Siempre hay una primera vez. Nunca antes en la historia del Tour una etapa había salido de una isla para llegar a otra. De Oléron a Re, pasando por el continente. Ruta costera, con la brisa del mar como incómoda compañía. Fueron 168,5 kilómetros después de la tensión que generó la espera de los resultados de las pruebas PCR y con el estrés propio de las etapas que incluyen vientos cruzados y en las que los abanicos son la estrategia para sortearlos. Día de nervios. Un camino lleno de fortificaciones para una carrera con muchas mortificaciones. También fue la primera vez para Sam Bennett, el esprinter irlandés que con sus lágrimas luego de cruzar la meta en el primer lugar lo explicó todo.
Antes de salir la etapa se notificaron cuatro positivos por Covid 19. Todos ellos en miembros de los staffs de equipos diferentes: Cofidis, AG2R, Ineos y Mitchelton. Se fueron del Tour. Otro que abandonó la caravana por la misma razón fue Christian Prudhomme, director general de la carrera. Primera vez en 13 años en ese cargo que se baja de la carrera. De esa prueba todos los ciclistas salieron ilesos y tomaron la salida. Del difícil examen que significó el recorrido de hoy, no.
El paisaje fue hermoso. Se vieron todo tipo de puentes, canales, faros, puertos, molinos y fortificaciones. La mayoría de ellos con el sello de Sebastian Vauban, un ingeniero militar que se instaló en la parte norte de la Bretaña a finales del siglo XV con la idea de fortalecer la Francia de Luis XIV. La carrera fue peligrosa. Los mobiliarios urbanos, las isletas, las señales en las vías y los separadores en los pasos por las pequeñas poblaciones pusieron en riesgo a los 164 pedalistas sobrevivientes. Todos corrieron a la defensiva. Cada equipo trabajó para proteger a su jefe de filas, pero no todos pudieron hacerlo bien. Nairo Quintana, Tadej Pogacar y Guillaume Martin se vieron involucrados en las caídas. Nairo ya había ido al piso en la etapa 1. El esloveno y el francés se estrenaban en este Tour. Su primera vez. Fue un día de demasiada angustia.
Después de tanto sufrimiento, la llegada masiva desató la emoción. En un esprint apretado, San Bennett se impuso en la raya. Tan apretado, que no alcanzó a levantar los brazos. Venció a Ewan, Sagan y Viviani. El campeón nacional de Irlanda tiene 29 años y es debutante en el Tour. Estuvo en el Bora cinco años y nunca le compraron tiquete para Francia. Tres victorias en el Giro en el 2018 y dos en la Vuelta del año pasado le abrieron las puertas del Deceuninck. En la tercera etapa fe derrotado por Ewan y en la quinta fue tercero detrás de Van Aert y Bol. Hoy los superó a todos. Ya tiene registros de victoria en las “tres grandes”. Cruzó la línea y lloró, según él como la primera vez que ganó una carrera.
Hoy no era un día para ganar el Tour, pero sí uno para perderlo. Aparentemente todos lo salvaron. Eso sí, aunque la clasificación general no tuvo variaciones, las secuelas de las caídas podrían ser determinantes en el transcurso de la semana. Mañana dejarán el litoral y se meterán al continente. Etapa llana. De Chatelaillon – Plage a Poitiers. No será la primera, pero sí la segunda vez de manera consecutiva y la tercera en el Tour con el viento como amenaza.