En ese siglo la casa real comenzó a incluirla en el escudo de los tres leones azules y en las monedas de su país. Como símbolo militar, se adoptó por muchos barcos militares en los siglos XV y XVI. El 11 de junio de 1748 fue declarada por la casa real como pabellón civil, de uso obligatorio en la marina mercante. Hoy en el Tour de Francia, su uso fue voluntario. En los tres días que la carrera francesa estuvo en el país nórdico, la fiesta fue total.
La fuga se terminó a 50 kilómetros de meta. El pelotón compacto siguió su camino hacia la pintoresca y colorida Sonderborg, en la frontera con Alemania. No hubo lluvia, aunque estaba pronosticada. Tampoco hubo vientos de costado, a pesar de que la expectativa en el pelotón. Fue un día tranquilo, pese a que se esperaba un gran ritmo al final. Lo que sí hubo, fue una caída. A 10 kilómetros de la meta, frente al molino Nybol, cuando los equipos de los velocistas empezaban su tarea, al paso por un pequeño resalto en superficie adoquinada y en un estrechamiento de la vía, se terminó el día calmo. Más de 60 ciclistas quedaron en el corte, entre ellos hombres importantes de la clasificación general como Rigoberto Urán, Bauke Mollema, Damiano Caruso, Jack Haig y Mateo Jorgenson. Al llegar a la meta perdieron 39 valiosos segundos.
En la llegada no había banderas alemanas, a pesar de la influencia de ese país en la zona fronteriza. El pendón que se izó en el podio fue el de los países bajos, en honor a Dylan Groenewegen, que ganó en un apretado esprint. El pedalista del BikeExchange impuso su punta de velocidad cuando encontró un hueco al frente del esprint. Necesitaba una victoria en el Tour luego de tres años tormentosos, después del accidente que provocó en la Vuelta a Polonia del 2020, la sanción de 9 meses que pagó y dos años de pocas alegrías. Una victoria que revindica, que redime y que llega como una bendición.
El belga Wout Van Aert del Jumbo Visma entró segundo a la meta, consiguió 6 segundos de bonificación y conservó las camisetas amarilla y verde, de la clasificación general y la clasificación de puntos. El Tour se despidió de Dinamarca y viajó a Dunkerque, en su casa natural, donde se vivió la retirada más famosa de la II Guerra Mundial. Mañana será jornada de descanso. Se aproxima el pavé. Más de uno debe estar pidiendo ayuda celestial para lo que viene.