Ciclismo con J

Publicado el Jhon Jaime Osorio

Tour 2020 – Día 1: Pandemia de caídas en las carreteras de Niza

No fue una ni fueron dos. Tampoco fueron tres. La edición 107 del Tour de Francia comenzó con lluvia de caídas. 10 en total. Una cifra récord en etapas de apertura. A los 39 minutos de haberse bajado la bandera rodaron por el piso Sam Bennett, Domenico Pozzovivo y Thomas De Gendt. Después, la carrera se contagió rápidamente de una especie de pandemia de hombres que se iban al piso. En los primeros 157 kilómetros del Tour muy pocos equipos pueden contar que salieron ilesos.

Niza es el segundo lugar turístico más grande de su país, la sede de uno de los festivales de jazz más famosos del planeta, una de las llamadas 15 ciudades inteligentes del mundo, un bello puerto en el Mar Mediterráneo y una de las urbes donde menos llueve en Francia.  Hoy cayó un aguacero histórico. La etapa tenía dos premios de montaña de tercera categoría con sus respectivos descensos y llovió justo las dos veces en las que el lote empezó a descender. La bajada de la Cote de Rimiez fue el epicentro de las caídas. Justo ahí se fue al piso el ruso Pavel Sivakov, acompañado en el infortunio de Pierre Latour y Benoit Cosnefroy. Era el segundo brote.

La Meca de los Artistas, como le dicen a esta ciudad costera, es en la actualidad una de las zonas rojas de Francia por el coronavirus. El Tour llegó como un bálsamo, pero sus carreteras fueron un jabón para los pedalistas. La brisa marina, las vías estrechas, los rastros de acpm de los camiones que la transitan, las numerosas pinturas de señalización vial, un poco de arena y los arroyos que dejaron los aguaceros se sumaron para que el registro de caídas fuera récord. En una curva, Lucas Postlberger perdió el equilibrio y se llevó de paso a Nairo Quintana. Unos metros después, el turno fue para Julian Alaphiphilippe en un enredo con Andrey Amador. Y terminando el descenso, Sivakov, que luchaba por regresar al grupo principal a pesar de sus laceraciones en el brazo derecho, marcó con asfalto el otro lado de su cuerpo.

No todas las caídas fueron bajando. Antes del esprint en la línea de meta, en la larga recta de la Promedane Des Anglais, la vía costera de la ciudad, se fueron al piso en una montonera Mikel Nieve, David De La Cruz, Richie Porte, Ilnur Zakarin y Andrey Amador, que fue repitente como penitente. Fueron tantas caídas que hasta la fuga del día, compuesta por tres hombres, pasó a un segundo plano de protagonismo. También marcó su piel contra el pavimento el holandés Tom Dumoulin, previo enredo con algunos hombres del EF. Parecía una reacción en cadena, con intervalos cortos de tiempo. La situación se hizo tan preocupante y la tensión tan alta que el veterano Tony Martin, en cabeza del grupo, levantó los brazos invitando a bajar el ritmo para evitar más accidentes.

La tregua la rompió de inmediato el Astana, que se puso al frente en el descenso, con tan mala fortuna que en una curva su jefe de filas Miguel Angel López perdió el control de la bici y tuvo que maniobrar acrobáticamente para no caerse. No fue al suelo, pero terminó estrellándose contra una señal de tránsito. Suficientes sustos. Todos los equipos firmaron una tregua momentánea hasta llegar al terreno llano que los conduciría a la meta.  En los últimos 15 kilómetros volvió el ritmo intenso. Los equipos de los esprinters tomaron el control y prepararon el final que estaba en el libreto del día.

Faltaba la llegada masiva. También quedaba por ver otro positivo por caída. En la valla de los tres kilómetros, entrando a la zona de protección, la última montonera del día dejó lacerados a Thibaut Pinot y a Marc Soler. El grupo entró fraccionado, pero con el mismo tiempo para todos. El noruego Alexander Kristoff se impuso al esprint y se puso la primera camiseta amarilla de líder, que tendrá que defender en un segundo día con alta montaña. Será otra jornada atípica. ¡Qué día! El ciclismo necesita una vacuna contra las caídas.

 

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